El radicalismo se convirtió en una pieza clave en el tablero, ahora en disputa por todos los equipos. Tras los vaivenes internos de Cambiemos, un desgastado Mauricio Macri intenta afianzar las negociaciones con la UCR en torno a la vicepresidencia y limar las asperezas generadas con el partido boina blanca y el Pro en los últimos meses.

A su vez, asoma la figura de Roberto Lavagna, el perfil predilecto del peronismo moderado, que mira con entusiasmo un camino de consenso con el radicalismo desencantado con Macri después de cuatro años de una gestión con muchos cuestionamientos. La posible amistad Lavagna-UCR fue mencionada incluso por el gobernador santafesino Miguel Lifschitz, quien señaló que un sector del radicalismo se siente “convidado de piedra del macrismo” y estaría dispuesto a romper la alianza Cambiemos.

Desde hace rato, Lavagna mantiene actividades con tono de campaña, que incluyeron encuentros con referentes del partido centenario así como sectores del peronismo distanciados del kirchnerismo. El ex ministro de Duhalde y Kirchner parece apuntar a “coparle” espacios de negociación al oficialismo, desde la sintonía fina del silencio y la neutralidad a “la grieta”.

En tanto, desde Casa Rosada han estado atentos a estos gestos y ahora buscan marcar terreno para no perder el apoyo de la UCR, a quienes convocaron esta semana para discutir su inclusión en las candidaturas de vicepresidencia. “Es una posibilidad concreta”, fue la definición del diputado José Cano al referirse a la instancia de negociación, gesto que invita a renovar el ánimo radical por Macri, desinflado desde hace tiempo.

Aunque el anuncio de Cano fue entusiasta, fue el propio Ricardo Alfonsín quien arrojó más leña al fuego y se mostró crítico en las redes sociales. “Espero que los radicales no crean que es la Vice la causa de los problemas de los argentinos. Son las políticas aplicadas o la ideología que las inspiran. Con el cambio de políticas y no de la vice, es que se resuelven los problemas”, manifestó el ex diputado, quien en otras oportunidades ya había lanzado dardos contra “los que dicen al Pro todo que sí”.

Los boina blanca deberán resolver si apostar todo una vez más a Cambiemos este año, con un Macri a la cabeza que ya no será la cara innovadora del 2015, sino que será plebiscitado por cuatro agitados años de trayectoria en el poder. De lo contrario, todo apuntaría a que la UCR parta hacia nuevo terreno que le garantice un rol sólido como coalición y evitar ser el vagón de cola de la grieta. En ese caso, ya son varios los que quieren saltar del barco de Cambiemos y las miradas apuntan con entusiasmo a Lavagna.

Entre medio de fuegos cruzados, el radicalismo cuenta con un potencial electorado desplegado entre intendentes y gobernadores del interior, cuya cúpula deberá decidir con cautela qué decisión tomará de cara a las proyecciones nacionales.