Mientras Caputo festeja el éxito de la recesión, el consumo vuelve a retroceder en febrero
El ministro de Economía celebró que la inflación “ya está corriendo a niveles de un dígito” mensual. La economía real se desploma y se siente en el consumo: 3,5 de caída en febrero. El 81% de los argentinos opinó en una encuesta que los empresarios se abusan de la desregulación libertaria.
En un frenético día a día de la política, con un Gobierno abocado a la provocación permanente como método de distracción, la principal preocupación de la sociedad pasa por la situación económica y la constante pérdida de poder adquisitivo. La “batalla cultural” del oficialismo por discutir cuestiones como el aborto o el 24 de marzo no consigue, en el fondo, desviar la atención de la población sobre lo que pasa con sus bolsillos. La inflación y la caída del ocupa los primeros lugares en cada encuesta que sea realiza hoy por hoy como el principal problema de la actualidad. Un estudio reciente de Analogías, por ejemplo, registró que el 34,5% de sus consultados señaló esos aspectos como su principal preocupación.
Sin resultados concretos para mostrar, el oficialismo se dedica a la construcción del relato. Ayer, en pleno 24 de marzo, fue el turno para una nueva entrevista del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, en su canal amigo de LN+. Caputo indicó que la inflación “ya está corriendo a niveles de un dígito” mensual, como si el hecho de sostener los peores niveles inflacionarios del gobierno anterior fuera un éxito digno de mérito, luego de haber disparado la suba de precios a sus niveles más altos desde la última hiperinflación de hace tres décadas.
Lo peor, sin embargo, es que el éxito que festeja Caputo no es otra cosa que el éxito de la recesión económica que el Gobierno generó con sus decisiones políticas. Números de caídas en todos los rubros de la producción llegan mes a mes relevados por el propio Indec, marcando el acelerado desplome económico que, a su vez, se verifica también en los niveles de consumo.
La Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) publicó recientemente su Indicador de Consumo (IC), una medición que refleja mes a mes los niveles de compra de bienes y servicios de los hogares argentinos. En febrero, el IC mostró un retroceso interanual de 3,5%. Sumado a la caída en enero, la CAC registró un retroceso acumulado del 2,7% en el primer bimestre del año en relación al del 2023.
Los datos de caída del consumo se acumulan, sector tras sector. El Indec reveló un retroceso de las ventas totales del 13,8% en supermercados durante el mes de enero. En los comercios mayoristas, la baja de las compras en términos interanuales durante ese mismo mes fue de 8,1%. A su vez, los shoppings registraron 21,3% de caídas en sus ventas para ese período.
En este contexto, y considerando que el Gobierno de Milei y Caputo llevó la inflación al 72% en el primer trimestre de su gestión, resulta lógico que los precios empiecen a subir a un ritmo menor o de lo contrario se estaría en una situación hiperinflacionaria. Así es que, ya colocados en muchos casos a niveles internacionales o incluso superiores, algunos registros que el Gobierno pretende vender como éxitos muestran algunos precios suavizando su aceleración inicial. El caso más concreto es el de los alimentos, que según la consultora LCG, que sigue la evolución semanal de esos precios, aumentaron la tercera semana de marzo un 0,7%, el registro semanal más bajo de todo el gobierno de Milei. Claro, eso sí, ya habían subido un 7% entre las dos semanas anteriores del mes en curso.
Esta dinámica marca algo que la sociedad también percibe, y que el estudio de Analogías registró en una de sus consultas. El 81% de su muestra opinó que “las grandes empresas de consumo masivo se están aprovechando de la desregulación de la economía con aumentos de precios exagerados”. En definitiva, ese es el verdadero impacto en la economía del rumbo decidido por el Gobierno. Freno total de la actividad económica y ley de la selva para que los empresarios acomoden sus ganancias y, a partir de allí, empezar a vender una idea de estabilización que intentará esconder el nivel de desplome económico, del salario y del empleo a partir de que se vayan desacelerando los aumentos de precios.
Lo curioso es que la poca aceptación que las políticas de Milei y Caputo muestran en la sociedad no repercuten tan directamente en la imagen del presidente y en ciertas expectativas para con el Gobierno. Aunque el 55% de la muestra de Analogías expresó que el ajuste cae sobre trabajadores y jubilados más que sobre la casta; el 51,4% dijo estar en contra de frenar la economía y hacer caer los salarios como forma de parar la inflación; el 45,7% se manifestó en contra de las privatizaciones (vs. un 38% a favor); el 53,7% afirmó estar en contra de aumentar tarifas de servicios, transporte y energía para reducir el déficit fiscal; y el 57,6% opina que no hay que dolarizar la economía; lo cierto es que Milei mantiene un 47,6% de imagen positiva y un 55% de los encuestados cree que la situación económica estará mejor en dos años.
Los meses por delante marcarán cuánto más pretende avanzar el Gobierno en su política de licuación de los ingresos y recesión económica como método para enfriar la inflación, y cuánto más está dispuesta a aceptar la sociedad en ese proceso. Otros datos del estudio de Analogías resultan esclarecedores en ese sentido: el 62% opina que habrá resistencia social y sindical al ajuste del Gobierno, y el 49,7% cree que el Congreso “lo va a frenar en alguna medida a Milei”. La calle y el palacio como resistencias al ajuste.