Bonaerenses por el mundo Dorking, Inglaterra, el paraíso o el infierno de los híbridos
Por Víctor Montero de Marcos Paz
Cuando mis padres diseñaron mi existencia jamás sospecharon dónde viviría. Durante la guerra en Malvinas hicieron el cruz diablo mil veces. Cuando Maradona hizo los dos goles, uno de pillo y otro de inmortal, les estalló el corazón. Al año siguiente nací yo. Me pregunto si no fui el resultado de la alegría de esos dos goles. En todo caso, Inglaterra fue una socia secreta en la psique de mis padres durante el año de mi concepción. Las vueltas de la vida hoy vivo en Inglaterra.
Cuando las personas hablan de Inglaterra, hablan del clima y del orden. Mal del clima y bien del orden. Los argentinos solemos perder de vista la verdadera vejez de este lugar. Tratamos aquí con una cultura que ha encontrado, tras añares y kilómetros, una forma de hacer lo que quiere ser feliz y provechosa. El objetivo no dista del de otra sociedad. Habiendo establecido sus preferencias "sobre" el mundo; les va bien.
En el interior de este paradigma hay dos variantes el "epicentro Londres" y la "complementaria Inglaterra". Es exactamente la misma variable que existe entre la poderosa Buenos Aires y el interior del país. Mi camino se detiene en el campo de un pueblo llamado Dorking, a 50 km al sur de Londres.
Dorking es el primer pueblo que, saliendo del "conurbano" Greater London, conserva todavía el sabor británico. Es un punto verde perdido en el mapa, aunque ya existía con sus mercaderes en el Domesday Book del año 1086 (el primer mapa inglés). Sin embargo, pese a los mil años, pasas un tiempo aquí y le conoces el rostro a la gente.
El hombre de campo es similar aquí y en todas partes, trabajadores y buena gente. La diferencia son las distancias. Yo vivo en una caravana donde me dedico a escribir en un silencio pulcro. Pero debo confesar la verdad si pedaleo 2 km en bicicleta llego al centro del pueblo en diez minutos. Salvo los días de barro, es sencillo. Dorking es húmedo, aunque es fácil confundir húmedo con lluvioso. Hay un prejuicio con la lluvia inglesa, no es como se dice. Aquí no llueve; llovizna.
¿Supone que Dorking es interesante? Debe estar pensando que Londres queda cerca, que Inglaterra es organizada, que el estado no sé qué, etc. No se emocione bien pudiera usted divertirse aquí tanto como morir de aburrimiento.
Cuando uno es un híbrido (alguien alejado de su familia residiendo en un país culturalmente extraño lo es) la aventura es divertida durante los primeros tiempos. Todo es nuevo y raro, está todo por aprender. Pero si la casualidad hace que este híbrido tenga 25/30 años y resida en un pueblo como Dorking ¡A ver cómo lo maneja!
Aquí no hay jóvenes (fuera del bar). No los hay organizando música, ni pintando cuadros, ni leyendo poesía en un teatrillo. Están estudiando vaya uno a saber dónde, para ser alguien. Estarán haciendo sus proyectos, claro ciertamente no en Dorking.
Si usted vive en la planicie bonaerense rodeada de edificios grises, estas colinas con ovejas son el paraíso. Sin embargo, si está una pizca fuera del sistema (educativo, comercial...) se convertirá irremediablemente en una pasa de uva. "Llegaste tarde, macho".
Hay un viñedo aquí en Dorking. Hay bebidas. Tal vez en eso debamos acostumbrarnos a pensar. Restaurantes conocidos, festivales de la cerveza y esas cosas siempre iguales. Siempre tan ordenados, año tras año. Siempre seguros de lo que sucederá. El que ha tenido amigos y experiencias en su clásica juventud inestable, a esa seguridad la llaman bendición. Pero para los jóvenes híbridos se transforma en un infierno.