Hace unos años participé del cierre de una actividad de proyectos educativos de los secundarios de La Matanza. En ese momento ví varios grupos de pibes de escuelas públicas del segundo cordón del conurbano que con sus netbooks de Conectar Igualdad realizaron video informes, producciones radiales, y posters e infografías sobre temas de educación sexual, temas históricos, culturales e incluso cuestionamientos sobre la violencia institucional y la violencia de género.

Los pibes y pibas se apropiaban de tecnologías y lenguajes y al mismo tiempo aprendían a preguntar a los otros y a preguntarse sobre temas críticos para su vida y para el desarrollo democrático de la sociedad. La señora Beatriz Sarlo, critica de la ampliación de derechos de los sectores populares, que recién ahora y luego de haber perdido la memoria por casi un año recupera la lucidez y vuelve a criticar la expulsión de pibes y pibas de las aulas, en ese entonces era durísima con la forma de implementación del programa conectar igualdad.

Obviamente no miraba hacia La Matanza, ni hacia lo que podía hacerse, miraba lo que faltaba la apropiación de las computadoras y sus programas para el desarrollo de la nueva escuela secundaria, la utilización de nuevas estrategias lúdicas y pedagógicas para abordar los contenidos de las materias. Pero no lo planteaba como desafío sino como una búsqueda del pelo al huevo.

De hecho en los últimos dos años del gobierno de Cristina Kirchner se avanzó en capacitación de docentes para la apropiación de herramientas tecnológicas y se desarrollaron programas para la utilización de las netbooks en procesos pedagógicos.

El año pasado pude ver cómo en San Martín, en el fondo de San Martín, en la zona del CEAMSE a través de estos programas especiales del Ministerio de Educación, los pibes y pibas hicieron documentales sobre cómo los afectaba y afecta en su vida cotidiana la basura. Documentales que la señora intelectual porteñocentrica podría incluir en los marcos interpretativos de Bill Nichols, claro, si hubiera podido mirar, escuchar, preguntar y preguntarse. Elementos fundamentales de toda pedagogía.

Pero estamos hablando de tiempos pasados. Estamos hablando de programas y trabajadores que ya no forman parte del Ministerio de Educación porque han sido despedidos (más de 200), estamos hablando de presupuestos no ejecutados.

Hoy lo nuevo, para el Ministerio de Educación es la Revolución Educativa. Su titular, analista en sistemas e incapaz de lograr instrumentar un sistema de inscripción on line en la Ciudad de Buenos Aires, plantea la necesidad de incluir a las nuevas tecnologías en el aula. Pero nadie sabe qué entiende por tecnología, cómo se desarrolla el proceso de apropiación de las mismas y la capacitación de los trabajadores docentes y cómo asiste el ministerio y cómo promueve la apropiación y más aún el desarrollo tecnológico y pedagógico en las aulas.

Ante esto parece ser que la novedad tecnológica se parece bastante a la vieja fascinación neoliberal ochentosa de adquirir tecnologías como paquetes cerrados e implantarlas en nuestros espacios de aprendizaje.

Vuelva en octubre ministro y traiga a la señora Sarlo, que los docentes y los trabajadores de la educación van a enseñarle un par de cosas mientras discuten paritarias.