Días atrás volvieron a cada uno de los territorios, municipios, y barrios de argentina miles de mujeres que participaron del encuentro nacional número 31 en Rosario.

Anualmente las mujeres se autoconvocan,  a modo itinerante en alguna ciudad de todo el territorio construyendo un ámbito federal, democrático donde realizan campañas y debates sobre leyes como las del cupo femenino, la violencia de género, la salud reproductiva y el derecho al aborto. También comparten experiencias, y realizan talleres recreativos culturales.

Es oportuno, releer algunas cifras de convocatoria en este recorrido que va desde el primer encuentro -allá en 1986,  que se realizó en la ciudad de Buenos Aires- con una participación de 1000 mujeres. Luego en  Neuquén 2008, donde asistieron 5000, y el de los últimos tres años que van en escalada  Salta 2014 con 35000 mujeres,  Mar del Plata 2015 con 50000  y Rosario 2016 con 70000 voces expresando mayor conciencia.

Este crecimiento en la participación de los últimos tres años en el Encuentro Nacional de Mujeres (ENM), tiene estrecha relación con lo que representó Ni una menos .

Las mujeres asistentes, son casi en su totalidad militantes y feministas. Esto claramente las corre del lugar común y las pone en espera del lugar que les asigne la sociedad argentina.

Al preguntarles a muchas de ellas, cuáles eran las ideas más potentes que se habían trabajado, coinciden en varios puntos mucha más participación que en otros encuentros, gran diversidad en la temática de los talleres, más actividades culturales y muy interesantes, y la discusión que se repite cada año, sobre el aborto legal.  Expresaron con cierto desagrado, que estos encuentros en términos de noticias, solo tienen relevancia local, y que generalmente se lo vincula con el malestar que producen con su llegada dada la gran cantidad de mujeres que arriban a una ciudad. Trasmiten que por otro lado, a los medios nacionales, lo único que les llega, es la represión o el vandalismo de algunas pocas, en vez de enfatizar el sentido mismo del encuentro. Reduciendo el hecho, minimizando sus significados, e intentando despojarlo de los sentidos y representaciones que conlleva. Interpretan allí, una clara intencionalidad de invisibilizar lo que se está discutiendo en estos espacios.

Estas reflexiones nos hacen pensar no solo en los imaginarios que construyen los medios, sino también en cómo se aborda socialmente el tema del género, y en qué lugar quedan los debates actuales de las leyes existentes.

Para adentrarnos en esto es necesario reconocer que nos encontramos transitando momentos de pugnas de sentidos y que por lo tanto el tema de La Mujer no escapa tampoco a esta situación. Es necesario regresar y detenernos  a pensar qué representaciones sociales nos asignan y que es lo que está quedando por fuera de la discusión.

Las mujeres que viajaron al encuentro, tienen claro que son parte de una sociedad construida sobre la base de distintas desigualdades, pero entre ellas y de manera más horrorosa y grafica,  la desigualdad entre el varón y la mujer.

Ellas se caracterizan por moverse fuera de las formas comunes y deciden a diario romper deliberadamente los mitos de la mujer-madre con la que cargamos ancestralmente en la cual se espera que solo este atenta a la crianza a la cual destina una dedicación plena y alejada de todo proyecto personal. Tampoco responde al mito de la mujer-objeto  que es eróticamente pasiva, cultora del modelo de belleza dominante, y adoradora del amor romántico. En ellas, el espacio de los mandatos hace agua, no tienen entidad, pues representan techos imaginarios que solo las pretenden condicionar. Decidieron no cargar con esas órdenes y rompieron con los espejos; donde los demás, al no encontrarse, se espantan.

Libradas de muchas cosas diariamente dedican su tiempo a lo que sienten que es importante como a educar en la perspectiva de derechos, hacer frente las deudas sociales pendientes, al tiempo que, saben disfrutar sin culpas de sus libertades. En palabras de Ana M Fernández, diremos que Ellas saben que *en un marco de legalidad no aparece la significación de la culpa ni la muerte*.

Sin embargo, sabemos que existe la estrategia tan antigua como grotesca que es la de descalificar. Pues representa el paso previo, para la reducción de cualquier cosa que se intente tratar seriamente. Esto ha sucedido siempre con varios temas, tampoco escapa a  la mirada social que se construye hacia la mujer.

En correlato, desde hace unos años a esta parte, si se habla de un Encuentro Nacional de Mujeres, el imaginario que se activa es la imagen de una de ellas con aerosol pintando una esfinge en alguna iglesia, o escrachando con carteles alguna comisaria.

Se encienden entonces las luces de los aparatos de marginalización marcando un recorrido de estereotipo de mujer, mujer- locura - represión contribuyendo automáticamente a desactivar el debate. Se cierra rápidamente el tema, para volver a lo deseable, lo conveniente a la mujer en su otra versión la mujer-objeto-venta, esta otra forma de mujer responde a su vez a dos categorías Una, es altamente sensual y responde al ideal sexual esperado por el hombre. La  otra, vuelve a la imagen de la madre. Cualquiera de los casos son simples reduccionismos de género. Así y de este modo pasamos rápidamente del bronce para la posteridad -que es lo que significaría un potente debate- a la instantaneidad del plasma donde una imagen gobierna, define, condensa e instala un recorte de la mujer.

Por lo cual, la fotos con las que nos dejan en la tv son transformadas en una pequeñísima escena de una película, que todavía no llegamos a comprender en su totalidad. La imagen es una huella multiplicada de modo infinito en cada lugar, alejándonos y restando a los debates sociales que originalmente nos convocaron, sea en Rosario, Junín, etc., etc... Ese es el recorrido binario que se propone. Esta modalidad es la de violencia mediática.

Entonces, las mujeres volvemos a inscribimos en otra lucha más que dar. Y es la de poner en centralidad la discusión de los temas que nos afectan, sin entrar en el juego de que nos reduzcan a ser de  una manera o de otra.

Por todo esto, es urgente volver sobre discusiones tales como

-Comprender que una mujer tiene derecho a acceder al poder, del mismo modo que un varón  y que tiene la misma capacidad para tomar decisiones. Hablamos de los Derechos políticos de la Mujer.

Que una mujer tiene el derecho de elegir con quien estar en la intimidad, de qué modo estar, y cada cuanto estar. Hablamos de los Derechos sexuales de la Mujer.

Que una mujer tiene el derecho a tener o no hijos y a poder planificar su maternidad. Hablamos de los Derechos reproductivos de la Mujer.

Que una mujer tiene derecho a disfrutar de su tiempo libre y que no está mal compartir la responsabilidad  en situaciones de crianza.

Que una mujer tiene derecho a la vida sin violencias y la protección de su integridad por parte del Estado.

Que la mujer que elija ser madre necesita de derechos laborales irrestrictos que las protejan a ellas y a sus hijas e hijos. Estos son algunos de los tantos temas que siguen esperando ser puestos a consideración con seriedad.

Temas de agenda pública y política en relación con la salud, educación e infraestructura sobre los que es necesario poder avanzar, son

Ø  Lograr en todo el territorio nacional la aplicación de la ley nacional 26150 de educación sexual integral -ESI -que pone en tensión los sistemas de inequidad de género, la identificación y prevención de las violencias, la atención a la diversidad, el cuidado del cuerpo de las mujeres comprendiendo que cada cuerpo es un proyecto de vida, y la reflexión cotidiana de las emociones. Difundir su aplicación en cada comunidad, familia. Reflexionar, nombrar, debatir, multiplicar. Aplicar esta ley en cada institución educativa es promover directamente la paridad de género y colaborar a reducir machismos y prevenir futuras violencias. En este sentido, quien no la aplica, está trabajando a favor de la violencia.

Ø  Acompañar con políticas sanitarias que garanticen el derecho a cuidar a las mujeres, a prevenir embarazos no deseados, y a evitar la mortalidad materna que es la  primera causa de muerte por abortos clandestinos. Trabajar la prevención y difusión de métodos y cuidados desde las salas  comunitarias de cada barrio, haciendo intervenciones con mujeres y varones. Crear ámbitos de confianza donde se puedan tratar estos temas de modo natural. Socializar la ley de procreación responsable, que les permite a los jóvenes mayores de 14 años asistir a una sala y elegir su propio método anticonceptivo o hacerse su test de VIH de modo absolutamente confidencial.

Ø  Promover la creación,  y/o fortalecimiento- en caso de que ya existieran- de políticas de género en todo el país. Sea desde direcciones, secretarias, áreas municipales donde se concrete la ley 26485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que se desarrollen sus relaciones interpersonales.

Muchas caminamos hoy con la esperanza de que van quedando atrás los modelos con los que nos formamos, esos que nos entrenaron desde que nos pusimos en pie, en el juego de ser de otros y para otros. Así aprendimos la indefensión, la quietud, a ser obedientes y condescendientes a negar nuestras ideas, deseos y cuerpos. Aprendiendo a ser la mujer que esperaban, construida para satisfacer a los demás, generalmente renunciando a ella misma.

Parecería como si estuviese fermentando desde el fondo y desde abajo una nueva conciencia social de la mujer. Descomponiendo el orden previsto, levando con cada año. Desamarrando a muchas de nosotras que sutil e inesperadamente, nos vamos transformando y pasando a un nuevo estado disímil y opuesto de lo que se nos había decretado Ser.

Finalmente, si bien todavía crece tristemente el contador de femicidios, este encuentro número 31, nos deja las fuerzas revividas para seguir interpelando a las lógicas machistas. Queda la emoción de saber que hemos avanzado multiplicando las voces. Tenemos las leyes, tenemos las organizaciones sociales, tenemos los colectivos de mujeres. Animémonos y tomemos la palabra, que todavía nos falta mucho para comprender que el cuidado no solo es un derecho, sino  también una dimensión de la ciudadanía.