A partir del 2016, el gobierno impulsó una reestructuración tarifaria en el sector energético. El Ministerio de Energía anuncio incrementos escalonados de las tarifas de electricidad y de gas en todo el país, los cuales comenzaron a regir luego de celebrada la audiencia pública sobre el gas en octubre de 2016 para los usuarios residenciales. Previamente se habían interpuesto recursos de amparo que extendieron la aplicación hasta dicha fecha. En el caso de los comercios e industrias, no cubiertos por las medidas judiciales, el incremento ya se había efectivizado.

Medir cómo afecta el costo de la energía no es tarea sencilla, ya que los cuadros tarifarios tuvieron diferentes aumentos según el nivel de consumo. Una manera es considerar una canasta energética, que incluye electricidad (medida en Kwh), gas (medido en m3) y en el caso de hogares que no tengan red de gas natural, garrafas. Cada familia tiene diferentes requerimientos, según el tamaño de la vivienda y el número de integrantes; pero se considera una familia promedio.

El consumo no es constante a lo largo del año, por lo cual hay que considerar el valor de la tarifa promedio, entre lo que se paga en invierno y en verano. A modo ilustrativo, los gráficos N°1 y N°2 describen para una familia representativa de la zona del GBA y CABA, como aumentó el costo de la electricidad para los con acceso al gas y sin acceso al gas respectivamente.

Pagar las tarifas misión imposible

Los hogares sin acceso al gas de red suplen esta necesidad con electricidad y garrafas. El costo de la garrafa en el conurbano y La Plata es superior a los $200, y un hogar que la utiliza para cocinar necesita un promedio de 2 garrafas mensuales. 

Pagar las tarifas misión imposible
Pagar las tarifas misión imposible

Todos los valores anteriores representan un consumo imprescindible, y no incluyen gastos menos imprescindibles¸ como el aire acondicionado en verano. Tampoco incluyen la carga tributaria que puede incrementar notablemente el costo de la energía según el municipio.

Para la electricidad, en CABA, además del IVA (21%) se cobra una contribución municipal del 6,38. En el conurbano bonaerense y La Plata (zona Edesur, Edenor y Edelap) hay que agregar la contribución al ENRE (ley 7290) del 10%, la contribución municipal y provincial de 6,42% y 0,642% respectivamente y el 5,5% correspondiente a la Ley 9038/78 (para construcción de la 'Central de Acumulación por Bombeo en Laguna La Brava', nunca construida, y una central eléctrica en la zona de Bahía Blanca, que finalizó en la década pasada). En total la carga tributaria es del 44,16%. Estos valores hay que calcularlos sobre el consumo variable más el cargo fijo.

Para el caso de las facturas de gas, hay que considerar los Ingresos Brutos trasladados por las distribuidoras y transportistas a los usuarios. También se cobra un aporte al FOCEGAS de $4 a $60 según la categoría del cliente.

Además, se traslada al usuario, por la ley 25.413 el impuesto a los créditos y débitos (impuesto al cheque) tanto de la distribuidora como de la transportadora. El IVA y las contribuciones municipales se cobran sumando estos valores, lo que genera el efecto "impuestos sobre impuestos".

Para el caso de los ingresos brutos, sumando transporte y distribución hay casos en los que representan 8,3% (CABA), 4% (Vicente López) y 11,7% (Ituzaingó) del cargo por consumo. También se computan $0,004 por m3 de gas consumido por ley 25565 y el 9% por Ley 9266 en la provincia de Buenos Aires. Las tasas municipales varían según los distritos mientras que CABA, Ituzaingó o Vicente Lopez no gravan este punto, en Avellaneda hay una contribución del 8%. Sin considerar este último ítem ni el FOCEGAS, entre un 30% y 45% de la factura corresponden a impuestos.

Se puede calcular el peso de las tarifas sobre los ingresos promedio de los hogares de CABA y el GBA calculando el peso de los gastos energéticos totales sobre el ingreso disponible una vez que se descontaron los gastos alimentarios. En los hogares con acceso al gas, el peso promedio ronda un 10% y en los hogares sin acceso al gas entre 23% y 31%. Si se consideran el peso sobre el ingreso familiar total, sin descontar ningún gasto imprescindible previamente, la situación muestra un peso de alrededor de 6.5% entre los que tienen acceso al gas, y de un 11.5% para los hogares sin acceso.

Con un peso de las tarifas tan grande y alimentos que no paran de subir, tendremos que acostumbrarnos a un concepto la pobreza energética. Esta palabra es nueva en nuestras latitudes, pero tristemente conocida en países "desarrollados" como Estados Unidos, Inglaterra o España. Todos los años, aparecen incrementadas las problemáticas de frío y hambre, ya que los hogares más vulnerables deben tomar la difícil decisión de alimentarse bien o calefaccionarse correctamente. 

Colaboración de Lionel Stiglitz, Economista