La meritocracia porteña y el arte de invertir el sentido de la realidad
Lo malo no es que la Ciudad recibiera una cantidad suficiente de inversión en infraestructura, el mayor problema es que el “Pro” trata de invertir las cosas
La siguiente frase es muy difundida, muchas veces se la utiliza como argumento para diferenciarse de los “otros”: “… vienen del conurbano a atenderse en los hospitales de nuestra querida Buenos Aires…” Es verdad, CABA cuenta con una abundante infraestructura en las áreas de salud y educación. Pero esto fue construido esto con impuestos del conjunto de la población Argentina. Sin embargo, hay grupos políticos que para reforzar una subjetividad individualista, invierten las implicancias reales de estos hechos y propagan la creencia de que otros usan lo que ellos construyeron con su esfuerzo.
En el año 1880 la ciudad es declarada distrito federal hasta 1996 año en que CABA logra su autarquía, este status lo alcanza después de las reformas nacidas en el pacto de Olivos entre Alfonsín y Menem.
En lo administrativo, la ciudad funcionaba con autonomía, aunque la mayorías de sus fondos proveían del tesoro Nacional; en lo político, el intendente lo elegía el Presidente de la Nación, por lo tanto podríamos decir que el máximo responsable porteño, funcionaba como delegado del poder ejecutivo y finalmente los concejales eran ungidos por voto popular.
Con respecto al total de la infraestructura pública actual, verificamos que solo el 15% de las unidades educativas y el 3% de los hospitales, fueron inaugurados en los 24 años de autonomía porteña, el resto lo construyo el gobierno nacional.
Por lo tanto, de la estructura edilicia de CABA los porteños, pagaron una ínfima parte.
A la ciudad no solo le construyeron una robusta red de servicios públicos, sino que también recibió una importante inversión privada en estas áreas. Primero queremos ejemplificar la abundancia de las instalaciones estatales heredadas por los gobiernos porteños desde 1996, para esto compararemos, la estructura de la ciudad con su vecino GBA. Podemos señalar que CABA tiene un 33 % de mayor capacidad hospitalaria estatal que GBA. Y con respecto a las escuelas públicas, la ciudad ostenta un 22% de mayor capacidad instalada que el conurbano. Todo esto teniendo en cuenta que en los últimos 49 años las poblaciones crecieron en CABA un 6% y GBA el 107%.
Segundo, las inversiones privadas en las áreas de salud y educación fueron y son importantes. Los cambios “pro mercado” que se sucedieron en estos servicios durante los últimos 40 años, fueron bien resueltos dentro del distrito. Estos tipos de negocios, fueron atraídos hacia CABA por los buenos recursos económicos de sus habitantes; esta capacidad de compra, se origina en el elevado grado de trabajo registrado y también por los altos salarios, en CABA son un 45% más altos que en el resto del país. Esto explica por qué el 78% de los porteños tiene cobertura privada y semi privada de salud, mientras que en GBA solo el 55 %. Así mismo, en la Ciudad la proporción de Unidades educativas privadas es ligeramente mayor a las públicas, mientras que en GBA es a la inversa.
Estos datos refuerzan la idea de que la Ciudad es el territorio que mayor y mejor infraestructura estatal heredó, también contó con un alto porcentaje de inversión privada, ya que sus habitantes podían y querían pagar sus servicios en educación y Salud. Esta situación explica “el por qué” los Gobiernos del Pro no invierten en servicios públicos, está claro que ellos prefieren que el mercado avance en esta dirección. Por eso el deterioro de lo público parece no preocuparles, pero sí usan esta red de servicios para la construcción de una subjetividad individualista, que tratamos a continuación.
El arte de “dar vuelta el sentido de las cosas”
Lo malo no es que la Ciudad recibiera una cantidad suficiente y eficiente de inversión en infraestructura durante los 116 años que duró su status de distrito federal dependiente del PEN, esta situación ya es parte de la realidad, cumplió distintas funciones en diferentes épocas y fue para todos los Argentinos; el mayor problema ahora es que el “Pro” que gobernó la ciudad los últimos 14 años, trata de invertir las cosas y le da un sentido distinto a los hechos.
¿Cómo? ocultando el verdadero origen de esa infraestructura, el escondite es el relato que proclama “que los habitantes de la Ciudad construyeron con sus impuestos toda los servicios públicos de la ciudad”. Así de a poco, se instala la idea de que “los que votan a Cambiemos” son superiores laboral, moral, intelectual y culturalmente.
Aunque parezca escaso, creemos que desmitificar este tipo de “meritocracia porteña” es eficiente para poder generar una duda sobre esa certeza fantasmal que reza: “Si un equipo de gerentes honestos, eficientes y laboriosos fueron capaces de edificar esta Ciudad solo con nuestro esfuerzo, aunque otros se aprovechen, lo que tengo que hacer de cara al futuro es, apostar a mi capacidad de aprovechar las oportunidades que el mercado ofrece, ya que este espacio tiene “reglas claras” y la principal es “si te esforzás, lo podes lograr”.
Conclusión de esta construcción: “ese es mi camino, por eso yo elijo-voto, gerentes y mercado”. Podríamos decir que el mecanismo seria; me identifico con cierta predica política e idealizo al mercado manejado por gerentes. La “meritocracia” es algo que se construye desde lo cotidiano y a veces es una estrategia de supervivencia.
*Licenciado en Sociología. Coordinador Del Observatorio de pensamiento Neoliberal. Centro de Estudios Nacionales Arturo Jauretche. https://cenjauretche.wixsite.com/eljauretche