2018, año intenso: decisiones acertadas y no tanto
El ciclo de metas desde Sturzenegger a Dujovne y la nueva impronta del FMI. Lo mejor y lo peor de las medidas y su marco de adversidades
El Gobierno ha transitado un año largo, varias fueron las medidas adoptadas y otros ajustes forzados por el mercado. En tan solo unos meses el país funcionó bajo 3 esquemas económicos distintos: Inflation Targeting y gradualismo fiscal, el primer plan de estabilización del fondo y el actual plan.
De hecho, Argentina tuvo para 2018 cuatro objetivos de inflación distintos. El primero fue la meta del 10%, luego la del 15%, luego del 27% y ahora un objetivo de desinflación simplemente. Dentro de las decisiones que tuvo que tomar el gobierno en medio de las adversidades que enfrentó podemos destacar la mejor y la peor.
La mejor: Salir del régimen del esquema de Inflation Targeting.
Argentina no estaba preparada para afrontar el desafío de cumplir con un sendero de desinflación tan marcado como el previsto por las exigentes metas autoimpuestas por el BCRA. Mismas metas que llevaron a que el tipo de cambio se siga atrasando desde un nivel que ya era bajo.
A su vez, la política de corrección de precios regulados hacían inviable el cumplimiento de esas metas y la sobreactuación derivó en una pérdida de reputación de Federico Sturzenegger y la pérdida de reservas para defender el tipo de cambio en un nivel que claramente no era el equilibrio. Todo esto llevó a un debilitamiento de la hoja de balance del BCRA que aún tiene sus efectos.
La peor: no haber podido avanzar en las reformas estructurales
El Gobierno actúa con acción u omisión. Nuevamente la coyuntura se impuso en el escenario y no quedó tiempo para armar un verdadero plan que contemple los desafíos de la economía argentina. Argentina no logra salir de la oscilación de la actividad, en el medio el PBI per cápita cae y ya podemos hablar de una nueva década perdida 2010-2020. Los problemas estructurales estuvieron y van a seguir estando ahí en 2019, pero -en el medio- nuevamente la atención está en una coyuntura derivada del cruce del acuerdo con el FMI y el escenario político en un año electoral.
Existe un dicho que repite “bienvenidos los vientos de frente, pues son los que te elevan”, frase que ojalá funcione para la dirigencia política que aún no encuentra espacios para lograr consensos políticos ni para enfrentar los problemas de fondo de nuestro país: una pérdida relativa de la productividad de los factores, un déficit fiscal (financiero) crónico, la elevada tasa de inflación y la consecuente tentación de solucionar los problemas a corto plazo con atraso cambiario aunque sea manteniendo un tercio de la población en situación de pobreza.
Se avanzó al menos en la estructura de toma de decisiones, antes existía una política energética, una de empleo, una de producción (poco clara), etc. Haber puesto a Nicolás Dujovne como ministro coordinador fue una decisión acertada, aunque no es suficiente para resolver los problemas mencionados.
¿Y hacia delante?
El plan que podemos esperar para 2019 es el acordado con el FMI, un plan de estabilización que nuevamente no logra solucionar los problemas mencionados. No obstante, más allá de esto, lo que sí podemos esperar de este plan es una relativa estabilidad si no se complica el panorama político. Esa estabilidad sumada a un tipo de cambio real más depreciado podría dar oxígeno al año 2019. Mayores exportaciones gracias a esta recomposición son claves para que la demanda externa motorice la actividad.
La recomposición parcial de salarios e ingresos indexados por inflación pueden lograr una recuperación en el margen de la absorción doméstica desde los niveles actuales, sin afectar la competitividad-precio de la economía. Dentro de ese panorama, la inversión aún se muestra como una incógnita, creemos que los incentivos a invertir aún no son los suficientes para recibir buenas noticias pero el tipo de cambio más depreciado podría lograr que este agregado no se desplome.
El sector externo podría dar muestra de mejoría gracias a la corrección del tipo de cambio. La necesidad de divisas estará parcialmente satisfecha con la entrada de dólares del FMI para cubrir pagos que se realizan en pesos. El déficit del sector turismo ya no será un problema si el programa cambiario es bien administrado.
La meta fiscal de déficit primario cero se logrará principalmente con mayores derechos de exportación, lo cual vuelve a poner a las exportaciones como el determinante del año 2019. El ajuste en la obra pública será algo que afectará al total de inversiones, es un as que no se podrá jugar este año electoral. Cabe destacar que la situación de las provincias es mejor que la que tuvo de contorno otras crisis.
Es un año donde la prioridad será que no se desbande el manejo de la coyuntura, con un crecimiento entre puntas que apenas rondará el 0% en el acumulado anual. Quizás, si se logra sobrellevar bien el 2019, se puedan sentar bases para lograr consensos sobre los problemas que verdaderamente hacen que la actividad cruja año por medio.
*Economista UBA, Máster en Finanzas UCEMA y Profesor UBA Macroeconomía. Es economista de la consultora ACM e investigador de la UBA. Twitter: @guido_lorenzo