El Gobierno termina una semana mostrando una concordancia que puertas adentro no es tal. “Grábensela, ésta es la foto de la unidad”, dijo Alberto Fernández el miércoles en Ensenada, acompañado por las principales espadas del Frente de Todos. Ese mismo día se resolvió que Sergio Massa y Cristina Kirchner acompañarían a Axel Kicillof y al Presidente en el relanzamiento de un plan de vivienda paralizado por la gestión Cambiemos.

 Además, la interna Guzmán – Basualdo escaló en los primeros días de la semana y el gobernador bonaerense tomó una clara postura opuesta a la del jefe del Palacio de Hacienda. “Aumentos mayores con bolsillos flacos y con pandemia es muy difícil pensar”, señaló el lunes.

Pero ayer la posta la tomó el ministro cuando dijo que el actual sistema de subsidios era “pro-rico”. “En un país con 57% de pobreza infantil, estamos gastando en subsidiar el consumo de luz y de gas en una parte de nuestra población que hoy no es prioritario que reciba esos subsidios, barrios en donde vive gente de altos ingresos, cuando esos recursos tienen que ser utilizados para aquellos que más necesitan”, disparó desde la Casa Rosada, acompañado por Fernández y por el puñado de funcionarios nacional que llegaron a Balcarce 50 con la invitación de Alberto: Santiago Cafiero, Matías Kulfas, Cecilia Todesca.

Tarjeta alimentar

Aunque, teniendo en cuenta el conflicto que salió a la luz la semana pasada, cuando Guzmán quiso echar a un hombre de confianza de la principal accionista del Frente de Todos sin consultarlo, este viernes fue más prolijo. El Frente de Todos terminó la semana con un anuncio urgente, que lo reclamaban desde varios frentes del oficialismo.

Pero a muchos oficialistas esta medida los dejó con sabor a poco, en un contexto de pandemia, donde el Gobierno le pide a la ciudadanía que se quede en su casa pero no le dice con qué dinero va a pagar los alimentos con precios que no paran de subir. Para este nuevo anuncio, el Gobierno destinará 20 mil millones de pesos. Esta cifra representa nada más que el 22,2%, en términos reales, de lo fue el año pasado para el IFE, los 10 mil pesos que se entregaban una vez cada 45 días promedio. Por mes este programa implicaba una inversión de 90 mil millones de pesos.

Más malestar generó en el Frente de Todos, teniendo en cuenta que la semana pasada, en la Anses, se trabajó para poner en marcha un plan similar al que evitó que cuatro millones de personas cayeran bajo la línea de la pobreza el año pasado. La idea de la agencia que conduce Fernanda Raverta era extender los 15 mil pesos que el Gobierno destinó al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) al resto del país. Algo así como un IFE II. Pero no sucedió.

La decisión política, ejecutada por Guzmán y avalada por Fernández, de terminar con el IFE frenó la movida que pensaron en el entorno de Raverta durante varios días. Uno de los nombres que circularon para este programa era Asignación Familiar de Emergencia, con las siglas AFE, contaron fuentes de la Anses a Diagonales. “Estuvo a un ok de salir”, deslizaron, pero remarcaron que “es una decisión tomada que no haya más IFE, todo lo que salga va a ser austero y con otro nombre. No hay planta”.

Frente a este ambicioso plan que se pensó en las oficinas de Córdoba 720, el anuncio de Fernández de aumentar la cantidad de beneficiarios y beneficiarias de la Tarjeta Alimentar deja sabor a poco.

FMI

Con pequeños avances en el medio, la renegociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) también marcó la agenda interna del Frente de Todos. Sergio Massa se posiciona como un hombre clave, aliado a Guzmán. Pone a disposición del plan del ministro de Economía sus vínculos históricos con dirigentes de Estados Unidos.

 “Sergio siempre tuvo conexiones con funcionarios de allá, y ahora se dedica personalmente a que la estrategia de Guzmán tenga la mayor cantidad de consensos”, contaron en el entorno del tigrense a este medio.

 “Massa juega con y para Guzmán”, repiten en su entorno. El tema es que en todos los casos no pasa lo mismo. Esta semana el Senado, bastión de poder del kirchnerismo, firmó el dictamen de un proyecto que presentó uno de los máximos hombres de confianza de la vice, Oscar Parrilli. Se trata de una resolución que propone que los Derechos de Giro del FMI que lleguen a Argentina se queden en el país y se usen para financiar los costos de la pandemia. Una iniciativa que busca atar de manos a Guzmán para negociar.

 Por su parte, Massa a mediados de abril recibió en su casa de Tigre a uno de los secretarios más cercanos a Biden, Juan González. Entre asados y empanadas, el titular de Diputados le planteó que esos fondos podrían ir, al menos en una parte, para refinanciar la deuda con el FMI, o con el Club de París, algo que en principio fue visto de buena forma por el norteamericano. Pero a los pocos días en el Senado se conoció esta iniciativa, casi como una forma de imponer al Gobierno que gaste más, que la situación social no puede esperar.