Fin de ciclo
Columna de opinión por Manuel Adorni
Junto con la ex Presidente de Aerolíneas Argentinas Isela Costantini, Alfonso Prat-Gay fue el segundo nombre que se despide, junto con el año 2016, del Gabinete de Mauricio Macri, y no es éste un dato menor es quien se desempeña (porque aún lo hace, hasta que concluya la semana) como Ministro de Hacienda y Finanzas de la República Argentina. Cartera ésta que dejará de existir en el 2017 para darle paso a su cuestionada división Ministerio de Hacienda a cargo de Nicolás Dujovne por un lado, y Ministerio de Finanzas a cargo de Luis Caputo, por el otro. Lo que implicaría que el primero se desempeñe administrando el gasto público y el segundo, enloquezca encontrando la mejor forma de financiarlo.
Parece que con este golpe de timón (aunque tal vez se siga navegando con el mismo rumbo) se busca dar un respiro a la golpeada cartera económica representada hasta estos tiempos por Alfonso Prat-Gat, con sus aciertos y errores ha pasado junto con él, el primer año de la era del Presidente Macri.
En el pasado han quedado muchos logros que son difíciles de evitar nombrar cuando se trata de esgrimir un balance de gestión del ex colaborador del equipo económico. La salida del catastrófico cepo cambiario (problema que hace un año parecía imposible de solucionar en el corto plazo sin consecuencias devastadoras e irreparables para la vida de los argentinos). La regularización de la deuda pública que comenzó con la renegociación de la deuda con los Holdouts (aunque gran parte de la negociación fue hecha por el flamante Ministro de Finanzas, Luis Caputo en su calidad de Secretario de Finanzas), su consecuente vuelta al mercado de crédito internacional y el éxito que se estima tendrá el blanqueo de capitales (tema éste que arrojará los resultados más contundentes durante los primeros días del mes de Enero próximo) son algunos de los logros que se lleva consigo el inminente ex Ministro.
Claro que los costos de los errores siempre son más contundentes que los beneficios de los aciertos. En este año existieron cuestiones que no ha podido sortear el Ministro Prat-Gay, en especial aspectos políticos que no se lograron encauzar sus entredichos y fricciones con el Presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger (a quien se le adjudican prácticamente todas las virtudes de la desaceleración de la inflación), sus enemistades internas con el Jefe de Gabinete Marcos Peña y demás integrantes del Gabinete, su fallido intento de reducción del nivel de déficit fiscal y su definitiva derrota interna en su batalla pública por imponer el proyecto de modificación del Impuesto a las Ganancias de su propia autoría, hicieron de la renuncia de Prat-Gay, crónica de un final anunciado.
Lo que queda aquí son solo vistas al futuro y determinadas cuestiones que deben resolverse en manos de los flamantes Ministros, que lejos de catalogarlos como continuidad o como cambio, deberán sin titubear emprender una cruel batalla contra el abultado déficit fiscal, la falta de inversión, el débil nivel de empleo y toda una reforma impositiva, fiscal y hasta cultural que produzcan en la economía argentina características que hemos buscado durante décadas ser competitivos, ganar productividad y vender nuestros productos al mundo, generando empleo de calidad y mejoras en el ingreso per cápita, pero por sobre todo deben contribuir para que nos transformemos en una sociedad que tenga un futuro alejada de la pobreza, la marginalidad y el tercermundismo.