La estrategia macrista no es crecer en las provincias con fuerza propia sino vampirizar y lograr acuerdos puntuales y de superestructura con los poderes provinciales. Así lo hizo en Neuquén y ahora en Río Negro.

Le importa centralmente fortalecerse blandiendo el fantasma K y robustecerse venciéndolo sin importarle cómo.

El duranbarbismo no da puntada sin hilo, sólo le importa ganar a cualquier costo. Estamos ante una novedosa forma de acción política ante la que, al parecer, no existiría un diagnóstico lo suficientemente lúcido como para generar los pasos de acción a seguir correctos. En ese sentido, uno de los ejes a seguir es que Macri arregló con cada provincia de tal manera que hoy son los Estados provinciales los que están mejor que la nación en varios aspectos y ello contribuiría a una cierta estabilidad en el interior del país, algo que indirectamente beneficia o al menos no  complica a Casa Rosada.

Al día de hoy se percibe que Cambiemos tiene una estrategia ya delimitada con pasos tácticos acordes, algo que, sumado a equipos de difusión muy afiatados le confiere un poder de fuego nada desdeñable. Enfrente hay varias expresiones que en muchos casos aparecen más preocupadas en saldar sus asuntos internos que en preparar una oferta política concreta para la sociedad. En el medio surgen elementos como el caso Samid que son perfectamente capitalizados por el sistema Cambiemita mientras que el peronismo no hace más que pagar costos del conjunto por una aventura de tipo individual.

Así las cosas, la campaña 2019 se presenta muchísimo más compleja que lo que se puede suponer. Es que el macrismo aprendió los trucos de la acción política -los buenos y los otros- y sorprende a un peronismo que se creía como el más bicho entre los bichos. La contienda es con un rival que demuestra un manejo sabio de prácticamente toda la acción política. Por eso asombra cómo desde diversos sectores del peronismo se festejan las pobres performances del macrismo en provincias como Neuquén y Río Negro cuando en rigor estamos ante una nueva forma de entender la política como una sumatoria de acuerdos puntuales de superestructura en cada caso.

Finalmente, el dato a analizar es cuánto suma la tan mentada Unidad puesto que Soria sumó a todos los sellos habidos y por haber y prácticamente obtuvo los mismos votos que el peronismo recogió en 2015.

El triunfo holgado de Weretilneck demuestra, además, que hay espacio para opciones que se presenten por fuera del esquema macrismo-kirchnerismo. Por supuesto que nada está cerrado pero el mensaje parecería pasar por este lado.