La Patria Grande presente
Los países de la región acompañarán la asunción presidencial de Alberto Fernández. Acorde al momento álgido del Cono Sur la presencia de mandatarios será dispar. Cuba, Chile, Uruguay y Paraguay, algunos de los países que enviarán presidentes. Tres visitas importantes: el ex Canciller de Lula Celso Amorín, el ex presidente Rafael Correa y el articulador del Grupo de Puebla Marco Ominami
La presencia de Jefes de Estado de la región en la asunción presidencial de Alberto Fernández tuvo varias marchas y contramarchas en los últimos días. Era presumible que los socios zonales del nuevo mandatario argentino no pudieron dar una respuesta certera acerca de su estancia en Buenos Aires el 10 de diciembre. El Cono Sur registró una serie de hechos trascendentes desde que la fórmula presidencial del Frente de Todos se impuso en la jornada electoral de octubre: hubo un golpe de Estado violento y de nuevo tipo contra el gobierno constitucional de Evo Morales en Bolivia, el presidente brasileño Jair Bolsonaro profundizó un inédito discurso de confrontación contra el pronunciamiento electoral argentino, además se precipitaron una ascendente ola de protestas contra administraciones neoliberales del arco andino que parecían consolidadas en Chile y Colombia.
Por lo tanto el color gubernamental de la Patria Grande en el día uno del ciclo de Alberto Fernández tendrá las particularidades de una coyuntura regional especial. Es más, el vecino país Uruguay, inmerso en una agenda de transición presidencial que culminará el próximo 1 de marzo, será representado por tres presidentes: el ex Jefe de Estado José Mujica –de buen vínculo con Fernández-, el actual presidente Tabaré Vásquez y el recientemente elegido mandatario Luis Lacalle Pou.
Pero, sin lugar a dudas, del álbum de fotos zonal, la foto diplomática de Bolivia es la que más concita atención. El entrante Jefe de Estado argentino aclaró en más de una oportunidad que no reconoce a la Senadora de Beni Jeanine Añez como una presidente legítima, y que no lo hará con ningún mandatario del altiplano hasta que no haya elecciones justas en ese país. En contraposición, el líder derrocado aymara Evo Morales llegará en los próximos días desde La Habana para estrechar la mano de Alberto Fernández, a quien está eternamente agradecido por las gestiones hechas para permitir su exilio en México. Morales acaba de ser designado jefe de campaña por el congreso partidario del MAS para unos comicios que se desarrollarían en marzo o abril. Las garantías de ese proceso no son las mejores: de hecho hoy martes fue detenido en Cochabamba de forma arbitraria el Cónsul de Bolivia en Buenos Aires Ademar Valda cuando se disponía a viajar a la capital argentina.
La otra estancia significativa del Cono Sur en la coronación presidencial de Alberto Fernández pasa por la situación de Brasil. El mandatario Jair Bolsonaro afirmó el último lunes que ningún representante de su país, ni siquiera un funcionario de segunda línea, convalidaría con su presencia el cambio de ciclo político en el otro gran socio del Mercosur. Sin embargo, en las últimas horas, el Palacio Itamaraty confirmó que el general retirado Hamilton Mourão, Vicepresidente de la nación, será quién represente a la potencia verdeamarelha. No es un dato a pasar desapercibido, Mourão proviene de las fuerzas armadas al igual que Bolsonaro pero su visión de país colisiona, y cada vez con menos disimulo, a la de un mandatario cada vez más proclive a profundizar el neoliberalismo. De perfil nacionalista Mourão fue clave para que el presidente derrocado Evo Morales pueda sobrevolar territorio brasileño cuando el líder aymara se dirigía a México para establecer su exilio.
Por último, sin representación gubernamental, pero sí política, y con una visión de la región en sintonía a la de Alberto Fernández, habrá otras tres visitas importantes a tener en cuenta: Celso Amorin, ex Canciller de Luiz Inácio Lula Da Silva, el dirigente progresista chileno y articulador del Grupo de Puebla Marco Enríquez Ominami, y el ex presidente ecuatoriano Rafael Correa, quien transita un exilio forzoso en Bélgica.