Perder en el último minuto
Hay diferentes maneras de plebiscitar la política de un gobierno. No solo con las urnas. Y más en el país de los Diego Maradona y Lionel Messi. El fútbol es impredecible y la política también
Mauricio Macri dejó de ser inmune. El Gobierno nacional demuestra una enorme debilidad. Esta realidad, que es la única verdad, sucede desde mediados de diciembre pasado, tras los incidentes durante la reforma previsional debatida en el Congreso de la Nación. La dimisión del subsecretario general de la Presidencia, Valentín Díaz Gilligan, debe astillarse en ese trayecto que comenzó durante ese mes.
Si el comportamiento de los mandatarios se mide sobre todo en tiempos de crisis, Macri es un mandatario con enormes problemas ante los problemas.
Hay diferentes maneras de plebiscitar la política de un gobierno. No solo con las urnas. Y más en el país de los Diego Maradona y Lionel Messi. El fútbol es impredecible y la política también. Se puede perder en el último minuto. Macri fluctúa entre dos realidades futboleras. En el pasado reciente, su figura se acrecentó políticamente desde aquel Boca Juniors ganador de todas las copas y la demostración de repudio actual prende en las canchas. El “Mauricio M… la puta que te parió” que entonaron miles de hinchas de San Lorenzo el 4 de febrero pasado tras un empate con Boca, transita en esa línea. Lo mismo en el estadio Monumental, con el público de River Plate cantándolo a coro. ¿Se puede perder en el último minuto?... Vaya paradoja, vaya canto… Si, se puede.
El Gobierno nacional palpita que su escenario de maniobra no es ascendente como hace dos años atrás. El reciente acto convocado por Hugo Moyano trasciende la pelea colosal entre un sector del sindicalismo y el Poder Ejecutivo. Asoman vientos nuevos a tener en cuenta:
El dirigente bancario, el radical Sergio Palazzo se asoma al timón de la Confederación General del Trabajo. Un hombre proveniente del radicalismo autóctono que no se traicionó por cargos o poder político municipal. Su presencia fortalece el movimiento nacional y popular. Otros radicales ya no tienen retorno.
Eugenio Zaffaroni surge desde las huestes de los poderes mediáticos de facto como un golpista confeso. Si el juez Ariel Lijo ordenó la captura de la entrevista con un temible operativo policial en Radio Caput es por su inocultable obsecuencia a los medios dominantes. Que Zaffaroni haya expresado su deseo de que este gobierno termine cuanto antes “porque nos está llevando a una catástrofe social” no es la reivindicación de ningún delito ni tampoco las declaraciones del propio Macri cuando dijo en agosto de 2010 que “habría que tirar a Kirchner por la ventana porque no lo aguantamos más”.
El potencial riesgo de un final abrupto del gobierno está relacionado directamente al 2001, de comienzo del actual siglo y no de los años 20. Esa es la preocupación de un jurista de la talla de Zaffaroni. En aquel tiempo del “que se vayan todos”, lo políticos estaban escondidos y asustados, y eran quienes debían ante la crisis institucional suscribir acuerdos para sofocar el incendio que ellos mismos habían generado. Con sus declaraciones, el ex juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, alerta a la necesidad de concebir un potencial sostén organizado. Tras la caída de la anterior Alianza UCR/Frepaso se recurrió de urgencia a Eduardo Duhalde, derrotado en las urnas dos años antes en 1999, por ser la cara más representativa de la estratégica provincia de Buenos Aires y quien terminaría huyendo del gobierno tras las muertes de Darío Kosteki y Maximiliano Santillán, en el adelantamiento de los comicios que ungieron a Néstor Kirchner primer mandatario en 2003. Es necesario que la clase política en su conjunto esté preparada. No para reemplazar a Macri sino para evitar la catástrofe.
¿Y el peronismo? Este movimiento se moderniza ante la presencia de gobiernos de extirpe antiperonista. Los dirigentes justicialistas están encarando enormes esfuerzos para comprender esta situación política. La propia ex presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner lo está haciendo más con sus silencios que con su presencia. La suma de los factores obliga a juntarse más allá de las convocatorias. En esa línea fue el acto de Hugo Moyano pasado, al margen de sus problemas con la Justicia y la pelea con Mauricio Macri.
* Abogado y periodista. Twitter: @Emilianov9