Se mueve, juega, distribuye piezas en el tablero y va y viene entre posiciones que no permiten pronosticar con certezas su punto de llegada. CFK está activa como nunca y decidida a ocupar un rol protagónico en el año electoral del peronismo. De todas las formas posibles.

La semana que culmina dejó una atisbo de distensión en la interna del peronismo bonaerense. La que comienza promete el inicio de la más difícil de las discusiones. CFK dio la orden de bajar el proyecto que establecía la concurrencia de las elecciones provinciales con las nacionales, en lo que no pocos leyeron un triunfo de Kicillof y su postura por el desdoblamiento. Pero ese reconocimiento fue a medias por parte de la ex presidenta, que se guardó para sí una carta de peso: estirarle los tiempos electorales al gobernador para coparle la agenda de campaña y jugar a dos bandas hasta último momento en la madre de todas las batallas internas, la discusión por las listas.

La suspensión de las PASO que se votó con más de dos tercios el martes pasado en el Senado bonaerense terminará de concretarse este miércoles en Diputados. El presidente de la Cámara Baja, Alexis Guerrera, convocó a una sesión a las 15 horas para terminar la faena que empezaron los senadores del peronismo con la venia de CFK. Sin embargo, el resultado terminará siendo agridulce para Kicillof, que logró imponer los comicios desdoblados pero deberá seguir pugnando en cuanto a las definiciones estratégicas electorales con la mirada de la ex presidenta.

El factor a mirar en la jugada de CFK es temporal, cronológico. La ex presidenta avisó en tuit del lunes pasado en el que ordenó desistir de la concurrencia que no le estaba dando con ello la razón totalmente al planteo de Kicillof. Más bien lo contrario, se encargó de dejar por escrito que había instruido a su tropa legislativa en acompañar el proyecto del gobernador en lo que fuera “pertinente”. Un día después de ese tuit se plasmó en la Legislatura a qué se refería CFK con ese calificativo: el kirchnerismo no consideró pertinente aprobarle a Kicillof su cronograma electoral, que quedó fijado como establece la ley actual.

Las implicancias de ese movimiento se derramarán en la rosca por las listas y en la política en torno a la campaña electoral. El proyecto del Ejecutivo bonaerense establecía el cierre de listas para 70 días antes de los comicios. De haberse aprobado, dichos cierres hubieran ocurrido el mes de mayo, dejando un márgen de unos tres meses para una campaña totalmente protagonizada por el gobernador y en la que el eje hubiese sido el modelo de gestión bonaerense versus la deserción del Gobierno nacional. Una polarización Kicillof-Milei que podría posicionar al gobernador como principal faro en la oposición. Esos planes quedaron al menos en suspenso luego de la sesión del Senado provincial del martes pasado.

Es que, al no haberse aprobado el capítulo del proyecto del Ejecutivo que establecía esos plazos, el cierre de listas quedó fijado hasta ahora para 30 días antes las elecciones. Esa fecha sería el 8 de agosto. La temporada de rosca durará entonces bastante más de lo que esperaba el Gobierno provincial.

El kirchnerismo argumentó su decisión con una especie de chicana hacia Kicillof. La tropa legislativa de CFK, encabezada por Teresa García, se amparó en un planteo con el que el propio gobernador sacudió todo el año a Javier Milei: en un año electoral no se modifican las reglas electorales. Ese argumento, con el que Kicillof fustigó a Milei desde que se aprobó la Boleta Única de Papel y a partir de lo cual sentenció que la elección estaba desdoblada “de hecho”, fue el utilizado por el cristinismo para sostener los plazos electorales establecidos hoy en la ley y no aprobar los que propuso el kicillofismo.

Fue una jugada a dos bandas de CFK. Por un lado, no le entregó una victoria total a Kicillof en la discusión interna y se reservó para sí un tiempo fundamental para definir dónde jugará en estas elecciones. Por el otro, acortó los plazos de la campaña provincial, que ahora quedará muy pegada a la nacional de cara a los comicios del 26 de octubre, cuasi obligando a discutir una agenda más nacionalizada y menos local como pretendía el gobernador.

En el entorno de la ex presidenta insisten en que será candidata a diputada provincial por la Tercera Sección electoral. Con toda una trayectoria histórica de definiciones a último momento y sorpresivas de CFK en cuanto a sus candidaturas, este anuncio tan repetido como anticipado parece operar ante todo como un elemento de presión. Interno, para condicionar las negociaciones en el peronismo, y externo, para mover sus fichas en el tablero político judicial que la tiene a tiro de una definición de la Corte Suprema. 

Lo cierto es que esa posibilidad de ejercer presión de CFK quedaba reducida si las definiciones debían llegar entre el 14 y el 24 de mayo, fechas que el proyecto de Kicillof establecía para el cierre de alianzas y de listas en la PBA. Ahora, con esos plazos extendidos hasta agosto, la ex presidenta tiene otra posibilidad: la de jugar al misterio hasta el último momento en cuanto a si será finalmente candidata provincial o si encabezará la lista de diputados nacionales por la PBA, que cierra el 17 de agosto, apenas 9 días después que el cierre provincial.

Se trata de una definición que cambia el escenario por completo. CFK como candidata nacional unificaría a todo UP y es sin dudas la carta más fuerte que el peronismo tiene para jugar contra un posible armado de LLA y el PRO en la provincia. CFK como candidata en la Tercera Sección electoral desataría una batalla con intendentes aliados de Kicillof que reclaman para el armado del gobernador los principales lugares en esa lista. La ex presidenta tendrá hasta último momento esa carta bajo la manga para ofrecer como prenda de unidad: encabezar la lista nacional, construir una propuesta potente para enfrentar al Gobierno en octubre, pero a cambio de lugares en las listas provinciales para los propios. Dilema para Kicillof, que deberá definir cuánto tensa y cuánto cede en esa discusión por venir.

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X de Cristina Kirchner

Por fuera de esta discusión de rosca y de listas, CFK también le marcó la cancha a Kicillof en términos políticos. Uno de los objetivos centrales del gobernador con el desdoblamiento era provincializar la discusión electoral, plebiscitado la gestión bonaerense como modelo alternativo al Gobierno nacional. La postura del cristinismo en esta discusión siempre fue la de la necesidad de nacionalizar la discusión. Con el cierre de listas tan cerca de las elecciones del 7 de septiembre, a Kicillof le quedará muy poco tiempo para desplegar la campaña que pretendía, e inevitablemente el debate discurrirá más por los carriles que pretendía la ex presidenta que a los que apuntaba el gobernador.

La ex presidenta está jugando a fondo. Sólo esta semana publicó tres mensajes en su cuenta de X: el mencionado para bajar la concurrencia, uno criticando a Milei por sus festejos por el nuevo endeudamiento con el FMI, y otro en referencia a la caída de la participación de los asalariados en el PBI. Su decisión de estar en el centro del ring, tanto para la toma de definiciones estratégicas que afectan al conjunto del peronismo, como para ser la principal voz opositora al Gobierno nacional, está más que clara y puesta sobre la mesa. 

CFK sigue teniendo cartas en sus manos y la va jugando conforme avanza un escenario donde sus posiciones se ven tensionadas por propios y extraños. Así seguirá todo este año electoral, marcado por la fragmentación y en el cual cada quién piensa en cómo quedar mejor posicionado de cara al 2027. La ex presidenta no es la excepción, en un contexto en el que algunos ya se animan a decir que sus chances de volver al Sillón de Rivadavia crecerán con el desencanto frente a Milei.