María Eugenia Vidal y su equipo: ataques de pánico por perder la Provincia
La Gobernadora y sus figuras de máxima confianza en alerta ante las turbulencias políticas en Cambiemos y el avance de la unidad peronista
*Editorial
En los últimos días pasaron cosas en la política. Y no existe hecho político que no tenga impacto en el entramado político del principal distrito electoral del país: la provincia de Buenos Aires. Las alertas se comenzaron a encender en la Casa de Gobierno cuando se recrudeció el conflicto docente. La falta de acuerdo, el fracaso de la estrategia de desgaste al sindicalismo sectorial –con Baradel a la cabeza- hace que la gobernadora María Eugenia Vidal pague cada vez más costos políticos y que su figura ya no resulte “intocable” como en sus primeros dos años de gestión.
Los costos políticos que ha tenido que pagar la mandataria provincial se ven reflejado en dos hechos importantes. En primer lugar, la caída de la imagen de la Gobernadora que los encuestadores tienen en un promedio de veinte puntos en los últimos seis meses. Y lo segundo, que preocupa aún más, es la posibilidad real de que la dirigente más “querida” del oficialismo sufra escraches permanentes en toda la provincia, tal como ocurrió en Chascomús, donde sindicalistas hicieron que Vidal se fuera de manera anticipada y por la puerta de atrás. Ese episodio fue bisagra y obligó al equipo de la mujer PRO a rediseñar toda su agenda. Ya no puede caminar por la Provincia con la tranquilidad de otros tiempos.
Al enfrentamiento antes mencionado con los docentes –que nuclea a casi 300 mil maestros- Vidal se lo endilga a Macri. Tal vez ella hubiera elegido otra relación, pero la verdad es que tuvo que seguir los lineamientos de su jefe político y hoy se encuentra en un camino sin retorno. Cada vez que habla del tema, dicen los que la conocen, mastica bronca.
Otros hechos sin dudas han puesto en jaque la tranquilidad de Vidal. Las primeras señales de “unidad” del peronismo es uno de ellos. Hay tres episodios del principal espacio opositor que causaron sorpresa y miedo en el oficialismo provincial. El primero y quizá el más tibio fue la unión del bloque FPV y Argentina Federal en Diputados para impedir que Carrió pudiera asumir la presidencia de la Comisión Bicameral que controla a los fiscales. Sin embargo, a pesar del enojo de la Diputada que integra la Alianza Cambiemos, nadie imaginó que esa podría ser la punta del iceberg.
Desde el oficialismo solo pudieron tomar dimensión de todo esto cuando se trató –hace pocos días- la renovación de los miembros del Congreso en el Consejo de la Magistratura. Ahí también los estrategas de Cambiemos quedaron mirando al sur cuando el FPV, el massismo y el Bloque PJ se quedaron con los lugares de la mayoría y obligaron al radical Mario Negri y a la UCR a quedar afuera y perder el miembro que sostenían desde 1995.
Carrió, dicen algunos de su entorno, celebró lo ocurrido. Acaso era consecuencia de lo que ella misma había dicho apenas un mes atrás y que fuera ignorado por la UCR y el mismísimo Gobierno.
El último movimiento que se dio en el Congreso Nacional fue la falta de quórum para la sesión donde se debía tratar el desafuero de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El peronismo, en un movimiento esperado, faltó en masa a la sesión y dejó solos y expuestos a los senadores de Cambiemos, que con preocupación veían como todo el arco peronista lograba cada vez más cohesión.
La sangre la mancha a Vidal
Esta interna que no deja de producir heridos mancha la estrategia de la Gobernadora. Dicen en calle 6 que el coletazo de la furia radical llegará al territorio bonaerense, más precisamente a la Legislatura provincial y trabajan con los alfiles de la mandataria para contener posibles rupturas en medio de los principios de unidad del PJ y donde los boinas blancas comienzan a mostrar y expresar sus diferencias.
Federico Salvai y todos sus enviados, miraban con asombro como el miércoles en el salón Cafiero del Senado bonaerense se juntaban todos los bloques de diputados y senadores de extracción peronista con casi 40 intendentes con un solo objetivo: rechazar el Presupuesto que presentó el Gobierno hace unos días, donde intentan transferir una parte importante del ajuste hacia los municipios.
En este contexto, los acuerdos del pasado que permitieron que la gobernadora tuviera los presupuestos de los tres años anteriores y que le permitieron tomar una deuda histórica parecen esfumarse al no encontrar interlocutores dispuestos a pagar el costo de volver a aprobar un presupuesto de ajuste y deuda.
En medio de esta negociación sin interlocutores serios, la gobernadora descansa su carta más importante en la posibilidad de contar con los votos de Sergio Massa y que algún intendente con representación legislativa haga un doble juego peligroso: que milite, declare y exponga en contra del Presupuesto y mande a su legislador a ausentarse en la votación. Esto ya sucedió, es un punto de equilibrio para seguir adelante.