Solo en la primera semana del año, se detectaron más de 100 fiestas clandestinas en la Provincia
El dato da cuenta de la necesidad de las nuevas medidas sanitarias que restringen la circulación nocturna. “Las fiestas clandestinas no son solo juntadas de pibes, hay negocio organizado”, dijeron desde el Ministerio de Seguridad de la Provincia. De la mano de las nuevas medidas, reforzaran los controles en la Costa y en el conurbano
El problema, se ve, es mucho más serio que lo que mostraron las imágenes de la falta de cuidados en los "decks" de Pinamar o el relajamiento generalizado frente a los protocolos sanitarios. Solo durante la primera semana de enero se detectaron más de 100 fiestas clandestinas en la Provincia de Buenos Aires, según confiaron a Diagonales fuentes del Ministro de Seguridad que conduce Sergio Berni. El dato incluye todo tipo de reuniones no permitidas por los protocolos vigentes, desde las relativamente “pequeñas” hasta las masivas y organizadas, que llegan a cobrar hasta 2000 pesos el ticket, o aquellas que se dieron incluso en ambientes cerrados, como boliches y bares. Y sirve para dimensionar hasta qué punto trepó la preocupación de las autoridades nacionales por “la nocturnidad, que promueve los contagios porque las medidas se suelen relajar”, tal como describió este viernes la secretaria de Acceso a la Salud, Carla Vizzotti, durante la conferencia de prensa en la que el Gobierno anunció la nueva “sugerencia” a las provincias de restringir la circulación entre las 23 y las 6 de la mañana, según cada caso.
Sin ir más lejos, el fin de semana pasado, inmediatamente posterior al fin de año, se desarticularon 32 reuniones masivas, diez de ellas en la Costa Atlántica y el resto en quintas, bares y boliches, principalmente del conurbano, según un relevamiento de la Dirección Provincial para la Gestión de la Seguridad Privada, que está a cargo de coordinar el control de la nocturnidad bonaerense en tiempos de pandemia.
Según los datos que maneja esa dirección, a cargo de Marcelo Montero, desde diciembre se reciben más de 300 llamados al 911 cada fin de semana, con denuncias de vecinos que alertan sobre potenciales fiestas clandestinas. Esas denuncias funcionan como uno de los puntapiés para las investigaciones que derivan en los operativos que terminan clausurando boliches o desarticulando las reuniones no permitidas, en ese caso mediante la intervención de la justicia federal.
En los operativos interviene el Registro Provincial para la Comercialización de Bebidas Alcohólicas (REBA) y el Registro Público de Controladores de Admisión y Permanencia (RECAP), que desde la entrada en vigencia de la etapa de distanciamiento social puso el foco en controlar la aplicación de protocolos y la intervención en las reuniones clandestinas. A lo que sumó desde diciembre el despliegue de unos 12 mil efectivos de la bonaerense en el operativo “Sol a Sol” en unos 41 distritos, con el eje puesto en la costa y los destinos turísticos.
Sobre el filo de las fiestas también se sumaron los municipios, con sus propios controles y operativos. En Moreno, por citar un caso, se intervino en siete fiestas clandestinas entre el 31 y el primero, y en otras dos el fin de semana posterior.
Entre Navidad y Año Nuevo, el ministerio de Seguridad difundió varios operativos. Se desarticularon fiestas privadas en La Plata, una para 500 y otra para 1200 personas, en una estancia en Romero; una en Pilar para 150 jóvenes; otras tres en Moreno, dentro de un mismo predio, para 1800 personas; y otras tres en José C Paz, dos en casas quintas y otra en un salón, donde “se vendía alcohol, se pagaba entrada, había DJ, luces y espacio para bailar”.
El fin de semana posterior a fin de año, se vieron fotos y videos de fiestas clandestinas en Pinamar y Mar del Plata. En la feliz se “desactivó” una fiesta a la altura del Balneario Jura Vida, con alrededor de 60 personas. En ambas localidades de la costa, además, se clausuraron dos bares. En todos los casos se aplicó el famoso artículo 205, que pena la “propagación de enfermedad”.
Al margen quedan las reuniones entre jóvenes (y no tanto) que no llegaban a congregar un número masivo pero que igualmente violaban la normativa vigente, que no permitía el encuentro de más 20 personas. De esas, explican desde la dirección a cargo de Montero, hay otras 100 cada fin de semana.
Pero el principal foco, si bien está claro que el incremento en la curva de contagios vino de la mano de los jóvenes de entre 20 y 29 años, y de la circulación nocturna, está puesto sobre todo en la organización de los eventos masivos. “Las fiestas clandestinas no son solo juntadas de pibes, hay negocio organizado”, describieron la situación desde el entorno de Berni.
“Hay de todo, desde reuniones familiares en quintas para 50 personas hasta otras masivas organizadas en clubes o al aire libre, en casas de fiestas, para más de mil personas, que tenían montada toda una estructura, carpas, entradas que se vendían por código QR por dos mil pesos y hasta tenían merchandising de la fiesta. Totalmente organizadas y sin habilitación”, aportaron desde el entorno del director de Gestión de la Seguridad Privada, Marcelo Montero.
Con la entrada en vigencia de la nueva normativa en la Provincia, que junto a la Ciudad de Buenos Aires restringirá a partir del lunes la circulación entre la una y las seis de la mañana, desde el ministerio de Seguridad prometen “fortalecer” los controles. Habrá que ver si alcanza para frenar una potencial segunda ola.