Bonaerenses por el mundo Desde la antigua ciudad de Spalatvs, Croacia
Por Tin Bojani de Adrogué
En la Costa Dálmata se halla una naturaleza privilegiada. Existe un Mar Adriático con unas tonalidades de las más bellas que pueda uno imaginarse. Y allí, miles de islas, que parecieran competir entre sí con sorprendentes singularidades paradisíacas.
Como si aquello no fuera ya demasiado, por toda la región existen pueblos construidos por griegos y romanos. Donde por tradición mediterránea, por sus callecitas de piedra, pueden percibirse todos aquellos aromas que hacen de la cocina del sur de Europa una de las más encantadoras. Y entre los habitantes, que habrá hombres de buen porte, lo que seduce al que llega, son las bellísimas mujeres de movimientos entremezclados por la delicadeza persa y firmeza eslava que aquí se hicieron una.
En eso está la antigua Ciudad de Spalatvs, hoy Split, construida desde y alrededor del Palacio de Diocleciano hace más de diecisiete siglos. Una arquitectura imponente frente al mar, que se ordenara edificar por la antigua ciudad de Salona, hoy Solin.
Expandida durante el Reino de Venecia, más tarde por el Imperio Austrohúngaro, y pasando también por allí el proyecto socialista de la Yugoslavia, referenciando su constante devenir. Por nuestros días, es la segunda ciudad en importancia, después de Zagreb, en la República de Croacia; aquella que sufriera tanto en su guerra por la independencia a fines del siglo pasado. Aún más, hoy se ha transformado en uno de los destinos turísticos más increíbles de la Unión Europea, promovido oficialmente como "El Mediterráneo tal como una vez fuera".
Nacido yo en las Tierras de Adrogué, en el Partido de William Brown, y por mi oficio de escritor, estuve paseando y viviendo por distintas ciudades de América, y ya son más de diez años los que puedo sumar por España, Italia, Irlanda& Y porque tuve una abuela de la Isla de Hvar, existiendo una gran comunidad croata en la República Argentina, sucedió la primera visita cuando quise ver de dónde venía parte de mi sangre.
Otros, a diferencia, llegan como turistas enamorándose del lugar y deciden fijar residencia o abrir algún negocio. Y muchos casos por aquella poderosa razón que es el tan conocido, y a la vez desconocido, amor.
Con todos esos motivos simultáneos, tras varios otros intentos, finalmente tuve una oportunidad que no correspondía despreciar. En el mismísimo Palacio de Diocleciano, encontré la casa natal del padre de la literatura croata, Marcvs Marvlvs (Marko Maruli), que pude restaurar y abrir sus puertas en el 2013. Entonces ahora, en donde naciera el Cervantes croata, hay un café, que también es librería, extendiéndose en galería de arte, y donde se escucha jazz.
Muchas veces sucede que algún argentino decide ingresar porque desde afuera se escucha algún tango. Y los otros que por acá viven o visitan, hacemos del espacio el punto de reunión para celebrar las fechas patrias. Y ante los ojos de todos los turistas del mundo entero que a esta casa se acercan, pronto estará exhibida permanentemente turba de las Malvinas, para que desde aquí, también, todos sepan que nuestro reclamo jamás se olvida.
"La inestabilidad de mi vida la provoca el oleaje que conduce mi embarcación al paraíso"