Por más educación y menos trabajo infantil
Los números de la última Encuesta de Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes (EANNA) y el rol del Estado por sobre la cuestión cultural
La Encuesta de Actividades de Niñas, Niños y Adolescentes (EANNA) con fecha de noviembre de 2017 y publicada en 2018 puso en clara evidencia que el trabajo infantil no es una cuestión cultural que se pueda revertir rompiendo los prejuicios y mitos culturales que toleran su existencia.
Más bien, es consecuencia directa de un período recesivo al que nos empujó el actual gobierno liberal y que obliga a los hijos de los condenados de la tierra a buscar empleo para colaborar con la economía de su hogar, poniendo en riesgo su permanencia en el sistema escolar.
Un gobierno que llegó hablando de transformar, de alcanzar la «pobreza cero», de no ocultamiento de datos, pero que muestra en este caso -como en tantos otros-, la ineptitud para encarar acciones concretas que enfrenten los problemas.
La población estudiada alcanzó un total de 7.631.837 de niñas, niños y adolescentes de 5 a 17 años que residen en viviendas particulares de zonas urbanas (6.604.464 casos) y zonas rurales (1.027.373 casos), en base al Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas del 2010.
En las zonas rurales, 2 de cada 10 niños y niñas de 5 a 15 años de edad desarrollan algún tipo de actividad. Mientras, que en las zonas urbanas, la proporción es de 1 de cada 10 niños. Pero los números son mucho peores cuando se toma la franja de adolescentes que va entre los 16 y 17 años de edad. En las zonas rurales, 5 de cada 10 adolescentes se encuentran trabajando, mientras que en las zonas urbanas son 3 de cada 10 los que lo hacen.
Sin embargo, el dato más preocupante se relaciona con la asistencia a los establecimientos educativos. Porque en las zonas rurales, casi 4 de cada 10 adolescentes que desarrollan algún tipo de actividad no puede concurrir a los establecimientos educativos y 2 de cada 10 que no concurren al colegio tampoco trabajan. La misma problemática se refleja en las zonas urbanas, ya que casi 3 de cada 10 adolescentes no pueden asistir a los establecimientos educativos por razones vinculadas a las actividades que desarrollan y, 1 de cada 10 ni trabaja ni estudia.
Si bien, este informe se corresponde al mes de noviembre del 2017, momento de mejores datos socio-económicos del actual gobierno, las proyecciones nos indican que, en caso de relevarse las mismas variables, los datos relacionados al trabajo infantil ,como así también, al ausentismo en el sistema escolar, serían más elevados porque la encuesta fue anterior al contexto recesivo del periodo 2018/2019 que registró ― según el informe correspondiente al cuarto trimestre de ese año ― un aumento de la pobreza que alcanzó al 61% de los niños (0 a 12 años) y al 55,6% en los adolescentes (13 a 17 años).
En esta línea, debemos sumarle la ausencia de un Estado que, pese a tener estos mismos datos, demuestra su incapacidad para enfrentar los problemas que aquejan a los sectores más postergados, esos mismos que durante toda la campaña del 2015 y con el slogan de «pobreza cero» fueron engañados para apoyar un gobierno que les dio la espalda.
Hoy y con estos datos revelados, nos damos cuenta que solo fue eso, un slogan de campaña.
*Profesor en Historia, Magister en Políticas Sociales (FLACSO), Docente UNLP. Twitter: @AColicignoOk