La Deuda Externa es hace varias décadas un problema permanente en la política argentina. En nuestros días, el gobierno de Alberto Fernández enfrenta uno de los ciclos de endeudamiento más complejos de nuestra historia. Experiencias del pasado nos pueden ofrecer claves para comprender las opciones que puede tener a su alcance el presidente para resolver la cuestión.

Orígenes

El primer gran empréstito concedido a nuestro país fue el que negoció en 1824 Bernardino Rivadavia. Por varias décadas, el peso de la deuda impidió el desarrollo económico independiente de la naciente república, dado que ahogaba sus finanzas y se respaldaba en concesiones tales como enajenar tierras fiscales a los acreedores en caso de insolvencia por parte del deudor. Aquí podemos observar una de las primeras claves de la cuestión. Las grandes potencias mundiales no buscan el cobro de intereses usurarios de dinero sino que el país deudor se vea impedido indefinidamente de honrar sus compromisos. De esta forma, el país acreedor puede reclamar, cual Shylock con la libra de carne, ventajas económicas, comerciales o patrimoniales.

Asimismo, el endeudamiento en la historia argentina siempre necesitó como precondición un desfinanciamiento previo. También aquí aparece la figura de Rivadavia. En 1811 fue nombrado Secretario de Guerra al formarse el Primer Triunvirato, el primer gobierno de signo librecambista en nuestra historia independiente. La apertura económica significó el primer desfinanciamiento de la economía rioplatense, y en consecuencia preparó las condiciones para que la llegada de los empréstitos extranjeros apareciese como un arbitrio salvador.

Cinchadas

Junto con la interferencia económica ya mencionada, la deuda externa se convierte también en un factor de presión política. Sin embargo, algunos gobiernos lograron maniobrar a su favor frente a los acreedores externos.

Así  fue, durante la intervención anglo-francesa que entre 1845 y 1850 enfrentó Juan Manuel de Rosas. Éste combinó la resistencia militar con la amenaza de suspender o posponer pagos del empréstito Baring. El ‘arma’ económica fue un factor importante en la decisión europea de ceder ante la resistencia del gobernador porteño. Casi un siglo y medio después, la Dictadura no se atrevería a utilizar la ‘bomba deudónica’, en ocasión de la Guerra de Malvinas.

Post ‘76

En los tiempos modernos, el ciclo de endeudamiento más importante de la Argentina fue el vivido entre 1976 y 2001. La política del ministro José Martínez de Hoz durante la Dictadura generó un déficit financiero a partir del cual se contrajeron nuevos préstamos con el Fondo Monetario Internacional (FMI). La estatización de deudas privadas de grupos económicos en 1982 y el reconocimiento como legítima por Raúl Alfonsín desembocaron en la entrega del patrimonio del Estado por parte de Carlos S. Menem.

En la crisis de 2001, Adolfo Rodríguez Saá declaró la cesación de pagos, y luego Néstor Kirchner conseguiría la reestructuración con una quita del 75% en el monto a pagar. Asimismo, en 2005 logró neutralizar la influencia del FMI, coordinador de todos los demás acreedores, al liquidar la deuda con el organismo. Cuestionado por no investigar el origen fraudulento de la deuda, Kirchner logró -sin embargo- un desendeudamiento sin contraer nuevos compromisos, es decir, aquellos que el usurero nunca desea que suceda.

El Frente de Todos y la deuda heredada

Como dijimos al principio, el gobierno argentino tiene ante sí un complejo panorama en el tema deuda externa. Debe moverse en un estrecho margen de acción. Por izquierda, sea desde la oposición política de ese signo o de planteos internos del propio Frente de Todos, se le exige cesar el pago de la deuda para atender las urgencias sociales legadas por el macrismo en vez de negociar una reestructuración.

Vale rescatar entonces una última conclusión que llega desde el pasado. La situación de Alberto Fernández se asemeja a la de Nicolás Avellaneda, quien comenzó su gobierno en el mismo momento en que se desataba la crisis económica mundial de 1874. Según explica el historiador Alfredo Terzaga en su biografía del general Roca: “…Avellaneda escribió un párrafo que se ha hecho célebre y que, como todas las frases famosas citadas fuera de su contexto histórico, ha contribuido a sembrar el equívoco y a distorsionar el sentido de su presidencia: ‘Hay dos millones de argentinos que economizarán sobre su hambre y sobre su sed para responder en una situación suprema a los compromisos de nuestra fe pública en los mercados extranjeros’. Había muchos interesados en que se suspendiera el servicio de la deuda […] como los propios intereses británicos, dispuestos a aceptar la demora de ese servicio a cambio de que no pasaran en el Congreso los proyectos de establecer tarifas aduaneras proteccionistas…” [Terzaga, 1976, 49]. Del mismo modo, Alberto Fernández parece estar destinado a intentar un camino de esfuerzo y privaciones para mantener el rumbo independiente de su política económica.

* Profesor de Historia (ISP-Joaquín V. González). Integrante de la Materia Análisis del discurso de las izquierdas argentinas de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA) y del Grupo de Estudios de Marxismo e Historia Argentina del IEALC. Coordinador del Grupo de Investigación Histórica del Centro de Estudios Nacionales Arturo Jauretche (CENAJ). Twitter: @mgthepebet