Una historia de bullying con Melina Petriella y Alejandro Awada en el Coliseo Podestá
La obra El pequeño Poni se presentará este viernes a las 21:30 en La Plata. La actriz conversó con Diagonales sobre el rol social de esta producción y el momento que atraviesa el teatro
Bullying es el nombre moderno del hostigamiento como sinónimo de burla o maltrato psicológico, una denominación que en Argentina se popularizó en los últimos cinco años y en otros países mucho antes, pero que siempre existió sin la identificación actual. Un nombre que proviene del inglés y que refiere, sobre todo, al ámbito de los niños en la escuela y que ha tenido al silencio como principal colaborador.
No se hablan estos temas o no se hablaban. Ahora un poco más, seguramente porque una sola palabra alcanza para identificar una situación que se vincula con el sufrimiento y la soledad del niño que es acosado de esta forma, con agravios, ofensas y discriminación. Pero los medios de comunicación han contribuido para que se estime este maltrato y sea comprendido por las instituciones y advertido por los padres.
El teatro tiene su propuesta sobre esta temática con El pequeño Poni, una obra del dramaturgo español Paco Bezerra que se sustenta en la realidad de Grayson Bruce, un niño de nueve años que en 2014 fue expulsado de su escuela en Estados Unidos por concurrir con una mochila de My Little Pony y provocar con ello disrupción en el aula. La obra fue adaptada por Ignacio Gómez Bustamante y es producida por Sebastián Blutrach.
Melina Petriella y Alejandro Awada son los padres de Miguel, un niño que padece bullying y por el que discuten abiertamente durante la obra, realizando una exposición social del tema. Diagonales conversó con Melina Petriella, que subrayó El pequeño Poni como una obra en donde este acoso es expuesto y discutido en profundidad a partir del punto de vista de los protagonistas que tienen desencuentros físicos e ideológicos.
“Lo que más me gustó es cómo está tratado el tema, proviene de la mirada de los adultos y es una obra políticamente incorrecta por las cosas que se dicen en esta gran discusión. Me pareció interesante que se pueda hablar desde esa mirada sobre esa problemática tan grande que están teniendo los niños. En mi época existía, pero no tenía un nombre tan claro y no estaba tan identificado como en estos tiempos”, comienza relatando la actriz.
Recuerda en su adolescencia haber sido partícipe de una situación de bullying hacia una compañera desde el silencio pero no haber intervenido y continúa: “Creo que si uno no interviene, es testigo de alguna manera, permitiendo que eso suceda. Por supuesto, que uno como adolescente no toma conciencia y no siente que está provocando semejante cosa o también por el temor que después le toque a uno, se paraliza y no interviene”.
Para Melina, a la gente le gusta que en El pequeño Poni el matrimonio se atreve a decirse las cosas en una gran discusión que en poco más de una hora, pasa por distintos colores, que es atravesado por el dolor, por la impotencia, por el desencuentro del matrimonio, no solo porque uno trabaja de día y otro de noche; sino, porque cuando aparece ese problema con su hijo Miguel, ellos no se encuentran en el mismo lugar para atravesar la situación y discutir.
“Jaime toma una posición e Irene toma otra. Jaime está más dispuesto a pelear contra la institución y defender a su hijo, cueste lo que cueste, se lo toma como una pelea personal. Irene quiere que se cambie de colegio, que pase más desapercibido, que lo que haga dentro de casa no lo haga afuera. Lo que esconde la mochila del Pequeño Poni como metáfora también, es la orientación sexual que su hijo está empezando a mostrar y que en esa casa tampoco ninguno habló”, adelanta Melina en relación a su personaje y el de Alejandro Awada.
-¿Y en relación a la sociedad, cómo ves la nuestra?
Salís a la calle y para mi, está todo mucho más exacerbado. Creo que es un momento de mucha violencia donde se la está naturalizando y donde también hay una bajada de línea de este gobierno a través de la gendarmería. La gendarmería históricamente representó la manera que este gobierno decide utilizarla y exponerla ante la sociedad. Nunca estuvieron del lado del pueblo; excepto, creo que fue el intento con el gobierno kirchnerista de reivindicar a esa fuerza de seguridad, juzgando y poniendo sobre la mesa con mucha más importancia y dedicación en relación a las políticas de derechos humanos.
-¿Y el teatro cómo queda parado en este momento?
Hay una gran programación comercial, mucho humor, muchas estrellas en la calle Corrientes. Creo que este fue un año por el que pasaron muchísimas figuras y cuando el bolsillo está tan, tan flaco, el teatro es el más castigado y a lo mejor, los más requeridos son los populares, las estrellas de la tele. Después, el teatro off, creo que hay muchísimas obras y también anda... Fue muy difícil sostener las salas con los tarifazos y las faltas de subsidios culturales. Hay una gran crisis cultural, pero también un gran movimiento cultural colectivo que siempre sigue trabajando.
Melina que tiene muchas ganas de hacer cine y lo acobija entres sus cuestiones pendientes, que fue parte de la televisión digital abierta como productora, un rol que no volvería a hacer, cierra en alusión a El pequeño Poni contando que en su momento sabían que no iba a ser una obra comercial “porque las risas venden mucho más que las lágrimas”, pero que -sobre todo el productor- tenía ganas de poner este tema en cartel, que se discuta, que se hable, que el espectador que tiene ganas de ver también otro tipo de espectáculos, tenga ese lugar.