César Bordón: "En la Argentina vivimos un maltrato diario que es bastante difícil para planificar una vida"
El actor argentino, que participó en la exitosa serie de Luis Miguel, pasó por la sección Intimo de Diagonales y recorrió todos los rincones de su vida hasta llegar al papel de Hugo López, el Manager del cantante
La serie de Luis Miguel fue furor en todo latinoamérica. La dura historia de vida durante la niñez y adolescencia que atravesó el cantante lidiando con la explotación y la traición de su propio padre se viralizó y fue comentario en juntadas, cenas y mates. Justamente, en nuestro país se destaca la actuación de un argentino: Cesar González Bordón, conocido por Hugo López -el Manager del Sol de América en la reconocida producción de Netflix- deslumbró con su actuación y pasó por la sección “Íntimo” para comentar el momento de auge que está viviendo con la serie y recorrer su vida actoral que no fue para nada fácil.
A sus 56 años, el actor nacido en el barrio Belgrano, comentó cómo fue su infancia pegada a sus padres y sus abuelos, los diferentes pasos y obstáculos que tuvo que atravesar hasta llegar a ser el actor que es hoy. Sus momentos de angustia, su pasión por River, la odisea de hacer Luis Miguel y la preponderancia que tuvo el proyecto para su vida.
A su vez, manifestó cómo ven a la Argentina en otros países y relató cómo sigue su carrera a futuro.
¿Cómo estás hoy en este momento del boom absoluto de la serie de Luis Miguel?
-Bien, estoy muy bien. Tuve unos días de avallasamiento con el tema de la serie y fue muy fuerte. Durante mi carrera no soy un tipo deslumbrado por la fama o el reconocimiento, lo que más me divierte a mí es hacer el laburo que hago, con eso estoy recompensado. Pero he tenido varios sucesos alrededor de mi vida como Relatos Salvajes o Casi Angeles que fueron muy exitosos, pero a lo largo de sus logros, premios y giras que me llevaron a ser conocido de a poco. Con la serie de Luis Miguel fue todo de golpe, la prensa me comenzó a apabullar, pasé a tener muchos mensajes en el teléfono a la mañana y era una cosa fuerte de digerir.
Te hago retroceder en la vida y te llevo a ese chico que se crió en el barrio porteño de Belgrano, ¿cómo eras?
-Lo más importante es que fui un pibe feliz, vivía muy humildemente porque no tenía grandes posibilidades económicas en un PH en Belgrano y justamente ahora también vivo en PH. Mirá si quería esa infancia que me compré uno similar que lo reformé y tengo un hogar más grande. Al nacer, vivía con mis abuelos y mis viejos y teníamos carencias económicas, yo siempre digo no pasábamos hambre, pero golpeaba puerta. Luego cuando yo tenía 7 u 8 años mis viejos se mudaron a un departamento enfrente a la Plaza Alberti en Belgrano. Por esto yo tuve dos grupos de pibes con los que jugaba, disfrutaba del barrio, jugaba en una plaza, a la pelota en la calle, aunque era un tronco (risas) y recuerdo que era muy común juntar unos pesos para comprar una Plastigol, que comprábamos con los chicos. Era esa vida de los chicos que crecimos en los ´70, que llegabas de la escuela y andabas por la calle todo el día hasta la hora que decía tu vieja tenías que estar. Siempre fui un chico que recibí mucho afecto, condición que considero que es vital para el ser humano, porque me parece que la gente que está quebrada afectivamente no repara muy fácil.
"Siempre fui un chico que recibí mucho afecto"
¿Cuándo nace en ese pibe de barrio la carrera de actor o se le despierta ese don?
-Primero, para mí la vocación tiene que ver con la curiosidad y nos pasa a todos, desde un jugador de fútbol hasta un cocinero. Yo soy único hijo y muy observador que es clave para el actor, de escuchar los sonidos, de ver como caminaba el viejo, qué tono de voz tenían las señoras y creo que desde ahí nace la raíz. Con los años, buscaba con cierta ignorancia una profesión por conveniencia y en aquella época que aún se mantiene era algo muy fuerte ser médico, abogado o contador. Sin embargo, yo me comencé a destacar en los compañeros por ser el jodón del grupo, por animar la fiesta del colegio, por animarme hablar y salir a encarar alguna chica. Eso me llevó a ver que tenía que hacer algo con el arte, pero yo no tenía ningún familiar que estuviese en ese palo actoral entonces era difícil. Sin embargo, a comienzos de los ochenta, me toca timbre en mi casa, Alberto Ferrandi, era un vecino que era hijo de un portero y el pibe quería estudiar Teatro, me dijo: “acompáñame” y con el cual hice una obra de teatro en 1982, que se llamó “Proceso Interior”. Luego yo quedé vinculado, pero a él no lo vi nunca más, lo perdí en el camino.
"Me comencé a destacar en los compañeros por ser el jodón del grupo, por animar la fiesta del colegio, por animarme a hablar y salir a encarar alguna chica"
¿Cómo fue esa primera experiencia en Proceso Interior?
Las experiencias son lo que son, en el momento que ocurren. En ese momento era una obra muy llamativa, el personaje que hice yo lo había hecho Guillermo Francella. Fue un espectáculo en el comienzo de la cultura democrática porque fue previo al 82 hacía referencia al aislamiento de dos personas en la cárcel, se tocaba el tema de la homosexualidad, era un ruido en la época. Me acuerdo que un momento hicimos unas funciones y después nos convertimos en el elenco de gira para ver si podíamos salir a otro lado, pero en San Isidro tuvimos una mala experiencia y como era previo a la democracia la tuvo que ver un obispo y no nos dejaron hacerla. Todavía estábamos en una época de precensura, que fue uno de los actos más humillantes de los tantos que he vivido, que alguien decida si eso le interesa o no a la gente. Pero el en general el resultado fue fantástico en el año 1985 hicimos una segunda temporada de eso mismo y fue muy interesante.
En una nota dijiste “Desandar la vida es un misterio” y uno ve que estuviste en el cine, el teatro y la tele. ¿Cómo han pasado todos estos años? ¿Y cuál es momento frontero en tu carrera?
-Yo me quise dedicar a esto desde el momento que pisé una tabla y vi que era por ahí; pero los primeros pasos del actor, del artista y de muchas otras profesiones, es intangible, porque no sabes cuándo sos actor o cuando no lo sos, porque el hecho de que te recibas de actor no quiere decir que estés capacitado, significa que sabe de qué se trata. Por eso, más allá que lo tuve claro desde un primer momento, fue difícil cómo empezar y ganar guita en la profesión. Yo hacía cosas sueltas: grababa publicidad, animaba fiestas, hacía de payaso en tal lado. A su vez hacía cursos, pero los cursos también había que pagarlos por eso trabajé dos años en una empresa de aviones y en un restaurant de vegetariano, que si bien era más sacrificado y más social, quedaba en las calles Callao y Corrientes donde había muchos actores.
"Me quise dedicar a esto desde el momento que pisé una tabla"
Durante esa época me casé con mi primera mujer y dejé esos laburos que tenía, para poner un kiosco, que me ganó la vida y pasé un año sin hacer teatro. Luego de la separación dije no laburo más de nada que no sea de actor, fue más que una decisión que otra cosa. Entonces me lancé a otra aventura, tuve un momento que no la pase muy bien, pero laburaba, operaba luces en un teatro, hacía de vestuarista en otro lado, hacía publicidades y me enrole a trabajar. Sin embargo, cuando empecé a trabajar con “La Banda de la Risa” en los años noventa, empecé a lograr un conocimiento del medio y me empezó a conocer la gente del medio: los productores, los compañeros y eso hace un vínculo más importante a que te conozca la gente, porque las personas pueden decir sos genial, pero no por eso te va a llamar nadie. Eso me llevó a mí a todos los trabajos televisivos donde hice Gasalla, trabajé en un Paparazzi haciendo humor, trabajé en “Como pan Caliente” y todo eso fue producto de la realizado en “La Banda de la Risa”.
"Me casé con mi primera mujer y dejé laburos que tenía para poner un kiosco. Luego de la separación dije que no laburaba más de nada que no sea de actor"
Llegaron las conocidas crisis del país, a mí me tocó pasarla desde el 1998 hasta el 2000 donde estaba muy flojo el laburo y curiosamente para el 2003/04 comenzamos a preparar una obra con cuatro talentosos amigos y con ellos hicimos “No me dejes así”. Esa obra que la estrenamos en el 2005 y la hicimos hasta el 2010, sorpresivamente dejó de ser un divertimento para ser una vez por semana un teatro y terminó siendo un negocio, un boom y una obra con la cual recorrí tres o cuatro veces el país completo porque ganamos el premio al mejor espectáculo del instituto nacional de teatro y nos llevó a Bolivia, Brasil, Colombia, España. Ahí fue donde yo entré, más allá de que había hecho películas. Fue una reconstrucción de mi carrera, porque me descubrieron un registro y desde eso momento hice “El Niño de Barro”, inmediatamente “La Mujer sin Cabeza” y desde ese momento hice como 30 películas, acá y afuera; me comenzaron a llamar de todo el mundo hasta que llegó Relatos Salvajes y Netflix porque me vieron en el cine.
Dijiste casting a la pasada, ¿de qué manera te llegó la propuesta para hacer Luis Miguel? ¿Y cómo fue?
-Hay diferentes castings. Muchas empresas dicen buscamos un hombre de 30 o 40 años para proyectos cinematográficos y se presentan miles de personas, te dan un número y esperas; eso se llama abierto. Y otro son los castings cerrados donde dicen para este perfil voy a necesitar un actor de 50 años, canoso, alto con personalidad y ahí el productor mira dentro de la web las posibilidades y ahí selecciona. Así sucedió en este caso, me llaman a mí, por medio de mi agente de Argentina y comentan los queremos a Cesar Bordón a este y a este, para tal proyecto. En este caso fue un self casting, porque al estar en Argentina, te preguntaban si estabas de acuerdo con el proyecto, si podías viajar cuatro meses a México, si querías hacer algo sobre Luis Miguel porque tal vez no te interesa. Luego te mandan algunos libros para que te des cuenta de qué habla el personaje. Llamé dos amigos que son actores, hice el casting yo, me gusta mucho la fotografía y me ocupé de que salga bien hecho con buena cámara y definición. Lo que finalmente envíe y a los cuatros días me confirmaron que era yo y comenzó la negociación.
Llega el papel de Hugo López, del cual no se sabía mucho y vos le fuiste detalles aportando al personaje, ¿Qué fue lo que más le quisiste poner al Manager de César Bordón?
-Posiblemente la humanidad y la sensibilidad. Esa cosa de estar en función y conectado con el otro. Me parece que era una clave del personaje. A su vez, hice mucha hincapié en los tonos a la hora de hablar, porque los actores recibimos un texto y el guion no te da los tonos, entonces yo elegir estar demostrando y conectado con la sensibilidad, humanizado con el otro, por suerte tiré opciones y ahí hubo un director que aprobó esa parte intuitiva que tuve y me parece que esa parte humanitaria de Hugo López en contraparte con la desprotección que proponía Oscar Jaenada en el papel de Luisito Rey y esa conexión que logramos con Diego Boneta hizo que el personaje y esa parte creciera como creció, porque fue el querido en la historia y tal vez el único.
Sobre lo que le quiso poner al papel de Hugo López sobre su persona: "La humildad y la sensibilidad"
¿Cómo fueron esos meses en México?
-Divinos, muy movilizantes y agobiantes a lo primero porque se trabaja mucho, yo sabía que iba a estar el primer mes grabando todos los días porque así estaba planteado el plan. A su vez, tuve que adaptarme a la altura, parecía sonso, pero te cansa un poco más y al tránsito que es lo más loco que tiene México porque tardas dos horas para hacer 25 cuadras, más en mí que soy un enfermo de moverme rápido porque siento que uno pierde tiempo y la vida trasladándose (risas). Pero la pasas bien porque está todo armado para que vos estés perfecto y te dediques a lo que tenes que hacer y eso es una gran ventaja. Yo me dediqué actuar y me garantizaron lo mejor.
"Hugo López fue el querido de la historia y tal vez el único"
¿Qué sentías al estar tanto tiempo vinculado entre tantos mexicanos?
-Un lugar de privilegio porque ellos disfrutaban mucho de mí, me conocían como actor, me respetaban y se divertían de mis expresiones cotidianas. Me acuerdo que un día Diego se tentó mucho en un camarín donde yo dije “Este está más cerca del arpa que de la guitarra” y para nosotros son cosas habituales.
La serie está situada entre los '80 y los '90, y en la oficina de Hugo López aparece un cuadro del Beto Alonso con la remera de River. ¿Qué es River en tu vida?
-Yo digo que no soy de River, soy River. A los dos o tres años empecé a ir al club e hice básquet, judo, esgrima, natación, di mi primer beso, fumé mi primer cigarrillo, me iba con un bife crudo y le decía algún señor que me lo hiciera a la parrilla, mi viejo los domingos se hacía un asado y tenía todo en el club. Es parte de mi vida la institución, conozco todos los recovecos e hice todas las actividades que un chico puede hacer en un club que por aquel entonces encontrabas contención social, que también me pasaba en el barrio y tenía mis amigos, que de hecho algunos sigo viendo ahora. Por su puesto también la pasión riverplatense y la gente de Netflix me preguntó si era hincha de algún club para ambientar la oficina y te encantaría poner un cuadro, les dije que sí, pero yo no sabía que la imagen iba a ser la del Beto Alonso, cuando lo vi no lo podía creer porque él era mi ídolo de chico. Fue un momento muy placentero.
"Yo siempre digo que no soy de River, soy River"
¿Te sorprendió la vida de Luis Miguel?
-Sí, mucho. Luis Miguel es lo opuesto a mí, yo soy un tipo que careció de algunas cosas, pero que tuve una infancia llena de afecto de cariño por mis abuelos y mis viejos. Él, todo lo contario tuvo una infancia y una adolescencia del pibe que tiene laburar, de maltrato, engaño que descubrió cuando era adolecente, pero a la vez con grandes éxitos, con un gran caudal económico desde muy chico, de tener miles de fans y “afectos” de la sociedad. Una vida muy llamativa.
"Luis Miguel es lo opuesto a mí, yo soy un tipo que careció de algunas cosas, pero tuve una infancia llena de afecto y de cariño"
¿Cuán importante fue Hugo López para Luis Miguel?
-Creo que muy importante y clave en su vida. Primero por una cuestión de completar esa “paternidad” de esa persona que no pudo escucharlo, alentarlo, ser cómplice. Por otra parte, porque también un Manager no tiene que hacer plata con el otro o ganar dinero con el show que le propone sino debe proyectar una carrera con el otro, ver lo que el otro quiere hacer. Entonces en la medida que crece también puede proyectar de otra manera y me parece que Hugo López cumplió, se fue joven, pero le dio un panorama totalmente distinto del que Luis Miguel tenía y sé que él sufrió mucho su perdida.
Ahora te cambio la pregunta, ¿Qué importancia tiene Hugo López en César Bordón?
-Uh, mucho. Son esos personajes que quedan clavados, porque todos los días alguien me va a decir Hugo, supongo que va a quedar en el imaginario de mucha gente y además estas plataformas streaming hablando permite que haya gente que recién la empieza a ver, por ejemplo, en España recién comenzó a visualizarse a través del boca a boca. Entonces te das cuenta que no tenes noción de donde va a llegar esto y no tiene fin.
"Son personajes que quedan clavados. Creo que va a quedar en el imaginario de mucha gente"
Destacas mucho a Diego Boneta, ¿se formó esa relación de paternidad entre ustedes como tenían en la Manager y el cantante?
-Absolutamente, lo que se ve en la pantalla es parte de lo que nosotros logramos como personas. Hace unos días me sorprendí porque me llamó la productora para agradecerme por el apoyo que le di a Diego desde el primer día y por cosas del proyecto. A mí me gustan mucho los mexicanos, porque son personas que te miran a los ojos, te escuchan atentamente, te responden con cortesía y son amables. Esas cualidades te llevan a que te escuchen, él es un actor exitoso, el principal de una tira de Netflix, la cara del proyecto y sin embargo me decía él “Dime tú que te parece”, me otorgaba un lugar de privilegio, de atención que yo se lo agradecí inicialmente. Me encariñó y le invertí la situación enseguida, yo soy un actor de reparto y quiero que brilles vos, si vos estas bien, yo voy a estar bien. Entonces empezamos a jugar, a tirar paredes como digo yo y realmente nos encariñamos uno con el otro e hicimos una relación bárbara de padre e hijos, para que te des una idea yo jamás le digo a un actor lo que tiene que hacer y a él le decía hacelo de tal forma y me respondía “tienes razón cabrón” (risas). Lo invité a la Argentina y que venga a mi casa, pero tiene una vida galáctica, está haciendo Terminator en España. Son vidas que uno se cruza casualmente.
"Los mexicanos son personas que te miran a los ojos, te escuchan atentamente, te responden con cortesía y son amables"
Más allá de que tu papel tal vez tiene un perfil bueno en una serie que tiene tanta maldad escondida, Hugo López pasa por momentos duros ¿En algún momento te conectaron con tu vida propia o te hizo acordar a algún suceso de la vida?
-El actor siempre trabaja con algo que hay en su interior y más en el tipo de actor que soy yo. Si vos sos sensible y tenes vivencia, siempre me conectan con algo parecido o cercano a esa cosa. Entonces las cosas duras de López, de perder un hijo o la enfermedad de cáncer, siempre tenían una asociación. Yo uso cosas cercanas en mi vida que me han hecho emocionar o la concentración, a conciencia de que estás haciendo un trabajo en determinados puntos que tienes que encarar. En el actor si tiene una compresión del momento de la escena te metes y si tenes un punto de conexión te metes más profundo.
¿Supones que Luis Miguel sabe qué pasó con su madre?
-No lo sé con certeza, pero me parece que él sabe o por lo menos lo presume, porque él no está detrás de la noticia hoy por hoy. Supongo que también forma parte de lo que se va a contar en le segunda temporada asi que vamos a dejar el enigma abierto.
Hoy la gente que te cruza, te pregunta ¿por Luis Miguel o por lo que hay adentro del sobre en la última escena?
-(Risas) No sé si será por mi perfil, pero la gente se me acerca con mucho respeto y me dice 'qué gran actor' o 'qué bien estás en la serie'. Lo del sobre fue la primera semana, que la gente quedó caliente con la serie, por Luis Miguel no me pregunta la gente, me preguntan más los periodistas o los medios, por eso me abrí un poco de hacer notas, ya que muchos hacen un programa de Luis Miguel y quieren tenerme. Por eso siempre digo que yo hablo de mí, de mi vida y mi trabajo en la serie como fue en esta nota. Pero no de Luis Miguel, porque si es mentira o verdad que la madre está desaparecida no me parece relevante.
¿Cómo fue la primera vez que te encontraste con Lucía Miranda (viuda de López)?
-Ni bien nos vimos, me dijo me haces acordar a Hugo, sos igual. La verdad que fue muy fuerte para mí, tenía como cierto nerviosismo con el encuentro, previo a este encuentro lo tenía con algún conocido de Hugo. Yo no sabía que Lucía estaba viviendo en Argentina, por una cuestión social de no ser irrespetuoso, porque no es lo mismo hacer la vida de un contemporáneo que hacer la vida de Napoleón. Me dijo que tengo los mismos tonos de voz, las mismas formas y para mí es totalmente casual porque no tuve una relación de poder copiarlo ni muchos menos y ella tuvo varios momentos de emoción, porque revivió la circunstancia de los hijos que no pudieron tener y la muerte de él. Es un plano emocional de ella, que, si bien tiene otra familia, es fuerte y renació a partir de la serie.
¿Te permitís emocionarte?
-Sí, por suerte soy bastante llorón y debería trabajar un poco más para no emocionarme. Soy muy sensible y me emocionan desde cosas que le pasan a la gente, con la mentira o por el momento que vive Argentina, un momento muy cruento, que no tiene que ver con el debate y esta famosa grieta que le llaman, me parece que es mucho más grave, descalificando al que piensa diferente y también habría que estructurar y pensar por qué uno piensa diferente.
"Soy muy sensible y me emocionan las cosas que le pasan a la gente, con la mentira o por el momento que vive Argentina"
Estuviste mucho tiempo afuera, ¿Cómo la ven a la Argentina?
-Mucho peor de lo que lo vemos nosotros, yo estaba en México en diciembre cuando hubo problemas con los jubilados y me acuerdo que los productores se acercaron y me dijeron ¿Cómo estás? Bien. ¿Cómo está Argentina? Con algunos problemas. ¿Necesitas algo? No, estoy bien. ¿Y vas a volver? En principio si. Ellos buscaban aislarme del conflicto, se los agradecí y me quedé con vergüenza porque está la imagen que damos ante el exterior. ¿Nosotros decimos Venezuela?, Argentina también está mal, vivimos en una circunstancia que nos parece normal. Acá te matan por un par de zapatillas y es un hecho exótico Nosotros vivimos un maltrato diario que es bastante difícil para planificar una vida porque las cosas aumentan y no sabes cuándo vas a pagar, si la plata la podes dejar en el banco o la tenes que sacar, entonces son maltratos cotidianos que no sabemos cómo llevarlos.
"En la Argentina vivimos un maltrato diario que es bastante difícil para planificar una vida"
¿Cómo lo ves al cine argentino?
-Nosotros tenemos un material actoral excelente y hay muy buenas películas como por ejemplo ahora el “Ángel” o “El amor menos pensado”. Creo que el cine, necesita de todo el cine, por ejemplo, Luis Ortega que dirige el Ángel tiene respaldo de otras tantas películas detrás que los hizo con pequeños créditos y me parece que todos deben tener un pequeño subsidio para tener formar de crear. Falta una pata del cine, que es la pata de la distribución, de que la gente de Argentina vea cine de Argentina, poner más cine en todos los países y que ese cine se haga competitivo, que vengan productores para que se haga mejor y poder llegar a lugares de otro lado del mundo. Acá hay muchos intereses y si no le interesa a esa empresa ni lo distribuye. Lamentablemente el cambio tendría que haber sido así, pero es otro punto donde no sabemos si vamos a seguir haciendo cine como se venía haciendo. Por eso como tantas cosas del país la veo incierta y la incertidumbre es angustiante.
Sobre la realidad del cine argentino: "La realidad la veo incierta como tantas cosas del país y la incertidumbre es angustiante"
¿Y el papel del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Arte Audiovisuales)?
-También está incierto y está difuso, sobretodo porque hay otras prioridades para el Estado en la cuales el cine no está adentro o no tiene parte. El cine tiene una ley y como tantas leyes esté inconclusa, tendría que estar mucho más presente y me parece que el desafío de un Gobierno si se venían haciendo 200 películas por año, estaban en hacer 400 y poder distribuirla. Eso hubiese sido un cambio, hoy no sabes si se van a hacer 50, es un retroceso absoluto.
¿Te arrepentís de esa noche qué Luis Miguel estuvo con el elenco y vos no pudiste estar?
-Me lamenté con el tiempo, pero la verdad que yo estaba en Tulum con mi familia y la pase fantástico, supongo que las cosas son o no son por alguna razón. Pero considero que será más rico si disfruto del proyecto y de mi trabajo viéndolo, y es mejor conociendo yo su trabajo y el mío. Algún día nos encontraremos para sacarnos alguna selfie (risas).
¿Disfrutó de Hugo López?
-Si entiendo que sí, no tengo una versión directa, pero por terceros creo que la zaga lo puso muy bien a él y está contento con el material.
Volviste al país y tuviste la posibilidad de trabajar, ¿Cómo fue el contacto nuevamente con Argentina?
-Normal, con otra experiencia en el mercado, ahora estoy terminando “Un Gallo para Esculapio” y me sumo a “Morir de Amor” que es una mini serie de ocho capítulos, que protagoniza Griselda Ciciliani, está Rafael Ferro, es para Telefe y sale para septiembre u octubre de este año, así que tengo todo agosto para trabajar con eso. Pero contento con todo lo de Luis Miguel, porque me trajo el reconocimiento de los compañeros por el papel realizado.
Grabaste una película “La Noche de 12 años” que trata sobre los 12 años de cautiverio de José Mujica, ¿Te sorprendió su vida?
-Es un tipo interesante, las comparaciones siempre son injustas, pero yo digo que es una especie de Gandhi en el sentido que hay mucho tipo que te dicen lo que tenes que hacer, pero hay pocas personas que hacen lo que te dicen que tenes que hacer y creo que Mujica es una de ellos. Fue el Presidente más pobre y humilde de Latinoamérica, donde donó su sueldo, vive en una casa en una chacra, anda con un auto de los años 70 porque no necesita más, lo criticaba a Chávez porque les daba dólares a los venezolanos cuando en realidad le tenía que dar cultura, porque los iba a salvar, los dólares se acaban y el país se da vuelta. Un tipo muy interesante que se supo reponer de las circunstancias que ha vivido, un filósofo, filoso, valga la redundancia. La película se refiere a los 12 años que estuvo en cautiverio en Uruguay y no a la parte gubernamental donde se ve un Pepe Mujica más desarrollado.
Mirando hacia atrás y recorriendo la carrera, ¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza?
-Lo primero que se me viene a la cabeza es un agradecimiento al cariño que me han dado desde y chico, me gusta ser el tipo que fui, aprendí mucho para darle a la gente que quiero y no dejo de valorarla. Yo también tuve momentos duros en mi vida, entre los 20 y los 30 años, que fueron críticos, pero nunca perdí el norte y la perseverancia es fundamental en cualquier ser humano.
"Yo también tuve momentos duros en mi vida, entre los 20 y los 30 años, que fueron críticos, pero nunca perdí el norte y la perseverancia"
¿Por qué no la pasaste bien?
-En esos años, amanecí en la adultez y después de ser ese niño cuidado entre algodones. Fue un tiempo difícil, porque estaba en la época de Alfonsín, me encontré con un tipo que se quería desarrollar de una manera, pero con los afectos tenía conflictos hasta que lo podía resolver, sufría de amor, tenía que laburar 15 horas para poder hacer teatro y lo hacía una sola hora a la semana, tenía que pagarme alquiler, me echaban de un laburo tenía que buscar otro. Una época revolucionada en relación a lo que me pasa hoy que puedo analizar si hago cine o teatro o si ando en auto o en moto, hoy tengo un conflicto más burgués (risas) y en aquel entonces analizaba en qué usar la plata. Por momento fue un conflicto angustiante.
Ahora, ¿Qué sueños tenes?
Los sueños que tengo es poder seguir conectado con lo que me pasa y no dejar nunca de ser el tipo que soy. Tener los pies sobre la tierra, que es lo que me permite transitar las cosas con tranquilidad.
Fotos: César González Bordón