“Me tratan peor que a un animal”: El crudo testimonio de un jubilado gaseado por la Policía
Un hombre rompió en llanto tras las agresiones de las fuerzas de seguridad en un nuevo Protocolo Antipiquetes de Bullrich: "Si no fuera por mi hija y porque hago otras cosas, ¿cómo hago? ¿Cómo vivo?".
“Soy un hombre, pero me tratan peor que a un animal”: las dolorosas palabras pertenecen a un jubilado reprimido por la Policía este miércoles en otra edición de la tradicional marcha en Congreso. De nuevo, la movilización se tiñó de violencia a raíz del accionar de las fuerzas en acatamiento a la dura “Doctrina Bullrich” de la ministra de Seguridad. Escudazos, empujones e incluso gases, moneda corriente del “Protocolo Antipiquetes” del Gobierno de Javier Milei.
Manuel, un jubilado con 35 años de aportes, rompió en llanto al relatar sus esfuerzos para llegar a fin de mes con ingresos de tan solo $272.000. Acababa de ser agredido por la Policía bajo órdenes de Bullrich, y en diálogo con C5N no pudo ocultar su dolor ante el feroz ajuste económico y la crueldad de las fuerzas de seguridad. El crudo testimonio habla por sí solo: “Soy hombre, maestro, por más que se me haya caído el pelo, pero me tratan peor que a un animal. A mí y a mis compañeros”.
“Si no fuera por mi hija y porque hago otras cosas, ¿cómo hago? ¿Cómo vivo? Decime. No lloro porque soy maricón, tengo impotencia. ¿A dónde nos van a llevar? ¿Qué va a pasar más adelante?”, continuó el hombre. Las historias como la suya se repetían entre los presentes en la movilización de este miércoles. “Es feo. ¿Cuánto nos queda de vida a nosotros? ¿Cuánto aportamos? ¿Cuánto le dimos al país para que nos traten así? Me parece injusto”, sentenció Manuel.
Las apariciones así se reiteraron durante toda la tarde mientras la Policía reprimía con escudazos, gases, golpes y empujones administrados por igual a los abuelos, los manifestantes y los periodistas en el centro porteño. Otra vez la marcha recibió como respuesta nada más que violencia por parte del Gobierno en un nuevo “Protocolo Antipiquetes” de tamaño exagerado y agresividad desmedida. Una postal común y corriente para los miércoles de la Era Milei.