El fútbol ofrece metáforas para explicar todo en la vida, y el primer año de gestión de Alberto Fernández no es la excepción. Podría decirse que, a doce meses de aquel auspicioso discurso al momento de asumir como Presidente que reverberó en miles y miles de gargantas que en las afueras del Congreso y la Plaza de Mayo acompañaron la asunción del nuevo Gobierno, hoy el partido está empatado. El rival, que ya pintaba difícil con la crisis económica heredada, los más de 35 puntos de pobreza, el 10% de desocupación, la inflación por arriba del 50% y una deuda impagable, criminalmente asumida y fugada por la administración anterior, se puso cien veces más bravo con la pandemia del COVID-19. Hubo que salir a jugar el partido más difícil para la humanidad en un siglo y hoy, si bien la serie no está terminada y aún falta el partido de vuelta, Alberto Fernández puede abrazarse al empate que rescató en la altura, metiendo algunos goles de visitante, y soñar con ganar la copa en las legislativas del año que viene.

Que la oposición de JxC salga unificada como no se la había visto en meses a balancear este 2020 como “un año de falsas promesas”, responde a una necesidad que el establishment económico y mediático opositor al Gobierno, junto a sus representaciones políticas, identificaron allá por el mes de abril cuando la imagen positiva de AF superó los 80 puntos: había que bajarle el precio a cualquier éxito del oficialismo para evitar una fuerte adhesión popular que le permitiera avanzar más a fondo con reformas. Por supuesto, nadie imaginó que el escenario duraría todo el año y que se llegaría al nivel de desgaste actual. Sin embargo, y más allá de la cancha inclinada y el viento en contra, el Gobierno logró cumplir algunas de sus promesas y planteos a la par que contuvo una situación que, ni desde lo económico ni desde lo sanitario, terminó de desbordarse.

SALUD Y ECONOMÍA

Habría que empezar por la salud. “Vamos a restituir el Ministerio de Salud, basado en la calidad y el acceso” mencionó AF en su discurso inaugural, y nunca está de más a la hora hacer un balance sobre la gestión de la pandemia recordar que, de no haber sido por el nuevo Gobierno, la Argentina hubiera enfrentado el COVID-19 sin ese Ministerio. Pero, más allá del título institucional, la salud recibió en estos meses una cantidad de recursos inédita. Desde los $1894 millones destinados a la construcción de los doce hospitales modulares que estuvieron listos en los primeros meses de la pandemia, hasta los U$D 300 millones que se gastarían en vacunas, el Gobierno no escatimó en gastos para asumir ese compromiso con la salud de los argentinos que fuera enunciado el primer día de mandato. Será cierto decir con todo esto, tanto que los refuerzos a los sistemas de salud hicieron que a nadie le faltara la atención debida, como que la Argentina ya superó las 40 mil muertes por COVID y que los indicadores ya no ubican al país en los puestos privilegiados de los rankings mundiales como hace unos meses.

Pero otra de las frases de aquel discurso inaugural que hizo ruido, y para  bien, fue con la cual el Presidente anunciaba que “es tiempo de comenzar por los últimos, para después poder llegar a todos: este es el espíritu que hoy inauguramos”. Y también en este punto será difícil discutir que el Gobierno no cumplió las prioridades planteadas. Un informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso sobre la ejecución presupuestaria de los gastos para afrontar la pandemia, reveló que para final del año se contarán en $1.08 billones los recursos destinados en paliar la crisis sanitaria y económica. Este gasto representará aproximadamente el 45% del gasto total del ejecutivo para el año, unos cuatro puntos del PBI. Pero al desmenuzar esos números, dos tercios de los recursos no fueron al combate sanitario contra la pandemia, sino a paliar los efectos sociales y económicos que provocó, a través de transferencias a las provincias y gastos en alimentos y artículos de limpieza e higiene. De todos estos gastos, el más importante y paradigmático en ese de “empezar por los últimos” fue el IFE, que cubrió en tres entregas a más de nueve millones de argentinos, y significó un desembolso de $265.000 millones, lo que representa casi un cuarto de la inversión total en la pandemia. Sumado a los ATP con los que el Estado sostuvo los puestos de trabajo que las empresas no podían sostener por el parate económico, fueron las dos medidas fundamentales que permitieron mantener viva la estructura económica argentina, que con el descongelamiento en curso ya muestra signos de recuperación mes a mes.

En el debe, y a pesar de que el cuadro sería sin dudas mucho peor sin estas intervenciones del Gobierno, el 44% de pobreza, el 10% de indigencia y los 13 puntos de desocupación son el principal desafío a resolver para el segundo año de mandato, con o sin pandemia en el tablero. “Más de 15 millones de personas están sufriendo de inseguridad alimentaria en uno de los países productores del mundo... toda al argentina unida le tiene que poner un freno a esta catástrofe social” dijo AF hace un año, y a pesar de todos los esfuerzos y recursos volcados por el Estado, esa herida hoy duele aún más que hace doce mesas en la Argentina.

LA DEUDA

Otro de los goles importantes del Gobierno jugando de visitante fue la reestructuración de la deuda con el 99% de los acreedores privados, llevada a cabo por Martín Guzmán. “Buscaremos una relación constructiva y cooperativa con el FMI y los acreedores” fueron las palabras del Presidente al asumir, cuando aún no se habían escrito ninguno de los cuantiosos capítulos de las negociaciones que empezaron desde ese momento. Con idas y vueltas, con importantes sectores de la política y establishment del país jugándole en contra, el Gobierno logró un acuerdo que hoy ya nadie cuestiona para reestructurar U$D 66.000 millones,  y despejó así vencimientos de deuda por los próximos cuatro años en unos U$D 42.500 millones. De ese monto, la Argentina sólo deberá afrontar U$D 4.000 en los próximos años. Queda aún por cerrarse el capítulo FMI, en el que habrá que observar no sólo los números sino, fundamentalmente, los condicionamientos de política económica que el Fondo buscará imponerle al país. Las discusiones alrededor de la negativa del Gobierno a implementar un cuarto IFE, o la magra suba de los haberes jubilatorios, ponen la lupa sobre cuán “fiscalista” se volverá la política económica, con voces disonantes al interior del FDT. “Para poner a Argentina de pie el proyecto debe ser propio e implementado por nosotros, no dictado por nadie de afuera con remanidas recetas que siempre han fracasado” dijo exultante AF en su asunción. Habrá que ver en qué medida se podrá completar, en  esos términos, la promesa de quitarle al país el enorme peso de la deuda externa, al menos hasta que la recuperación económica permita afrontarla.

LA JUSTICIA

“Vengo a manifestar un contundente Nunca Más”, así encaró AF uno de sus principales puntos de agenda hace un año en el Congreso. Se refería a la Justicia, a la que calificó como “contaminada por servicios de inteligencia, por operadores judiciales, por procedimientos oscuros”, y para la cual prometió una reforma. Ayer, fue la propia CFK la que se encargó, con la publicación de una nueva carta, de recordar que esa promesa es una de las que aún no prosperó. “Sólo un Poder tiene la palabra final sobre las decisiones del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo” manifestó la Vicepresidenta, haciendo de su crítica al funcionamiento del Poder Judicial y la Corte Suprema en particular el principal eje de su balance de este primer año de gestión del FDT. Lo cierto es que AF envió su proyecto de reforma a fines de julio, pero la iniciativa sólo cosecho críticas de la oposición que acusó para al Presidente de ser un títere en la búsqueda de impunidad por parte de CFK, a la vez que ésta tomó distancia del proyecto expresando públicamente que no era su reforma. A fin de cuentas, un paso del Gobierno que por ahora fue en falso, le permitió a la oposición reforzar su discurso y no generó ni los marcos de unidad ni el apoyo de los propios como para que pudiese prosperar antes del fin de las sesiones ordinarias.

Otro capítulo ligado a la cuestión judicial, en el que sí el Gobierno pudo avanzar con lo prometido en la asunción, fue el descabezamiento y la reforma de la Agencia Federal de Inteligencia macrista. Acabar con “los sótanos de la democracia” se había propuesto AF el 10 de diciembre pasado, y tan sólo nueve días después designaba a Cristina Caamaño como interventora del organismo. Poco después se derogó el Decreto 656/16 con el que Macri había dotado de enormes recursos reservados a la inteligencia, y para el año que viene tan solo el 9,91% de dichos fondos serán reservados. A la par, se está discutiendo la reforma de la Ley de Inteligencia, y el Gobierno parece avanzar a paso firme en este terreno.

POLÍTICA INTERNACIONAL

La política internacional también fue un eje de la presentación del Gobierno hace un año, y en esa materia cabe resaltar dos logros de relevancia. AF hizo referencia a una Latinoamérica unida, y esbozó que la Argentina defendería “la autonomía de los pueblos, levantará alto sus principios de paz, de defensa de la democracia, de plena vigencia de los derechos humanos”. Es preciso recordar el reciente golpe de Estado que había sufrido la democracia boliviana por esas fechas, las multitudinarias protestas que eran reprimidas en Chile, Ecuador y Colombia, por citar algunos ejemplos. Cumplió Fernández en este aspecto, convirtiéndose en uno de los actores principales del retorno de la democracia a Bolivia, por haber organizado la salida del derrocado Evo Morales de sus país, y haberle dado asilo para que gestara el retorno del MAS al Gobierno desde la Argentina.

El segundo aspecto a nombrar es la creación del Consejo Nacional de Asuntos Relativos a las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur. “No hay más lugar para colonialismos en el siglo 21. Defenderemos todos nuestros derechos soberanos sobre las islas Malvinas, la Antártida y sus recursos naturales” fueron las palabras del Presidente en su asunción. El Consejo se creó en agosto, se compone de representantes de los tres bloques con mayor representación legislativa, especialistas en derecho internacional, ex combatientes y académicos. A principios de noviembre se nombraron sus primeros integrantes.

ABORTO

Una última parada en este repaso nos lleva a la más latente y tal vez una de las más trascendentales de las promesas de Alberto Fernández para este 2020, que en algún momento estuvo en duda por la pandemia y hoy se discutirá nuevamente en el Congreso: la iniciativa para la legalización del aborto. Luego de meses de incertidumbre, de especulaciones sobre si era o no el momento para una cruzada que polariza tanto a la sociedad, el Presidente finalmente envió el proyecto, por voluntad o por urgencia política, y todo parecería indicar que se convertirá en ley. Si AF hubiera preferido contarse esa victoria política el año que viene de cara a las elecciones y lo terminó apurando la coyuntura, o si las especulaciones eran que se trata de una discusión muy fuerte para un año electoral era mejor resolverlo ahora, será materia de analistas. Lo concreto es que muy posiblemente el Gobierno cierre un año extremadamente complejo en lo económico y lo social con una ampliación de derechos comparable a la sanción del matrimonio igualitario en 2010, que se terminó convirtiendo en uno de los grandes hitos del kirchnerismo.

Con este panorama de puntos tanto en la columna del debe como en la del haber, el Gobierno cierra un primer año de gestión totalmente atípico e imposible de contrastar con otros. Sobre la enorme crisis heredada cayó una pandemia global y trastocó todos los esquemas y proyecciones.  Pero a pesar de las dificultades y el desgaste, el Presidente sugue contando con una aprobación importante: las encuestas lo muestran como uno de los políticos con mayor imagen positiva junto a Rodríguez Larreta, en niveles similares (algunas un poco más bajo, otras apenas más alto) a la aceptación que tenía antes de asumir el cargo. No salir perdiendo luego de una año así, podría considerarse un triunfo. Como sea, el Gobierno saca un valioso empate de visitante en un terreno por demás hostil, y tendrá la oportunidad de refrendarlo de local el año que viene con un operativo de vacunación que promete épica, un presupuesto propio, sin vencimientos de deuda en el panorama, con la unidad de su frente político por ahora garantizada y una oposición que todavía no termina de acomodarse. Las respuestas en materia de empleo, actividad económica, recuperación de los salarios y el consumo serán los penales claves para terminar de ganar el partido.