“Dos no pelean si uno no quiere”, reza un dicho popular que buena parte de la sociedad argentina ha escuchado alguna vez. Dos dirigentes no discuten entre sí si a alguno no le sirve, sería una actualización en clave de discusión política. La idea puede explicar el principal cruce de una semana que estuvo súper cargada en materia política y que cierra, como la anterior, con una nueva entrega del choque de fuerzas que se lleva todo los flashes por el peso específico de los contendientes y que pinta para marcar el pulso de lo que viene: el de Milei y CFK.

La ex presidenta brindó una nueva clase magistral en la que repitió la estrategia de fines de la semana pasada: mojarle la oreja al león con lo que más le molesta, las críticas hacia su visión de la economía y sus capacidades para traducir la teoría en práctica de gobierno. El viernes pasado, su segunda carta del año tuvo el efecto deseado: Milei le respondió directamente, primero por Twitter, después en una exposición ante empresarios cuyos fragmentos se repitieron casi como una cadena nacional. Ambos se eligen como adversarios y sacan su rédito. Milei reactiva el espanto al fantasma del kirchnerismo, y CFK se erige en el centro gravitacional del dispositivo opositor sin que nadie pueda disputarle ese lugar. Para Macri que lo mira por TV, podría ser el canto si se tratara de un partido de fútbol.

Pero la nueva intervención de CFK tuvo algunas características particulares y distintivas. La primera y principal fue que la ex presidenta no dedicó extensísimos pasajes de su alocución a explicar las maravillas de sus años de gobierno para desde allí objetar, no sólo al Gobierno nacional, sino también y casi fundamentalmente al resto del peronismo que vive en la fantasía de jubilarla. Fue un discurso casi sin internas, con un mínimo palo a Alberto Fernández, a quién CFK ni siquiera nombró pero puso tácitamente como lo opuesto al ímpetu que sí le rescató a Milei para enfrentarse al FMI, y algunas sugerencias para la CGT para pensar cómo “volver a representar al conjunto de los trabajadores”. 

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CFK parece haber tomado nota de que su última carta fue más leída por el conjunto de la política en su última página y media, en la que explicaba en tercera persona cómo fue que el peronismo “se torció” y “se desordenó” en la gestión anterior, que en las otras seis carillas en las que le apuntó a la mirada económica de Milei. 

En Merlo, la ex presidenta calibró la mira y pronunció un discurso exclusivamente apuntado al presidente y los resultados de su Gobierno, con ciertas reminiscencias a los que fuera su alocución de 2017 en el lanzamiento de Unidad Ciudadana, cuando popularizó la expresión “nos desorganizaron la vida”, en relación a la gestión económica del macrismo. El contexto tiene puntos de contacto: suba violenta de tarifas, caída del poder adquisitivo, aumento del desempleo. ¿Se puso la ex presidenta en modo candidata como entonces? Pregunta para más adelante.

MOJARLE LA OREJA AL LEÓN 

Hábil como pocos en la política argentina, CFK eligió subir a Milei al ring en el que supuestamente el presidente debería ser más fuerte, para exponer las flaquezas de su discurso y sus resultados. Como en su carta de la semana pasada, la ex presidenta discutió la visión exclusivamente monetarista en torno a la inflación que profesa Milei y relativizó el corazón del triunfo que el presidente exhibe como su gran logro y que defenderá este domingo en Diputados cuando presente el Presupuesto 2025: el déficit cero. Para hacerlo, recordó los primeros años del kirchnerismo como un ciclo de superávit fiscal pero con crecimiento económico e inclusión social. “Que te sobre la plata y que la gente se muera de hambre es muy fácil, así cualquiera”, lanzó, bajándole el precio al principal factor de orgullo para Milei.

Pero CFK no se quedó sólo en la discusión de modelos económicos, sino que eligió provocar al presidente tratándolo de burro en la materia en la que él se vende como un experto. Lo hizo desmintiendo el “paraíso perdido” de la Argentina de principios de siglo al que Milei remite permanentemente para hablar de los últimos 100 años de decadencia, describiendo con datos y opiniones de otros intelectuales las penurias de los trabajadores de esa época. “Si estábamos tan bien, ¿por qué te creés que vino el peronismo? a ver si los gorilas se avivan de una vez”, chicaneó. CFK calificó como “un fracaso de la educación argentina” que “venga un lunático a decirnos cosas que no sucedieron, son mentira y no existen”, en relación a la Argentina potencia que Milei añora y la que ofrece volver.

En la discusión económica, CFK insistió en su idea de la economía bimonetaria y la falta de dólares como principal problema de la macroeconomía argentina. La ex presidenta tiene un punto fuerte allí en su polarización con Milei: la vía del ajuste y la recesión para hacer caer la inflación redunda, a su vez, en una pérdida de reservas para mantener el dólar pisado y evitar nuevos rebotes inflacionarios como los que lentamente comienzan a verse. 

CFK defendió el cepo como una medida de “administración de un bien escaso” y fundamental en la economía nacional, y arrinconó a un Milei que se aferra a los controles de cambio luego de haberlo criticado desde la teoría, necesitado de ellos ahora que debe gobernar con reservas negativas. “Lárguelo a Friedman, largue la escuela Austríaca y cace el manual argentino y póngase a administrar”, disparó. La yegua llevando a león a beber de su bebedero.

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La líder del kirchnerimo tiene claro que la única posibilidad de que Milei sostenga su credibilidad con la sociedad es que encuentre alguna manera de explicar el hecho de que la inflación no termina de bajar, exculpándose y atribuyéndole la responsabilidad al gobierno anterior. Por eso atacó su idea del rezago de la inflación directamente: “no tiene un plan de estabilización, no es que hay un rezago de la inflación”. ¿Qué sería Milei sin un plan de estabilización? Sólo un ajustador que empeora las condiciones de vida de los argentinos. Ahí apunta CFK.

La ex presidenta tampoco se privó de otra mojada de oreja fuerte para con el presidente y también el ministro de Economía. Consciente de que cada vez que habla sus palabras hacen eco en buena parte del país, CFK puso en pantalla gigante a un Milei panelista de TV despotricando contra el “desastre” de Toto Caputo en su versión macrista, antes de recordar irónicamente cómo ahora lo llama el mejor ministro de la historia argentina. Sembrar la discordia en el adversario también está en el menú de la inteligente jugadora del ajedrez de la política.

CON TUS DÓLARES, CLASE MEDIA

Pero quizás el dato más distintivo de la nueva presentación de CFK fue un cierto cambio de destinatario de su mensaje, que también permite remitir a su versión 2017. La líder del kirchnerismo condujo su exposición, luego de explicar la importancia de los dólares para la economía argentina y el problema recurrente de su escasez, a desnudar el plan del oficialismo: financiar su modelo de ajuste y contracción económica con los dólares de la porción de la sociedad que los atesora como reserva de valor y podría volcarlos a la economía si se ve obligada a descapitalizarse para poder pagar gastos corrientes. “Con tus dólares, clase media”, podría ser la reversión del “con la nuestra” con el que Milei supo construir un nosotros y un ellos con el que le ganó la elección al peronismo. 

CFK reconoció las actualizaciones en la AUH y la asistencia social, insuficientes pero superiores a los aumentos en los ingresos de los trabajadores de clase media que hoy tienen que quemar ahorros para pagar tarifas y servicios. La bandera de la defensa de los más humildes se extendió a los trabajadores formales de los estratos más bajos, para los que CFK pidió a la CGT reclamar el cobro de asignaciones tal como los informales. Esa clase media, que tantas veces se mostró como la que empuja el péndulo entre gobiernos populares y de derecha, parece ser el nuevo blanco apuntado por la ex presidenta para inclinar la balanza hacia el rechazo mayoritario al Gobierno nacional. Milei vs. la clase media es la fórmula, como lo fuera con Macri y sus tarifazos en 2017.  

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DEL DISCURSO A LA BOLETA

La pregunta del millón es desde qué lugar habla la ex presidenta y si los pasos que va dando trazan un camino hacia una candidatura para el año que viene. De alguna manera el derrotero actual recuerda, en otro contexto, al emprendido entre 2016 y 2017. En esos años CFK comenzó a reaparecer, tras sus primeras defensas contra la persecución judicial de Comodoro Py, con un discurso apuntado a lo económico y a desnudar las inconsistencias que por entonces tenía el macrismo para estabilizar el país y mejorar las condiciones de las mayorías. El camino llevó directo a su candidatura y a la performance electoral de 2017, con la que ordenó al peronismo y recuperó el gobierno en 2019. 

Hoy, con nuevas y reeditadas discusiones al interior del peronismo, CFK volvió a dejar en claro que no hay proyecto opositor que pueda excluirla y que, si se lo propone, tiene el peso específico para hacer orbitar todo el sistema alrededor suyo como un núcleo. Eso sí, la opción de erigirse en la conductora que vuelva a decidir con su dedo la estrategia electoral del peronismo no parece tener el consenso suficiente como para volver a repetirse. 

Quedan entonces dos caminos posibles: o el fortalecimiento de un polo propio, para discutir en una interna electoral con otros sectores del PJ en 2025 quién encabezará la oferta a la sociedad hacia 2027; o directamente volver ser ella misma quien se plante como la alternativa a Milei con una candidatura que, a su vez, ordenaría automáticamente a todo el peronismo detrás suyo. Estratega como es, CFK seguirá jugando al filo de esas posibilidades hasta el momento que considere preciso para jugar su carta. Lo que sí va quedando cada vez más claro es que piensa ser protagonista, y que Milei deberá armarse de argumentos y resultados de gobierno si pretende seguir compartiendo el ring con ella. Porque el ruido en las redes y las bravuconadas tienen un límite concreto, y es cuando a la sociedad se le desorganiza irremediablemente la vida y no ve horizontes. Tal vez sea tema de conversación con Macri en Olivos, milanesas de por medio.