Silvia Vázquez: “La política necesita recuperar el espíritu de diálogo que cultivaba Néstor”
Con la venia de Néstor, Silvia Vázquez presentó el primer proyecto de ley de medios, tiempo antes de la pelea con Clarín. Una de las referentes de la Concertación, ese espacio amplio creado por el ex presidente, lo recuerda a diez años de su muerte
La trayectoria política Néstor Kirchner tiene un lado B, apenas relatado en la reconstrucción histórica, centrada mayoritariamente en su identidad peronista. Ese lado B se llama “Concertación Plural”, el espacio amplio por fuera de los límites del PJ con el que convocó a dirigentes progresistas de todos los colores y partidos, que le dio el sustento necesario para las reformas del primer tramo de su gobierno y terminó plasmada en la fórmula CFK-Cobos. La traición del vice radical frustró esa búsqueda de acuerdos transversales, quizás para siempre. Silvia Vázquez, que había llegado al kirchnerismo de la mano de los radicales, se quedó al lado de Néstor después de la 125 y hasta sus últimos días. “Fue una oportunidad histórica perdida”, dice Vázquez –hoy dirigente del Partido Verde– en diálogo con Diagonales sobre aquel frente, “que hoy sería fundamental para sacar el país adelante”.
Apenas una semana antes de morir, el ex presidente –entonces diputado nacional y jefe del PJ– se subió al escenario del acto de los que en esa época se llamaban “radicales K” en la biblioteca nacional para despotricar contra Clarín (“se acerca el fin de los monopolios”, dijo ese día), que peleaba en la justicia contra la ley de medios. Vázquez, que había presentado el primer proyecto para democratizar el espectro mediático con el aval de Néstor, cerró ese acto. Néstor la escuchó hasta el final, a pesar de que la entonces diputada se despachó contra la represión que sufría la comunidad Qom La Primavera en Formosa, cuyo gobernador, Gildo Insfrán, era uno de los principales aliados de gobierno. “Néstor permitía esas cosas, contenía desde la diversidad, con una humildad que la política no tiene”, recuerda en esta entrevista que repasa aquellos años de la prehistoria del kirchnerismo.
¿Cómo elegís recordar a Néstor, diez años después?
-Lo recuerdo fundamentalmente por la capacidad que tenía de integrar las diferencias y articularlas. Lo viví con mucha tristeza en su momento, pero recién con el paso del tiempo fui tomando real dimensión de su ausencia, de la profundidad de la pérdida. Su muerte fue una de las más grandes pérdidas que tuvo el país desde siempre, creo. Porque Néstor estaba convencido de la necesidad de fortalecer nuevas identidades políticas en argentina, tomando lo mejor de las tradiciones políticas nacionales, y se ocupaba permanentemente de que hubiera diálogo y contención desde un lugar de humildad, de sinceridad, y con una dedicación que hace mucha falta en la política de hoy, y que el país necesita urgentemente para salir del pozo en el que está.
"Lo recuerdo a Néstor fundamentalmente por la capacidad que tenía de integrar las diferencias y articularlas".
¿Algo así como una nueva Concertación?
-Cada época es diferente. Néstor armó la concertación desde la gestión, no como ahora, que es al revés: hay amplitud para ganar elecciones, que fue necesaria, pero después es todo lo contrario. En 2003, cuando empieza a convocarnos, yo estaba en Vicente López, acompañando al Japonés García, que era un intendente radical, y cuando Néstor asume como presidente enseguida arma mesas de diálogo con todos los intendentes, no importaba de qué partido eran sino que tenían que empujar todos juntos para sacar al país adelante. Pero Néstor te convocaba desde un piso de igualdad, de trataba de igual a igual por más que no sea así la relación de poder, y creo que de esa forma fue que logró además restaurar la autoridad presidencial, que venía muy golpeada desde el 2001-2002, supo reconstruir esa autoridad.
Hoy gobierna un frente bastante amplio, que incluye varios sectores políticos, también a una porción –muy minoritaria– de radicales. Y tenemos una situación económica igual o peor que la que le tocó enfrentar a Néstor. Alberto Fernández fue su jefe de Gabinete. Puedo seguir nombrando paralelismos. ¿Encontras similitudes de fondo entre ambos escenarios, o solo de forma?
-Yo creo que el Frente de Todos es un frente electoral, se llega a esa unidad para derrotar a Macri porque sino nos quedábamos sin país, pero a lo que voy es a la necesidad de tender puentes y a la pluralidad de voces dentro de la propia gestión de Gobierno, que son dos formas de entender la política muy diferentes. Eso que tenía Néstor, que articulaba, hoy sigue faltando. Y se está volviendo peligroso, a la luz de lo que está pasando en el país. Por otra parte, por más paralelismos que haya y que se hayan dicho incluso en la campaña, Alberto tiene que interpretar qué es lo mejor para la argentina que le toca gobernar a él. No es la misma que le tocó a Néstor.
"Eso que tenía Néstor, que articulaba, hoy en el Frente de Todos sigue faltando".
¿Es peor?
-Sí, en todo sentido. En el deterioro de los vínculos, de la política, a nivel social, todo. Es peor. Esta Argentina es mucho más violenta que la que tuvimos hasta que murió Néstor. La grieta en el 2003 no existía. Teníamos una crisis económica, pero no estábamos viendo todo el tiempo cómo hacíamos para matarnos o ahogar al adversario permanentemente, sino que reinaba un espíritu de decir che, cómo nos amuchamos para sacar al país adelante. El enemigo de Néstor no era “la derecha”, el enemigo era la pobreza, el endeudamiento, etc.
"Esta Argentina es mucho más violenta que la que tuvimos hasta que murió Néstor".
Y Clarín también.
-Bueno, ese enfrentamiento surge de algo muy importante que hizo Néstor que fue blanquear en el debate público las presiones y los intereses empresarios que estaban digamos detrás del telón de la política, que no pasaban de las charlas de café, que todos siempre sabíamos que existía y a partir de la ley de medios nos permitió debatirlo ampliamente como sociedad, lo que me pareció un paso muy importante para la política.
Vos presentaste la ley de medios antes que el Ejecutivo en ese entonces, antes de la pelea con “la corpo”. ¿Lo charlaste con él?
-Sí, por supuesto. Le dije, “mirá que voy a presentar esto”. Él se encogió de hombros como diciendo “no puedo frenarte, fijáte como te va”, era un gesto muy típico de él. Como también le dije en su momento que lo que estaba pasando en Formosa con el genocidio lento pero sistemático de los Pueblos Originarios ameritaba una intervención urgente del Ejecutivo y también, en general, una ley de reparación histórica. Se extraña mucho eso. Porque desde los acuerdos más amplios, había espacio para las diferencias. Tampoco existe eso hoy en el Frente de Todos, al menos no para todos los sectores.
Se podría replicar, en este caso, que ese nivel de unidad era posible a su vez porque Néstor no tuvo enfrente un partido opositor representativo y consolidado como es Cambiemos hoy, por más de derecha que sea. Incluso el “grupo A” es incomparable con el nivel de oposición que existe hoy.
-Bueno, en ese momento la derecha estaba dentro del peronismo, no hay que olvidarse de eso. Duhalde, por ejemplo. De Narváez. Pero eso no justifica una lógica expulsiva. Está claro que a partir de 2011 vino una diáspora de aliados que llevaron al FpV a la derrota y que terminó lamentablemente en el peor gobierno del que se tenga memoria, en todo sentido, que fue el de Macri. No es que busque señalar culpables, eso no sirve para nada, pero otra cosa es no tener memoria de las cosas que pasaron y nos trajeron hasta acá.
"A partir de 2011 vino una diáspora de aliados que llevaron al FpV a la derrota y que terminó lamentablemente en el peor gobierno del que se tenga memoria (Macri)".
Volviendo a la Concertación. Hay un quiebre histórico que es el “no positivo” de Cobos en la 125. ¿Cómo lo vivieron vos y tus compañeros que se habían sumado al FpV desde el radicalismo?
-En todo matrimonio que se rompe la responsabilidad es de los dos, aunque siempre es más de uno que del otro. En esa ruptura la mayor carga de responsabilidad la tuvo el radicalismo, sin dudas. Yo lo viví desde adentro, por eso me enojé tanto cuando aparecieron de golpe con la bandera del campo. La 125 era una excusa, en realidad. La traición se estaba tramando desde mucho antes. Muchos de mis correligionarios ya estaban muy incómodos en el Gobierno y buscaban cómo salir. Hubo una reunión, que se convocó en un hotel céntrico propiedad del Coti Nosiglia, y ese punto de encuentro ya me sonaba turbio. Esa diáspora radical, esa falta de rumbo que ya venía de mucho tiempo antes termina lamentablemente en Cambiemos, cuando le regalan el partido a Macri. Nada más en las antípodas de Alfonsín, muchas de cuyas banderas Néstor había retomado. Por eso me quedé, con muchos compañeros, apostando a su proyecto. Tenía mucha bronca de esa ruptura porque me parecía que estábamos perdiendo algo muy importante: se había logrado, después de una crisis muy profunda, articular un dialogo muy sincero, un proyecto que creo yo a la luz de estos años que nos hubiera ahorrado muchos de los problemas políticos que tiene hoy el país. Desaprovechamos una oportunidad histórica de desarrollo, de crecimiento, de estabilidad.
"Néstor hubiera sido el candidato en 2011 de no haber muerto".
Meses antes de morir, Néstor se opera y pasa unos días en Olivos recuperándose. Vos contaste más de una vez que en ese momento, a más de un año de la elección de 2011, se hablaba ya de su posible candidatura. ¿Estaba definido?
-Bueno, es contrafáctico, pero entiendo que él hubiera sido el candidato de no haber muerto. Ese día estaban Máximo y Capitanich. Hablamos de la necesidad de la reparación histórica de los pueblos originarios. Lo de la candidatura no tanto, pero se trabajaba con esa hipótesis.
El conflicto con los Pueblos Originarios parece haberse trasladado del Norte hacia el Sur, pero aún así, pasan los años y en vez de solucionarse el problema de la tierra, se profundiza la violencia y la discriminación. ¿Te preocupa la situación?
-Totalmente. Sigue sin resolverse el problema por que la política sigue queriendo esquivar un debate de fondo. Como en casi todo, la política pone sus intereses por delante. Néstor, en este punto, se hubiera preguntado “¿es justo?” como hacía siempre. Néstor era claro en que mas allá de la “carrera” de los políticos hay un deber moral, por eso nos dedicamos a esto. No es un tema siempre de si tal planteo nos da más votos o menos votos. También hay un planteo por lo que es justo. Cuando la política renuncia a eso pierde el alma. Por eso nos respaldó a su manera cuando planteamos lo que planteamos respecto de los pueblos originarios. Eso falta hoy también. Por ejemplo, sería importante recuperar ese espíritu para meterse de verdad en resolver los problemas ambientales del país. Estamos destruyendo nuestra biodiversidad a una velocidad imparable y hay que detenerse a pensar cómo modificamos esta cultura de destrucción propia del capitalismo, que nos está destruyendo, sin ir mas lejos estamos paralizados por un virus zoonótico.
Para cerrar, supongo que guardás como un tesoro que el anteúltimo acto público de Néstor fue organizado por vos, pocos días antes de su muerte. ¿Qué recordás de ese día?
Ese día estaba muy bien a él. Estuvo con nosotros para defender la ley de medios, me quedo con eso.