La debilidad como virtud
Y los argumentos dependen del lado del mostrador en que te encuentras
He sostenido, y sostengo aún, que los gobiernos del FPV-PJ mostraron su mejor desempeño en los momentos de mayor debilidad (2003-2005, y 2009-2011). Y, como en un espejo en el que podrían mirarse, sus peores errores (los no forzados), ocurrieron cuando las cosas parecían condenadas al éxito (2005-2007, y 2011-2013).
He sostenido, y sostengo aún, que el Gobierno de Cambiemos mostró su mejor desempeño en los momentos de mayor debilidad (2015-2017). Y, como en el que podría mirarse, sus peores errores (los no forzados), ocurrieron cuando las cosas parecían salir de taquito (2018-2019).
Hubo también, a pesar de ese rasgo estructural y común, diferencias significativas entre esos distintos gobiernos, que dan sentido a la premisa «mostró su mejor desempeño» en cada administración. Pero no me quiero detener allí porque, en cualquier caso, sería enfocarse excesivamente en el pasado, teniendo la oportunidad de otear lo que viene.
Sostendré que el Gobierno de La Libertad Avanza mostró su mejor desempeño en los momentos de mayor debilidad. Que debería aprender alguna lección del pasado reciente, para evitar que un miope triunfalismo de ocasión dé lugar al pensamiento mágico que se esconde tras otro rasgo estructural y común de los gobiernos post crisis del 2001-2002: si lo hicimos así y funcionó, por qué vamos a cambiar ahora.
Ud. me dirá, querido libertario o libertaria, que no es poca cosa haber reducido la inflación a la mitad en tan sólo un año, y que el dólar permanece razonablemente controlado. Cierto; punto para Ud.
Pero deberá reconocerme, (amén de que todos, sin excepción, somos más pobres que en el pasado reciente), que dentro del cepo todo está siempre por verse; que el mundo no ayuda (tasas de interés y precios de commodities) y que el gobierno podrá tener dólar barato +full cepo, o fondos frescos del FMI, pero no las dos cosas. Dado que el gobierno pretende pagar sus deudas, y necesita acumular reservas y financiar el crecimiento económico, los desafíos se cuentan solos. Punto para Cavallo.
Hasta aquí, en su momento de mayor debilidad, lo único que no negoció fue dejar en claro, siempre y en todo lugar, quien manda en Argentina. Para ello, se sirvió de las artes habituales, de las oscuras, y de las de más allá también. Hay signos de un relativo agotamiento de esas prácticas. Como cualquier recurso, debe economizarse su uso para que no pierda eficacia.
Y dado que los principales problemas de nuestro país, todos importantes y urgentes, siguen ahí, apilándose a velocidad creciente, sería hora de ir cambiando. A pesar de lo que diga la cada vez menos transitada calle on line. No habrá muchas más oportunidades para evitar sacralizar las formas. Hoy, el país, empieza a reconocer que hace falta más. Mucho más.
Y toda esta perorata, que difícilmente lean las y los libertarios, para dejar establecido un punto; mi punto: si el sistema en su conjunto (léase, actores y reglas) no planea verse volar por los aires, hay algunas cosas que deberán tomarse más en serio. Los que hasta ayer no más celebraban el decisionismo cristinista, hoy se rasgan las vestiduras frente a cada DNU. Y quienes se inmolaban en el altar de la República, hoy venden alfombras al por mayor para recubrir sus preocupaciones de antaño por la calidad institucional.
Desde 2011, en que se inicia un inédito ciclo de alternancia política en el país, asistimos al zigzagueo sin fin de una clase dirigente divorciada de las urgencias del pueblo al que representan. Nosotros, el pueblo, más temprano que tarde, lo advertimos: tus argumentos dependen del lado del mostrador en que te encuentras. El velo se corre. La mística se apaga. Y algo nuevo habrá que hacer. Algo audaz. No sea que empiece a ganar tracción la idea de que lo mejor es prenderle fuego al mostrador.