En nuestro país y sobre todo en la provincia de Buenos Aires, cada año los docentes deben pelear por no perder el poder adquisitivo de sus salarios ante la creciente inflación. Siempre la puja entre los gobiernos provinciales y los gremios son duras.

Todos los años -a excepción del 2016- se ve retrasado el inicio de clases por medidas de fuerza como el paro que -lamentablemente- es el único instrumento que tienen los maestros para que los gobernantes atiendan a sus reclamos. 

Los docentes tienen que soportar que cada verano se exponga ante la opinión pública lo que ganan e incluso que se los juzgue en los medios tracionales de comunicación y en las redes sociales. Fogoneados por dirigentes y periodistas, una porción de la sociedad enfrenta a los educadores menospreciando su labor. Un juego más que favorable para una clase política que busca que ganen lo menos posible. Esto no ocurre con los trabajadores de otros rubros. El látigo parece estar siempre dispuesto a ejecutarse sobre la espalda de los maestros.

El debate por el salario docente se repite año tras año. No caben dudas que es una deuda histórica del país que quienes tienen la responsabilidad de formar a las futuras generaciones ganen salarios dignos y trabajen en óptimas condiciones, pero hoy en día la lucha es mucho menos ambiciosa buscan no seguir perdiendo poder adquisitivo. 

Ante estas situaciones de conflicto, la estrategia de los distintos gobernadores es siempre la misma ofrecer lo mínimo posible al encarar las negociaciones para luego tener un margen para ceder y subir ese porcentaje. Sin embargo, esto es algo que no ha ocurrido en esta oportunidad. María Eugenia Vidal se muestra decidida a no correrse de ese 18% de aumento en cuatro cuotas. ¿Eso debe entenderse como una negociación?

La mandataria provincial y sus ministros han resaltado una y otra vez la voluntad de diálogo con los  docentes.  Incluso manifestaron que harían el "mayor esfuerzo posible" para garantizar que los chicos estén en las aulas a tiempo. El ofrecimiento de un pago de $800 por única vez -para los que cobran hasta $15.000- por parte del gobierno bonaerense con la finalidad de que los educadores levanten el paro, parece estar lejos de convertirse en ese "mayor esfuerzo posible".

Vidal y sus funcionarios han concentrado sus energías en atacar a un dirigente gremial (Roberto Baradel) a quien se le pueden atribuir cientos de críticas, pero que en esta ocasión no hace más que defender los derechos de sus representados ante una oferta sumamente ofensiva para el bolsillo de los maestros. 

Cabe destacar que esto no ha sido producto de la casualidad ni de la coincidencia. Atribuirle trasfondos partidarios o vincularlo a este dirigente con el kirchnerismo, tiene como objetivo deslegitimar y dividir a los docentes en su lucha. De esta manera, podrían domesticarlos para salirse con su objetivo seguir empobreciendo el salario docente.

Por ahora, los trabajadores de la educación están unidos. Habrá que estar alertas para observar si logran ignorar la carnada que les pone el Gobierno. Un Gobierno que anunció que habrá descuentos a quienes hagan paro y que declaró la conciliación obligatoria.