Pensar el conurbano en este verano, es pensar la heterogeneidad profunda de su territorio, y los problemas que ello acarrea. Un  territorio donde conviven barrios privados, algunos con sus propias “marinas” como los nuevos espacios marcados por el cierre y el enclaustramiento, y los villorrios empobrecidos en forma extrema, al lado de canales y ríos estupefactos de contaminación. Entre medio de esos extremos sociales, se encuentra en conglomerado social que da la esencia del conurbano que arrincona a la gran ciudad, con pasado de opulencia.

El conurbano ya no es la representación icónica del mameluco azul del movimiento obrero organizado, sino ya hoy en día más bien representa una multiplicidad de ámbitos y representaciones que convergen, disienten, o se yuxtaponen, por sus condiciones clasistas, territoriales, generacionales y de género, por mencionar las más importantes.

En un territorio marcado por la esperanza industrialista del primer peronismo, se ha constituido un vario pinto de enclaves dignos de clasificar: trabajadores por cuenta propia con calificaciones no especializadas, asalariados y asalariadas de comercio minorista, conglomerados de ocupados en un sinfín de cooperativas silenciosas productoras de bienes, y además, con menor peso que otras décadas, pero siempre presente en ámbito del conurbano las y los trabajadores industriales. A ello se cruzan militancias feministas, organizaciones sindicales, cámaras locales empresariales, organizaciones eclesiásticas católicas y evangélicas, organizaciones sociales, y los clubes deportivos, además de la multiplicidad de actividades que se generan en el ámbito escolar, tanto público como privado. El conurbano tiene esa especificidad propia, de población joven, en relación a CABA, y generacionalmente la que sufre los embates de los diseños de acumulación empresariales, arrojando en ellas y ellos, subcontratación, precarización, y pauperización como síntomas de su inserción laboral.

En tiempos de pandemia, se nota allí la presencia de las políticas gubernamentales (ATP, AUH, IFE, Tarjeta Alimentar, entre otras) , porque en esencia las actividades que florecen: el cuenta propismo, y los pequeños establecimientos junto a asalariados de los mismos, han visto caer sus actividades por la morigeración del movimiento de las personas para contener los contagios de la pandemia del COVID-19, que ha implicado que sea un sector muy vulnerable a la obtención de ingresos laborales, y además por la modalidad económica que en ella se desarrolla: negocios en barrios, ferias, actividades ambulantes, y prestación de servicios en hogares, principalmente.

Ahora, la pregunta que preocupa, es ¿cómo pueden salir de la pobreza, el hasta ahora, incómodo 37% de los hogares del conurbano?,  respuesta que tiene la economía, el sector empresario, el vínculo con los sindicatos y el estado, actores claves en las soluciones. El siguiente interrogante es ¿cuántos están cerca o lejos de salir de dicha situación?

Si miramos los datos del INDEC del 1° semestre del 2019, el 30,3% de los hogares eran pobres, luego con efecto pandemia y aislamiento social, el primer semestre 2020, ese valor sube al 37,7%.  Pero al segmentar las distancia  en porcentajes de ingresos, en relación al umbral de pobreza, y tomando en cuenta la composición por sexo y edad de cada uno de los hogares del conurbano, nos vamos a encontrar que cerca del 7% de dichos hogares, están cerca de ese umbral de superación. Así como un 6.3% cerca de caer en la pobreza.

Conurbano y línea de pobreza, en el inicio del 2021

Y como se aprecia en el gráfico 1, para el grupo más cercano para evitar la situación de pobreza, necesita $5.668 por hogar, en tanto aquel que está en una situación de mayor lejanía del umbral, necesita $18.296 por hogar, de un total de 622.572 hogares del conurbano, en tanto que la pobreza más problemática, se encuentra ya a una distancia de 45 mil pesos, e involucra a un poco más de 1 millón de hogares.

Conurbano y línea de pobreza, en el inicio del 2021

No es sólo un problema de empleo, sino de distribución, y tampoco es sólo de distribución sino también de productividad, y en ese marco, además de las transferencias de ingresos, distributivas y no distributivas, el rol del Estado es primordial, tanto como se aprecia hoy en día en el esfuerzo para vacunar a toda la población, sin mezquindades.

*Dr. en Ciencias Sociales,  Investigador del Instituto Gino Germani, Universidad de Buenos Aires Director del Departamento de Sociología, Universidad Nacional de Mar del Plata.