Es difícil proyectar a largo plazo en economía. En Argentina es más difícil aún porque 8 meses es el largo plazo para nuestro país. Aún es desconocido lo que sucederá con la economía de aquí a que se termine el mandato que comenzó en 2015. Sin embargo, podemos trazar algunos puntos con los cuales seguramente va a tener que lidiar la próxima administración.

El país se endeudó en (casi) un PBI, la capacidad de repago dependerá básicamente si Argentina logra o no conseguir nuevamente acceso a los mercados. A los niveles actuales de riesgo país esto es imposible. Sin embargo, hay que ver cuánto de esto corresponde a riesgo político y cuanto a posibilidad de no repagar la deuda. Argentina está haciendo esfuerzos suficientes como para mostrar sobriedad en las cuentas públicas, pero aún el mercado quiere ver si el país es solvente.

Los problemas de solvencia a menudo se traducen en problemas de liquidez. Cuando hay desconfianza respecto a la capacidad de pago de un agente se le pide una muestra de liquidez y esa muestra de liquidez ya nos la dio el FMI, pero difícilmente tendremos otro espaldarazo. Es por ello que Argentina debe conseguir bajar el riesgo país antes de mediados de 2020. El año siguiente necesita refinanciar US$ 10.000 mill. y tomar US$ 5.000 mill. adicionales.

En lo que refiere a inflación, la misma parece haber encontrado un nuevo piso, antes del gobierno actual, aunque lamentablemente medida por privados, se tenía la intuición que la economía funcionaba con una inflación del 25% anual. Actualmente ese piso se elevó, pasamos a un umbral del cual difícilmente podamos disminuirla rápidamente de un 35%-40% anual.

La velocidad de reducción de inflación es un tema complejo, no solamente porque es difícil lograrlo, sino también porque a veces no es deseable. En Argentina el 60% del gasto ya está indexado. Si la inflación baja abruptamente de un 50% a un 10%, el Estado gasta a un 50% (inflación pasada) y recauda al 10% de aumento. Por lo tanto, podría generar tensiones el lado monetario al lado fiscal.

En materia de actividad, hemos asistido a 4 años que terminaron de dibujar una década perdida en lo que refiere a los últimos 10 años. Nuestro país no logra generar empleo, ya no genuino, sino empleo para el grado de cualificación de sus trabajadores. Será complejo salir de ese nivel de estancamiento secular debido a que no se han identificado y trazado estrategias en política industrial, agropecuaria, quizás algo más de avance en energéticas, pero no hubo una adecuada interacción para llevar adelante un programa que trascienda gobiernos.

Sin actividad y la inflación elevada, la pobreza estructural se siga agudizando. No se puede sacar al país de la pobreza de un día para el otro entendida ésta en un sentido amplio. La pérdida de capital humano que se generó en estos diez años va a ser difícil de lograr reconstruirlo a futuro.

Excepto por la deuda que sí fue algo coyuntural de este gobierno, el resto de los problemas a heredar son estructurales de la economía argentina. Independientemente del signo político que le toque gobernar en los próximos 4 años tendrá estos frentes sin fácil resolución.

Asimismo, el próximo gobierno no tendrá margen de maniobra o discrecionalidad desde lo fiscal dado debido a la posición deudora con el FMI. Aunque quizás, lo más relevante de todo esto es que deberá enfrentar viejas y necesarias discusiones como una reforma previsional, de la relación de la Nación con Provincias e impositiva.

*Economista UBA, Máster en Finanzas UCEMA y Profesor UBA Macroeconomía. Es economista de la consultora ACM e investigador de la UBA. Twitter: @guido_lorenzo