Carlos Belloso: "Después de estar en Malvinas dije ‘tengo que darme mis gustos’"
Un artista amplio que tiene en el teatro su mayor apego. Un actor de matices profundos que hace reír y enternecer o imparte respeto y genera suspenso: creador de personajes taquilleros y recordados. Un argentino que participó en la Guerra de Malvinas; hijo, hermano, padre. Una persona agradecida; curiosa e intuitiva. Carlos Belloso pasó por el Íntimo y abrió el telón de su vida
¿Cómo estás Carlos? ¿En qué momento te encontras?
-Tuve un par de años más vinculado al teatro y ahora quiero cambiar la sintonía hacia el cine y la televisión. Y en televisión, más que nada a series porque ya la televisión de aire me cuesta hacer. Primero, porque las propuestas no son tan atractivas y las series si lo son y hay mucha oferta acá y en el exterior, porque vienen productoras del exterior a trabajar acá… Yo voy intuitivamente, no tengo algo muy programado... De hecho, veo muchas series porque me interesan como público y también como un sistema de trabajo donde hay que estar entrenado. Hay buenos trabajos que se pueden ver y no solo de producción, sino trabajos de actuación; entonces, uno siempre está aprendiendo.
¿Cómo naciste como actor?
-Por un lado, es algo que me imaginé muy solapadamente. Y muy... Como viendo que era casi imposible porque vengo de una familia que nada que ver con el arte: mi viejo carnicero, mi vieja era enfermera. Lo que pasa es que en mi infancia fui muy influenciado por la televisión y por el cine; cuando era chico era de ir al cine cuando existía el continuado. Me internaba a las doce del mediodía y salía a la una de la mañana y viendo películas muy diversas. Algunas veces veía dos veces la misma película; vivía en el cine. Me daban plata para que fuera al cine y me dejaban ahí, que quedaba a cuatro cuadras de casa y era toda una ceremonia. Ya era amigo del boletero, del acomodador y a los diez años ya veía películas prohibidas porque conocía al acomodador. Yo tengo una frase que es media imaginativa y media irreal, pero muy cierta que es “vi tanta-tanta televisión que un día me caí adentro”.
"En mi infancia fui muy influenciado por la televisión y por el cine".
Y cómo siguió la historia…
-La actuación siempre fue un juego desde chico en el espejo. Fui hijo menor y era mezcla de hermano e hijo único porque mis hermanos eran muy grandes y pasaba mucho tiempo en mi casa solo armándome películas y cosas que había visto en el cine o la televisión. Y después del servicio militar en el ’82 lo tomé como algo serio, porque antes era eventual que hiciera alguna incursión en la actuación, pero después de la guerra dije “tengo que darme mis gustos” porque desapareces en cualquier momento de este planeta. Entonces, elegí ir por el lado que más me gusta, el arte, porque no solamente actúo, dibujo, pinto y escribo. La estimulación artística para mi es muy importante, y me la tuve que hacer a mi mismo porque mi familia me veía como una cosa rara con respecto a eso... Mi infancia fue un poco provocar la actuación desde el divertimento pero en un momento se volvió oficio.
"Después de la guerra (de Malvinas) dije 'tengo que darme mis gustos' porque desapareces en cualquier momento de este planeta".
¿Y en qué momento dijiste soy actor?
-Concretamente, el “ya soy actor” tiene que ver con algo simbólico que es cuando me dieron el carnet de actor de la Asociación Argentina de Actores. Cuando tenes un carnet de algo que te imaginaste siempre como un juego, te activa. Entonces, tenes que pagar la cuota... (risas) Tenes que entrar dentro del gremio y al mismo tiempo, dentro de un sistema… Te empezas a ganar la vida. Y te recibís de actor en un punto. No lo sentí tanto cuando me recibí de actor en la escuela municipal, como cuando empecé a pagar la cuota de la Asociación, no sé por qué…
¿Cuáles son los cambios que encontras en vos desde ese momento hasta hoy?
-Básicamente, una experiencia del día a día. Porque pasa algo con mi profesión y mi oficio, me gustan mucho, entonces trabajarlo es día a día. La experiencia acumulada es lo que crece, no digo ninguna cosa nueva... La experiencia para mí es muy importante y día a día encuentro algo nuevo.
¿Cómo es ese juego de emociones personales y actuación?
-Según qué formato porque el teatro es una cosa, el cine es otra y la televisión otra. Yo describiría como de mayor a menor en cierto sentido porque para mí el teatro es lo que derrama mi oficio en los otros formatos. La actuación en teatro tiene que ver con dominar las emociones, controlarlas y para eso existen métodos. Toda mi vida he tenido varios métodos, pero siempre apuesto a uno que es el más concreto y el que siempre te salva, que es el método de Stanislavski, que trata de las acciones y las emociones justamente. Entonces, para mí la emoción en el teatro o en la actuación, tiene que ver con decir algo a través de una acción, eso va a generar siempre una emoción. Si mi texto dice algo y yo busco una acción determinada, esa conjunción de acción y lo que uno viene diciendo -con la también carga psicológica que el personaje tiene- se traduce en una emoción.
Es un proceso…
-La emoción para mí es algo que trabajo, no es aleatoria ni aparece espontáneamente. Y la improvisación para mi tiene que ver con un proceso previo que me hace concluir cuál es la emoción que tengo que manejar, pero no es la improvisación algo cotidiano en el personaje. Yo soy muy eficiente en reproducir exactamente lo que el personaje requiere, porque soy muy teatrero, porque viene de ahí el tema de reproducir exactamente una acción y un personaje en las determinadas funciones.
¿Hay algún personaje que recuerdes mucho o que te haya dejado alguna marca?
-En general hago personajes que se diferencian mucho de mí, entonces se recortan mucho. Que obviamente tienen algo de mí, pero los trato de diferenciar, primero para no aburrirme, porque si hago un personaje toda la vida… Surgió cuando hice televisión que fue una especie de boom popular el tema de El Vasquito (Campeones – Canal Trece 1999-2001) que fue un personaje que apareció y fui inmediatamente reconocido en la calle; para mí fue asombroso porque al día siguiente que apareció en la tira ya me saludaban como si estuviera en el mismo barrio y para mí fue fuerte. Cuando me acerco a mí en los personajes tiene que ver con el género naturalista... En teatro hice un obra que se llamaba Intimidad que tenía que ver con un proceso de separación de un hombre que lo estaba viviendo yo en ese mismo momento; entonces el personaje y yo nos parecíamos tanto que en un momento empezas a experimentar ciertas emociones que empiezan a asomar y a mostrarse al público que tienen que ver con la tuyas. Y hay un doble juego del actor, no solo que mostras un personaje con determinadas emociones, sino que mostras un personaje que se parece mucho a vos y testeas en el público qué pasa con vos y el personaje.
¿Hay algún personaje que te gustaría hacer o tenes pendiente?
-Si, obviamente. Y en estos formatos diferentes: teatro, cine, televisión... En teatro hay infinidad de cosas que no hice que me encantaría hacer. Desde hacer más Shakespeare, aunque ya hice, porque me gustan los temas, no tanto su forma poética, sino más bien sus problemáticas. Hay mucho teatro inglés que me gustaría hacer; me gustaría hacer géneros diferentes en los que no incursioné tanto, por ejemplo el policial inglés me encanta. En televisión y series, las tramas de espionaje me encantan, es un rompecabezas hermoso. Y después también, en cine se pueden hacer varias cosas nuevas… Me gusta lo experimental en tanto y en cuanto se trabajen cosas que se vienen trabajando poco.
Argentina: ¿tragedia o comedia?
-Una tragicomedia. Yo creo que es un permanente tropezar con la misma piedra, porque es muy esquemático este tropezar, cada diez-doce años, trece-quince años. Volvemos a hacer siempre lo mismo. Y no solamente en lo económico, yo tengo 55 años y puedo hablar desde el Rodrigazo hasta acá y no paramos de tropezarnos con la misma piedra y al mismo tiempo con las mismas diferencias. Diferencias que se dan desde el tiempo de la independencia hasta acá. Tampoco vamos a descubrir algo nuevo con el kirchnerismo y el anti-kirchnerismo y el macrismo y el anti-macrimo; sino que venimos de un origen muy bipolar o más bien, muy binario: negro-blanco siempre, crudo contra cocido, federales contra unitarios, porteños contra los del interior… Siempre estamos en un River-Boca permanente. Y ahora se está hablando que los cuadernos tapan lo económico, yo creo que lo que verdaderamente tapa es este odio permanente y este enfrentamiento permanente… Estamos siempre pelándonos con el de enfrente para tener razón y nunca discutimos algo serio como proyecto de país. Y vienen los tropiezos cada diez años, que son económicos generalmente porque no hay un proyecto económico. Entonces, lo que nos da de comer, una industria, un emprendimiento regional, el campo sirven para apagar incendios… Y se la lleva siempre la caja política de todos los partidos, porque no son ni el kirchnerismo ni el macrismo, son todos los partidos que hacen caja política porque siempre en lo político se pensó que hay que tener plata para tener poder. Yo obviamente que estoy muy enojado con la clase dirigente total; a veces me cuestiono para qué votamos si siempre nos llevan a lo peor… Cuestiono la clase dirigente permanentemente, porque además nadie hizo nada… Parece todo a hecho a propósito.
"Tampoco vamos a descubrir algo nuevo con el kirchnerismo y el anti-kirchnerismo y el macrismo y el anti-macrimo; sino que venimos de un origen muy bipolar o más bien, muy binario: negro-blanco siempre, crudo contra cocido, federales contra unitarios, porteños contra los del interior… Siempre estamos en un River-Boca permanente".
Vos que formaste parte de Malvinas, ¿cómo ves la temática en la actualidad?
-Veo muchas cosas que pasan. Yo estoy justo en un punto del tema que todavía no se cierra y al mismo tiempo se cerró para mí, pero estoy en proceso. Para la mayoría de la gente es algo que cerró y que tal vez se lleva en el sentimiento patriótico, por lo que veo. Hay algo de injusticia doble. Primero, que es un territorio argentino que fue ocupado desde siempre y que mucha gente que cree que es nuestro y debe ser nuestro para siempre y hay otra gente, que por más que nos duela, piensa otra cosa, piensa que son un par de piedras en medio del océano y… Que se lo queden los ingleses… Y entre esas dos formas de pensar existe lo que realmente pasa con lo geopolítico, con la coyuntura, con un mundo cada vez mas enfermo… Pero para mí, hay un punto en donde yo me quedé con una herida abierta y cerrada al mismo tiempo. Primero que, yo estuve en un lugar de la guerra que tenía una participación intensa como es cuidar y vigilar el aeropuerto donde proveía de alimentos y de pertrechos a las islas que eso por la ley T.O.A.S. o Teatro Operaciones Atlántico Sur estaba establecido, una ley que establece los límites de una guerra. Y siempre hago el mismo chiste: “me gusta el teatro y estuve en un teatro de operaciones…” Esta ley establece que el Teatro de Operaciones Atlántico Sur es paralelo 42º hacia el sur, todas las bases aeronavales del litoral marítimo, plataformas submarinas e islas Malvinas e islas del sur. El teatro de operaciones es donde se establece el escenario de la guerra. Ahí pasó una guerra, cuando pasa una guerra en un escenario, todos los integrantes de ese escenario -cuando termina la guerra- pasan a ser veteranos de esa guerra. Esa ley duró algunos años después de la guerra y así se estableció el reconocimiento de esos veteranos y los derechos adquiridos que cobran las indemnizaciones pertinentes y las pensiones.
"Estoy muy enojado con la clase dirigente total; a veces me cuestiono para qué votamos si siempre nos llevan a lo peor…"
Y después…
-Entonces, ahí entra a tallar la miseria de lo político, y la miseria de lo económico y la miseria del dinero. Y con un decreto de la época de Alfonsín, pero que establece el ex ministro Cavallo, el teatro de operaciones -donde uno estuvo- se reduce a 200 millas marinas, entonces ahí solo pasó la guerra. ¿Pero qué pasa? Dejaron a 8000 efectivos afuera por un asunto económico, fue muy evidente que fue para reducir plata para entregar. Esos 8000 efectivos quedamos afuera del teatro de operaciones y estamos reclamando; yo quedo reclamando haber participado en una guerra donde yo mismo la viví con el cuerpo, y tiene que ver con el cuerpo porque yo no estuve en el frente combatiendo al gurkha cuerpo a cuerpo… Primero, que yo era de la artillería y no era probable que combatiera cuerpo a cuerpo; tuve que establecerme en un lugar, en un emplazamiento y pude servir para derribar aviones, para bombardear objetivos enemigos. Y al mismo tiempo, una funcionalidad muy específica que era vigilancia y custodia de las bases aeronavales de todo el litoral marítimo del paralelo 42º hacia el sur.
Cómo te sentís…
-Yo me siento en un reclamo permanente porque no soy reconocido y al mismo tiempo en una permanente lucha por algunos veteranos reconocidos que nos tratan como que no existiéramos; supuestamente, tendría que haber alguna especie de hermandad de nuestros pares. Pero algunos no lo hacen, y por esos algunos que no lo hacen seguimos todavía pidiendo un reconocimiento justo. Por un lado, la injusticia de las islas y por otro lado, la injusticia de no ser reconocido. En ese centro de doble injusticia estoy. Para mí eso es la guerra del ’82.
Hoy Domingo vas a estar a la noche con El test en el Coliseo Podestá
-Es una obra ingeniosa que al mismo tiempo trata específicamente de lo coyuntural. Hay una propuesta, hay un test que uno de los personajes hace, que es una elección: “¿Vos qué elegís, cien mil dólares o un millón pero en diez años? Y a partir de esta propuesta todo empieza a ser divertido porque algunos dicen yo quiero la plata ahora, me la gasto ya y otros dicen yo quiero el millón de dólares y soy millonario dentro de diez años, total ahora estoy ganando bien. Todo se da en un plano de juego, pero en un momento empieza a tallar otra cosa que el teatro lo hace posible que es la posibilidad cierta de que pinte ahora cien mil dólares o un millón en diez años, entonces las cosas cambian y empiezan a cambiar las relaciones de esos personajes; y es ingeniosa la obra porque justamente la relación de esos personajes tiene que ver con cosas inmediatas y con cosas a largo plazo. Y también, de lo que habla la obra, de lo psicológico; porque es un test de psicología conductista, entonces, se ve también un experimento de las emociones en estos cuatro personajes que se entrecruzan. Es una comedia que te hace reír de principio a fin. La propuesta es vénganse a divertir, pero al mismo tiempo a reflexionar sobre lo que nos está pasando ahora.
¿Te arrepentís de algo?
-Me arrepiento de no haber hecho música con Willy Crook. En un programa de televisión me crucé con él, yo tenía una guitarra y el venía también con una guitarra y me dijo: “vamos a salir juntos a hacer música” y yo le dije “No... No, tengo cosas que hacer” y me fui. Pero me fui de cagón. Yo lo tengo como un músico increíble y al mismo tiempo la música que hace me fascina. Le mando un saludo para cuando me lea (muchas risas).
Carlos Belloso es…
-Un integrante de una familia que quiere que las cosas salgan bien, un integrante de una familia que quiere que su familia sea feliz. Con dos hijos y con una novia y con ex y madre de mis hijos que también la integro en la familia. Y alguien que quiere que su oficio o profesión sea cada vez mejor y ganar más experiencia. Familia y profesión me definen mucho.