“¡Andate a dormir vos!”, respondió la militancia a las 22.37 de la noche, al ritmo de la canción que Kapanga le dedicó al estado de sitio duhaldista en los '90. A esa hora, los postergadísimos resultados oficiales marcaban al fin 47 a 32 por ciento en favor de la fórmula Fernández-Fernández sobre Macri-Pichetto a nivel país, y una ventaja de Axel Kicillof en provincia de Buenos Aires de nueve puntos sobre María Eugenia Vidal. Indescontable. Primera vuelta. Game over. “Macri Chao”, se cantó, siguiendo la ironía.  

Media hora antes, el Presidente había mandado a dormir al país, sin dar a conocer los datos, pero asumiendo una “muy mala elección”, con caras largas. La cumbia, cuatro años después de aquella elección sorpresa de 2015, se bailó a ritmo peronista.  

La marcha retumbó entonces en las cuatro paredes del búnker de la calle Corrientes, en pleno corazón de Chacarita, y hubo tantos abrazos por minuto como los que se ven en una vuelta olímpica. La única identidad política del país (si hay otra, es el antiperonismo) volverá al poder y esa es la certeza que todos tienen a medida que avanza la noche y se espera la llegada del candidato.

Pero no hicieron falta los números: las sonrisas dibujaban el resultado en la cara de los dirigentes del Frente de Todos ya desde temprano. Hugo Yasky, Leonardo Grosso, Malena Galmarini, Felipe Solá y Victoria Donda fueron algunos de los que se acercaron a los micrófonos varias horas antes de la difusión de los guarismos oficiales. “El pueblo nos votó para ponerle fin a la crisis económica”, fueron soltando de a uno, en calma. Mientras, las fotos de las actas de escrutinio que llegaban al centro de cómputos paralelo montado en el búnker de la calle Corrientes, tomadas por miles de militantes en todo el país, mostraban cifras de asombro, que escapaban incluso los cálculos más optimistas.

El primero en hablar desde el escenario, con el resultado puesto, fue Matías Lammens, que logró romper el techo del 30 por ciento que taponaba al peronismo desde la elección de 2011 del 54 por ciento de Cristina. “Los números son impresionantes”, dijo, asorado como todos. “Para los que no nos votaron, en la Ciudad, les decimos que vamos a trabajar para que nos escuchen. Podemos hacer una ciudad para todas y para todos”, agregó. La militancia contestó con un “Alberto presidente/ Matías en la Ciudad”.

Enseguida vino el saludo desde el sur. El primer tramo del mensaje de Cristina, que votó y siguió la elección desde Río Gallegos, ni se llegó a escuchar, porque la figura de Néstor en la pantalla hizo estallar los aplausos. Se notó que el video fue grabado muy temprano, dado que hizo referencia a la tardanza en la carga de datos, algo que a esa altura de la noche fue una anécdota pero que tuvo muy nerviosos a los voceros del Instituto Patria desde que el Gobierno anunciara el retraso, que terminó siendo de más de una hora. “La diferencia no es ni de dos, ni de tres, ni de cuatro”, dijo Cristina y pareció otra ironía más hacia el rival.

 A las 23.15 de la noche, el país estaba vestido de celeste: el Frente de Todos ganaba en Mendoza, 40 a 37; en Santa Fe, 43 a 33; en Entre Ríos, 45 a 35; en Jujuy, 45 a 29. Hacía una elección impresionante en provincias del sur, de cuyo y del norte del país (75 a 13 en Santiago del Estero, por caso) y sólo corría de atrás en Córdoba y Capital, por muy poco margen.

Axel Kiciloff y Verónica Magario se subieron poco después, acompañados por Sergio Massa, Malena Galmarini, Maxímo Kirchner y la música del Indio Solari. “La elección es una foto de cómo la está pasando la sociedad”, describió Máximo Kirchner. “Los números tienen que cerrar con la gente adentro” se parafraseó. “Hubo una ola de esperanza que derrotó a la mentira, y el trabajo derrotó a la patria financiera”, dijo, por su parte, Sergio Massa, que llamó “Maxi” al jefe de La Cámpora. Las mieles de la victoria.

A la primera que agradeció Axel fue a Cristina. Seguido, a Alberto. Después, a su compañera de fórmula, Verónica Magario. En La Matanza, el Frente de Todos aplastó a Juntos por el Cambio: 62 a 19. “La campaña se hizo desde abajo hacia arriba. Escuchamos a todos y queremos representar a todos”, dijo el que será el próximo gobernador. “Vamos a seguir abrazando, vamos a seguir sumando, es por todos”, cerró a tono con el tono de la noche.

UN SOL QUE CABE EN UN SOBRE

“Hay que salir al sol”, cantaba Fito Paéz cuando subió Alberto Fernández al escenario y no se podía pensar en otra cosa que en de qué manera el peronismo tomó las formas de su rival y logró quitarle la marca. Al estilo charla Ted, Alberto agradeció y sostuvo que “los argentinos empezamos a construir otra Argentina”.

Prácticamente como el próximo presidente, aseguró que es “consciente de la responsabilidad que nos dieron” e hizo foco en la educación y la universidad pública. Y casi recitando, siguió con que el voto significó “un mensaje que decía”, al que le fue endilgando los slogans principales de la campaña.

Reiteró aquello de que “la argentina será gobernada por 24 gobernadores y un presidente”. “Sólo así vamos a hacer un país mejor”, dijo. Prometió, además, que en el país se “terminó el cuento de la grieta y la división, se lo debo a Stanislao y ustedes a sus hijos”.

“El cambio eramos nosotros, no ellos”, siguió. “Siempre arreglamos los problemas que otros nos dejaron”, dijo como una explicación nada ahistórica de los ciclos políticos de la argentina. Y prometió “recuperar la felicidad que habían perdido”.

“A los que pidieron que nos vayamos a dormir, les pido que no se duerman más porque se durmieron mucho tiempo y nos dejaron un desastre bárbaro”, cerró y salió sobre el escenario montado sobre Corrientes, la avenida en la que nadie duerme.