¿Cuál es la estrategia del Gobierno argentino para Malvinas?
Alberto Fernández intenta establecer un estilo propio, que se diferencia del que tuvo Mauricio Macri, pero que tampoco retoma tintes conflictivos
Se cumplen 39 años de la Guerra de Malvinas, uno de los hechos que marcó para siempre la historia y la memoria de la Argentina. Durante estos años, y con varias presidencias de por medio, Malvinas fue siempre una cuestión de Estado, aunque lejos estuvo de traducirse en una política de Estado. ¿Qué significa esto, y qué posición tiene el gobierno de Alberto Fernández respecto a Malvinas?
Fernández mantiene desde su asunción como presidente un contundente mensaje de defensa por la soberanía argentina en Malvinas. Basta observar lo que dijo días atrás al referirse al tema: “Quiero que trabajemos mucho para que la Argentina todos los días reivindique los derechos soberanos sobre esas tierras. El día que nosotros recuperemos esas islas entonces tendrán definitivamente sentido las vidas que se perdieron allí”. Ahora bien, ¿cómo se traducen estas intenciones en la política exterior?
La política exterior del Gobierno actual hacia Malvinas se intenta definir en lo que desde la propia gestión llaman como “política de Estado de grandes consensos convalidada por el Congreso”. Más adelante se ahonda en detalle sobre esta definición. De momento, se puede agregar a esta caracterización que el accionar exterior argentino sobre este tema del 10 de diciembre hasta acá tiene mucho que ver con el perfil de política exterior que intenta moldear en términos generales la gestión Fernández.
Con esto se hace referencia a una política exterior que apuesta al institucionalismo, a la diversificación de buenos vínculos con otros Estados y al multilateralismo para hacer oír su voz. Lo hizo (y hace) con la deuda externa, lo hace con la pandemia y la provisión de vacunas, y también lo hace con Malvinas. Dos ejemplos son:
- El primer discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas donde el mandatario reivindicó los “legítimos e imprescriptibles derechos de soberanía de la Argentina sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes”.
- La reciente cumbre del Mercosur, donde agradeció el "permanente respaldo" del Mercosur a los "legítimos derechos" de la Argentina en la "disputa de soberanía" con el Reino Unido sobre las islas Malvinas y del Atlántico Sur, y calificó ese "apoyo" de "invaluable".
Esta política exterior hacia Malvinas se diferencia con la que tuvo la administración de Mauricio Macri. Durante esos años, se diseñó una relación bilateral que, sin renunciar al reclamo de soberanía por Malvinas, dio prioridad a la generación y profundización de acuerdos comerciales, científicos y culturales. Lo hizo con Theresa May y después con Boris Johnson, actual primer ministro del Reino Unido.
En este punto conviene hacer una aclaración: el actual accionar exterior de Argentina no significa un deterioro en el vínculo bilateral entre ambos países, que mantienen de forma estable el vínculo bilateral diplomático y el comercial. Esto se refleja, por ejemplo, en el acuerdo que recientemente firmaron ambos Gobiernos en la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja para iniciar la segunda fase de identificaciones de los soldados argentinos que combatieron en la Guerra de Malvinas.
No obstante, sí es cierto que en los últimos meses hubo algunos cruces entre ambas administraciones. Un ejemplo fue lo sucedido semanas atrás, cuando el gobierno de Boris Jonhson ratificó su “presencia militar permanente” en las Islas Malvinas, hecho que generó una inmediata respuesta de la Cancillería argentina, donde lamentaron dicha decisión y se reiteró que se “debe escuchar a la comunidad internacional”.
Como se mencionó al principio, hasta ahora Malvinas fue una cuestión de Estado que no logró traducirse en una política de Estado. Y es justamente este uno de los objetivos explícitos del presidente Fernández, que públicamente afirmó la necesidad de crear un consenso nacional para diseñar y llevar adelante las estrategias que permitan conducir con éxito el reclamo más allá de los calendarios electorales. En esta línea, en su momento anunció que convocaría a un Consejo donde tengan participación todas las fuerzas políticas, la Provincia de Tierra del Fuego, representantes del mundo académico y de los excombatientes.
Efectivamente, el 4 de agosto de 2020, mediante la ley 27.558, se definió crear el Consejo Nacional de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos correspondientes, que se constituyó formalmente el 6 de noviembre de ese año. Este Consejo justamente tiene como objetivo trabajar en el diseño de políticas de Estado a mediano y largo plazo para consolidar el ejercicio de la soberanía sobre el archipiélago.
En lo que hace al plano nacional y más humano, en la administración Fernández hay una intención clara de reconocimiento a quienes combatieron en la guerra de Malvinas. Por ello, días atrás, el presidente anunció que enviará al Congreso tres proyectos de ley con medidas para beneficiar a los excombatientes, y señaló que “la sociedad argentina todavía tiene una deuda muy importante con cada uno de los hombres que participaron en el conflicto”.
Teniendo en cuenta lo dicho hasta acá, la estrategia del presidente hacia la cuestión Malvinas está en sintonía con lo propuesto para otros ejes de política exterior. Alberto Fernández intenta establecer un estilo propio, que se diferencia del que tuvo Mauricio Macri, pero que tampoco retoma tintes conflictivos. Por el contrario, se trata de defender intereses estratégicos dentro del margen de acción de lo “políticamente correcto”. El propio Fernández definió el pasado primero de marzo a su política exterior como un “idealismo pragmático”; concepto que hace mucho ruido a la teoría de las relaciones internacionales.
Más allá de eso, sí se puede observar una intención de parte del Gobierno Nacional de saldar una deuda histórica de la política argentina respecto a Malvinas: lograr el consenso nacional necesario para convertirla en política de Estado, que trascienda a los 4 u 8 años que puede permanecer un presidente. Habrá que ver cómo resulta.
*Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Actualmente se desempeña como analista internacional sobre América Latina para el sector privado y como asesor para el sector público en Argentina. Twitter: @FrancoLagorio