"Hay que ponerle el cuerpo a las contradicciones"
Miles de personas volvieron a llenar la plaza un 24 marzo, que esta vez tuvo dos actos pero en escenario compartido. Las voces de una plaza con contradicciones, pero en busca de una síntesis.
Rosario agacha la cabeza y avanza como puede por la calle Perú. Lleva una remera de Néstor Kirchner y de la mano a su nieto de cuatro años. El viento le pega de frente. Se hace difícil esquivar los volantes de las agrupaciones y otros papeles que vuelan. A lo lejos se oye “deuda”, “hambre”, “pueblo” y otras palabras sueltas, que los altoparlantes hacen retumbar en las fachadas de los edificios. Todo suena con eco y una batucada hace un ruido infernal, pero aún así la frase termina de cobrar forma. “Esta vez la deuda no puede pagarse con el hambre y sufrimiento de nuestro pueblo: un compromiso asumido por el gobierno nacional”, dicen los organismos de Derechos Humanos desde el escenario montado de espaldas a la Rosada. Rosario asiente, aunque no muy conforme. Pese a que tiene 68 años y casi 50 de militancia y más de un ex compañero desaparecido, todavía está indecisa sobre si está bien el acuerdo o no, y tampoco sabe si el rumbo del Gobierno hace justicia o no con lo que pide una Plaza de Mayo repleta. Eso no la deja dormir a veces, cuenta, y por eso creyó que tenía que estar este año, a pesar del clima frío y gris, porque a las contradicciones, dice, se les pone el cuerpo. “Y al final voy a estar donde Cristina diga, esa es la verdad. Yo soy leal. Y no me hagas hablar más”, le dice a Diagonales.
El temperamento de la Plaza este 24 de marzo tuvo mucho de ese sentimiento de ponerle el cuerpo a las contradicciones. Mientras sostiene la tradicional bandera azul con el rostro de cientos y cientos de desaparecidos rumbo a la Plaza, Emilio, de la APDH, habla de su “remolino de emociones”. “Estoy preocupado por lo que nos pasa. Las visiones sobre lo que está pasando, sobre el acuerdo con el FMI, pueden ser muy disímiles entre nosotros, pero lo importante es que mantengamos la unidad. Porque lo que puede venir si no la sostenemos, es un desastre, es lo peor. Ya lo vivimos”, dice, mientras una garúa fría baja del cielo y muchos como él buscan refugio bajo la bandera.
Nada de todo eso -las contradicciones, la lluvia, el viento y el frío- logró apagar lo que fue, al final de cuentas, una fiesta popular. Como cada 24 de marzo, marcharon desde las organizaciones más grandes y los partidos y movimientos más populosos (el Partido Obrero y el PTS, la Cámpora, el Movimiento Evita, Barrios de Pie, la CCC, la CTA, y un larguísimo etcétera) hasta las pequeñas agrupaciones artísticas, civiles, de género y la diversidad, de colegios secundarios, de gremios y comisiones internas. El folklore estuvo presente y, también, los que debutaron en la marcha por la memoria.
Brenda tiene 22 años, milita hace apenas tres, y es la primera vez que sus pies se dirigen a la Plaza un 24. Para ella es “movilizante”. “Todos deberíamos estar acá”, dice. Su agrupación es La Martí, espacio que encontró para canalizar sus ideas en el terciario donde estudia para ser maestra jardinera. Su familia, por ahora, no la entiende. “Son gorilas y hoy se juntaron a comer como cualquier feriado”, se ríe. “Todos y todas deberíamos estar acá hoy, porque esto no puede volver a pasar”, dice y agrega que todavía no puede creer las “caras de nada” de la gente con la que se cruzó al tomarse la Línea B, en Belgrano, rumbo al punto de encuentro con sus compañeros. Después se pierde entre el pogo y las bengalas, mientras suenan Los Redondos.
Otra joven, María, no pudo encontrarse con los suyos. El colectivo de La Cámpora que salía desde Lanús, donde vive, con destino a la ESMA, para marchar hacia la Plaza, salió demasiado temprano, sin ella. “Me quiero matar”, dice. “Pero no puedo no estar acá”, agrega. Le cubre la boca un barbijo con el sello de la agrupación y una frase que dice una máxima de su referente: “Con la gente adentro”. Dice que, igual, no está de acuerdo con la negativa de su espacio a aprobar el acuerdo con el FMI. “Hay que bancar al Gobierno, como sea”, asegura.
Andrea Castro Cuba, hija de Helmer Fredy Castro Cuba Muñiz, un médico de Guardia del Hospital San Martín de La Plata secuestrado y desaparecido en el 78, no piensa igual. Ella está más que de acuerdo con que “los que votaron el acuerdo con el FMI son traidores a la patria”, como acaba de decir Nora Cortiñas, madre de Plaza de Mayo línea Fundadora, en el acto de las organizaciones de izquierda. Y eso incluye, claro, a varios miembros del Gobierno, que estaban incluso presentes en la Plaza en ese momento, escuchándola. “La deuda la tienen que pagar los que la tomaron”, dice Andrea, que lleva colgada del cuello una foto de su papá.
Andrea no se pierde una marcha de 1996, cuando Madres y Abuelas convocaron a la primera marcha masiva un 24 de marzo, en el 20 aniversario del golpe. En esa época militaba en HIJOS. Tuvo que haber una pandemia mundial, con millones de muertos, para que no saliera a la calle. “Acá siento el calor del pueblo”, dice.
Eric, Luciano y Javier se hicieron amigos militando en el Centro de estudiantes del Esnaola. Son porteños los tres, siguieron caminos distintos pero cada 24 los encuentra juntos yendo a la plaza. Caminan por Bolívar, se topan de frente con la columna del Evita, de banderas azules. “Es motivante esta plaza, después de la pandemia, volvernos a encontrar”, dice Eric. Los tres, también, están en contra del acuerdo con el Fondo. “No es lo que hubieran querido los que lucharon en esos años y por los que hoy estamos acá”, coinciden.
El escenario
Fue la primera vez en mucho tiempo que los dos actos tradicionales -el de la izquierda y el del kirchnerismo- compartieron escenario, y eso ayudó a que las cosas se mezclaran, a que sean un poco más confusas. Entre uno y otro acto hubo apenas una hora y media de intervalo, lo que tardaron las columnas de los partidos del FIT en retirarse y lo que les llevó a las organizaciones del peronismo ordenarse para ingresar. Pero para mucha gente “suelta”, no encuadrada, la movilización fue una sola. Eso contribuyó a que la letra de los discursos, pese a las diferencias sabidas entre ambos espacios, hayan sido aprobados casi de forma unánime entre quienes iban llegando.
“Hoy, a poco más de 20 años del Argentinazo, ese 'partido único de la deuda' que de hecho son el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, ha aprobado en el Congreso un nuevo acuerdo con el FMI que significa más penurias para el pueblo trabajador y más entrega de la soberanía. Han legitimado una estafa histórica, el famoso préstamo de 45.000 millones de dólares al gobierno de Macri, el más alto en toda la historia del FMI, que terminó en favor de los bancos y la fuga de capitales. Pero la responsabilidad política no es sólo de Macri, sino también del gobierno de Alberto y Cristina Fernández. Aunque denunció ese préstamo ante la justicia, lo terminó convalidando. Firmó el acuerdo, lo ratificó en el Congreso junto al macrismo y lo paga dólar sobre dólar. Todo a costa de ajuste a la clase trabajadora y el pueblo, y de resignar soberanía en forma escandalosa”, se dijo desde el acto del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, referenciado con la izquierda, que concluyó pasadas las dos de la tarde.
El documento leído por Abuelas, Familiares, Madres Línea Fundadora y otros organismos durante el acto principal -y mayoritario- habló de “compromiso asumido” por el Frente de Todos de no pagar la deuda a costa del hambre. Y abundó en denunciar al macrismo, al que se nombró explícitamente como continuación de la política neoliberal de Martínez De Hoz, uno de los momentos de mayores aplausos.
“La Dictadura consolidó una fuerte relación con el FMI y fueron los ciclos de sobreendeudamiento en la Argentina los que han puesto un freno a los procesos de desarrollo en el país. Una vez más en nuestra historia nos encontramos negociando con organismos multilaterales que socavan nuestra soberanía y nos quieren imponer condiciones y metas fiscales que requieren para su cumplimiento un brutal ajuste. Esta vez la deuda no puede pagarse con el hambre y sufrimiento de nuestro pueblo: un compromiso asumido por el gobierno nacional. Las políticas del reciente gobierno de Cambiemos no hicieron más que profundizar las deficiencias estructurales y ahogar a la Argentina en una deuda externa obscena, la deuda con el FMI más grande de la historia con un correlato de hambre, miseria y pérdida de derechos. Deuda que ha sido denunciada por fraudulenta e ilegal, y cuyos responsables han sido demandados por el actual gobierno ante la justicia, aún sin respuestas. Es preciso investigar a fondo para conocer qué grado de responsabilidad tuvo cada funcionario del gobierno macrista, además de determinar en qué se empleó el dinero de la deuda contraída. Para esto, toma centralidad la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Deuda Externa, siendo de absoluta responsabilidad del gobierno nacional avanzar en dicha investigación. En ese sentido, ninguna salida, con o sin acuerdo, puede condicionar un proyecto de país con inclusión, redistribución de la riqueza, respeto y profundización de los derechos laborales y previsionales. Decimos: la mayor deuda es interna y es con nuestro pueblo. El acceso a los alimentos indispensables resulta fundamental. La canasta básica no puede ser una variable de ajuste. Nos expresamos a favor de conformar un Salario Básico Universal por lo que reclamamos que el gobierno nacional intensifique los esfuerzos para poner en pie un Estado que garantice los derechos esenciales de nuestro pueblo”, dijeron.