La interna peronista en la PBA parece haber llegado a un punto de no retorno. Los movimientos de esta semana llevaron la tensión al máximo y la presión por definirse por uno de los bandos en disputa asfixia a una pieza clave en esta historia: los intendentes. En el medio de la guerra entre el cristinismo y el kicillofismo, los jefes comunales se quedan sin margen para especular. Podrá sostenerse la unidad formal del espacio, pero la pelea por la potestad para tomar decisiones estructurales está lanzada y ahí ya no hay espacio para no elegir. Por acción o por omisión, los intendentes bonaerenses se posicionan en la grieta que hoy parte al peronismo provincial: Kicillof o CFK.

Ese el dato político central que se desprende del comunicado que firmaron ayer 45 jefes comunales del peronismo de la PBA pidiéndole explícitamente al gobernador que desdoble las elecciones provinciales y municipales de las nacionales. Los que pusieron el gancho tienen en claro que su firma será leída en clave de “anticristinismo” por Máximo Kirchner. Los que no lo hicieron saben que, aunque eso no signifique quemar puentes con el gobernador, esta es una discusión en la que no hay posibilidad de abstenciones.

El detonante es la discusión por el desdoblamiento, pero el fondo está en la redefinición de los liderazgos del peronismo. Para argumentar a favor o en contra de separar los comicios, cada bando tiene lo suyo. Del lado de CFK, arrastra a Sergio Massa a su juego de pisar al gobernador, el planteo es nacionalizar la elección para disputar directamente con Milei, y evitar dos campañas separadas y dos días de votación (al menos) distintos en lo que sería la primera experiencia de elecciones desdobladas en la PBA. Kicillof y quienes lo respaldan, por su parte, buscan provincializar el debate de campaña, haciendo eje en la contraposición del modelo de gestión bonaerense versus la deserción del Gobierno nacional, y restarle fuerza con ello a Milei en los municipios, así como también a La Cámpora en los cierres de listas locales.

La grieta de los intendentes peronistas y la emancipación de Kicillof

SEMANA DE FURIA: REUNIONES, CEPO POLÍTICO Y RETRUCO KICILLOFISTA

En una reunión que pocos desmienten, el domingo pasado Kicillof, Máximo Kirchner y Sergio Massa habrían acordado dos puntos: unidad y suspensión de las PASO. Este último venía siendo un reclamo central del kicillofismo tanto como una resistencia del kirchnerismo, que a nivel nacional se opuso a ese planteo. Unos días más tarde, una reunión entre comandantes de cada tropa afinó un poco el lápiz y los diálogos avanzaron hacia un acuerdo más profundo.

Horas después, este miércoles el kirchnerismo presentó a través de la senadora Teresa García un proyecto para suspender las PASO, como pedía Kicillof, pero agregando que las elecciones debían ser concurrentes, es decir, votar todo un mismo día como quiere CFK. Esto cayó como una bomba en el entorno del gobernador, que se enteró con el proyecto ya presentado, y desde donde calificaron la movida como algo que “dinamita todos los puentes que venían avanzando en el diálogo”. En el kicillofismo entienden que el proyecto es inconstitucional, porque la potestad del Ejecutivo para fijar la fecha de los comicios quedaría mancillada por la eventual ley que emitiera la Legislatura si lo aprobase. 

El cristinismo parece haber decidido con esto ponerle un cepo político a Kicillof. En concreto, el gobernador peronista de la principal provincia del país no tendría la facultad siquiera para decidir cuándo deben desarrollarse las elecciones en su provincia. Esas imposiciones y el cercenamiento a la posibilidad de tomar definiciones estructurales es lo que el kicillofismo denuncia por parte del kirchnerismo y frente a lo cual viene buscando emanciparse.

La grieta de los intendentes peronistas y la emancipación de Kicillof

El vuelto llegó el viernes por la tarde, cuando unos 45 intendentes alineados con la postura del gobernador emitieron el comunicado en cuestión, no sólo pidiendo abiertamente el desdoblamiento sino también respaldando la línea política planteada por Kicillof en la discusión: que la campaña y el debate sea en clave bonaerense y no nacional. La escalada de la tensión no parece ir a enfriarse sino más bien todo lo contrario, y la semana que viene promete definiciones picantes.

LA GRIETA INTENDENTISTA

El peronismo gobierna 84 distritos de la PBA, por los que los 45 firmantes del comunicado de ayer, ordenados alfabéticamente en el documento para no herir susceptibilidades en cuanto al peso político de cada uno, le da al gobernador una mínima ventaja numérica frente a Máximo Kirchner. En términos políticos, sin embargo, los pesos pesados habitan ambos campamentos y la balanza está pareja. 

En el conurbano la región capital, Kicillof sumó el apoyo de Fernando Espinoza (La Matanza), Julio Alak (La Plata), Jorge Ferraresi (Avellaneda), Juan José Mussi (Berazategui), Fernando Moreira (San Martín), Pablo Descalzo (Ituzaingó), Mario Ishii (José C. Paz), Lucas Ghi (Morón), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Andrés Watson (Florencio Varela), Mario Secco (Ensenada), Fabián Cagliardi (Berisso) y Federico Achával (Pilar). Cascallares y Achával son las dos grandes confirmaciones de este conjunto, que en términos de distritales suma unos 4 millones de votos. Ambos habían firmado el lanzamiento del Movimiento Derecho al Futuro, deslizando luego versiones de que no habían dado el consentimiento para su firma. El coqueteo con ambos bandos es un recurso lógico y extendido, pero que también parece ir quedándose sin espacio.

Máximo y CFK también cuentan en sus filas a jefes comunales de distritos muy populosos y pesados políticamente. A los propios de La Cámpora, Mayra Mendoza (Quilmes), Julián Álvarez (Lanús), Damián Selci (Hurlingham), Juan Luis Mancini (Suipacha), Fernando Raitelli (Brandsen), se le suman otros como Federico Otermín (Lomas de Zamora), Gustavo Mendéndez (Merlo), Mariel Fernández (Moreno), y Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas). Intendentes más referenciados con el massismo, como Ariel Sujarchuk (Escobar) o Juan Andreotti (San Fernando) también se cuentan en este lado de la grieta.

La grieta de los intendentes peronistas y la emancipación de Kicillof

Las grandes batallas que pueden venirse territorialmente en el peronismo provincial tienen un epicentro en el conurbano. Allí, en la Primera Sección, la tropa kicillofista compuesta por Moreira, Ishii, Achával, Ghi y Descalzo tendrá una parada compleja versus el campamento cristinista/massista en el que están Fernández, Menéndez, Selci, Nardini, Sujarchuk y Andreotti. En la Tercera Sección, el tridente Mendoza, Álvarez, Otermín es la carta del kirchnerismo para intentar contrapesar al potente conjunto kicillofista compuesto por Espinoza, Ferraresi, Mussi, Watson, Cascallares, Secco y Cagliardi. La Octava Sección, comprendida por el municipio de La Plata, tiene a su intendente Julio Alak totalmente alineado con el gobernador.

La nómina de jefes comunales que firmaron el pedido por el desdoblamiento se completa con los siguientes: Alejandro Acerbo (Daireaux); Alegre (General Villegas); Ricardo “Cura” Alessandro (Salto); Juan Manuel Álvarez (General Paz); David “Corcho” Angueira (Punta Indio); Rodrigo Aristimuño (Coronel Rosales); Sergio Barenghi (Bragado); Gustavo Barrera (Villa Gesell); Sergio “Pino” Bordoni (Tornquist); Britos (Chivilcoy); Gustavo Cocconi (Tapalqué); Ricardo Curutchet (Marcos Paz); Facundo Diz (Navarro); Francisco Echarren (Castelli); Carlos Ferraris (Leandro N. Alem), Alfredo Fisher (Laprida); María Celia Gianini (Carlos Tejedor); Germán Lago (Alberti); Julio Marini (Benito Juárez), Ricardo Moccero (Coronel Suárez); Diego Nanni (Exaltación de la Cruz); José Augusto Nobre Ferreira (Guaminí); Héctor Olivera (Tordillo); Mauro “Mumi” Poletti (Ramallo); Ignacio Pugnaloni (Hipólito Yrigoyen); Carlos Rocha (General Guido); Arturo Rojas (Necochea); Cecilio Salazar (San Pedro); Daniel Stadnik (Carlos Casares); Ariel Sucurro (Salliqueló); Sebastián Walker (Pila); y Walter Wischnivetzky (Mar Chiquita).

Por su parte, el cristinismo también puede contar entre los suyos a intendentes de distintas secciones electorales de peso político, como Federico Susbielles (Bahía Blanca); Maximiliano Wesner (Olavarría); Nelson Sombra (Azul); Maris Fassi (Cañuelas); Leonardo Botto (Luján); Juan Ustarroz (Mercedes); Darío Villagrán (Carmen de Areco); o Waldemar Giordano (Colón). 

Otros jefes comunales importantes como Julio Zamora (Tigre) o Gastón Granados (Ezeiza), no aparecen tan fuertemente alineados con Máximo Kirchner ni tan distanciados de Kicillof, pero no firmaron el documento por el desdoblamiento y en la balanza de esta discusión particular parecen quedar del lado cristinista. Hay ejemplos de lo más irónico en este sentido, como el de Fernando Gray (Esteban Echeverría), enfrentado a muerte con La Cámpora pero que tampoco aparece entre la nómina de los firmantes del documento en apoyo a la postura del gobernador.

La grieta de los intendentes peronistas y la emancipación de Kicillof

KICILLOF FRENTE A LOS RIESGOS DE LA EMANCIPACIÓN

Semanas atrás, desde el riñón kicillofista decían a Diagonales que “Axel lo que pide es estar en la mesa de negociación y participar de una estrategia común”. Hoy, la postura de ese sector es que la última movida del kirchnerismo fue “una decisión intempestiva que dinamita los puentes que estaban avanzado en el diálogo”. El devenir del conflicto interno y la escalada de la tensión se explican por sí solos y aquella mesa común parece cada vez más lejos, al menos en los términos de que la unidad sea, además de unidad, pacífica.

El mensaje de CFK a través del proyecto de Teresa García es claro y contundente. El kirchnerismo está dispuesto a trabar la decisión de Kicillof de desdoblar las elecciones utilizando todos los mecanismos y herramientas a su alcance. Dicho desde otro plano del análisis, el kirchnerismo insistirá hasta las últimas consecuencias en no reconocer al gobernador como un igual en la discusión sobre la estrategia política del peronismo. En ese pedestal aún se sienta, en soledad, CFK. Y por extensión, también Máximo. 

Sergio Massa, por su parte, se inclina por el seguidismo hacia este sector en una estrategia de supervivencia. Las evidencias son múltiples: los posicionamientos de sus intendentes, el juego conjunto en la Legislatura con la tropa de Máximo, o la firma de la senadora Sofía Vannelli, del Frente Renovador, en el proyecto presentado por Teresa García.

Con ese panorama, la pelota está en la cancha de Kicillof. El gobernador aún tiene la potestad de desdoblar las elecciones sin un acuerdo con sus socios de UP, lo cual implicaría dar una fuerte señal de autonomía y ejercicio del poder y el liderazgo que le confieren su lugar institucional y político. Pero la jugada no está exenta de riesgos.

La grieta de los intendentes peronistas y la emancipación de Kicillof

En concreto, Kicillof puede terminar siendo el responsable de que los bonaerenses vayan a votar tres veces en cuatro meses en un contexto en el cual la población muestra una enorme distancia con la política en su conjunto. Esto podría darse si el gobernador desdobla las elecciones y la Legislatura finalmente no suspende las PASO. El escenario sería entonces de primarias provinciales y municipales el 13 de julio, generales posiblemente entre fines de agosto y mediados de septiembre, y las elecciones para diputados nacionales en octubre. 

El costo logístico y económico se suman al costo político en ese escenario posible. Organizar dos elecciones provinciales en lugar de una resulta contradictorio con el discurso del bonaerense de una provincia asfixiada en términos financieros por el Gobierno nacional. Buenos Aires sería, además, una de las pocas provincias con PASO. Por allí entrarían un sinnúmero de críticas desde todos los sectores, propios y extraños. 

Sin embargo, el gobernador parece tener la decisión tomada, y responsabilizará a sus socios de UP si no avanzan en la suspensión de las primarias. “Serán 3 elecciones si así lo quieren”, afirmaron desde su mesa chica a este medio. Kicillof cuenta con una ventaja, sin embargo, para lanzarse al desdoblamiento: tanto el massismo, vía Rubén Eslaiman, como el kirchnerismo, con Teresa García, presentaron proyectos para suspender las PASO. Con el acuerdo de todos los sectores del peronismo ya establecido públicamente en ese sentido, que ninguno de esos proyectos avance sería una muestra clara de una intención de perjudicar al gobernador.

El deadline para la definición de Kicillof sería el jueves de esta semana, día en que la Legislatura volverá a sesionar y podría tratar la suspensión de las primarias. Habrá que ver qué sucede allí, pero en caso que no se tome esa decisión, el gobernador anunciaría el desdoblamiento de todas maneras. Múltiples escenarios se dispararían en ese caso, con posibilidades como que se sostengan las PASO y allí se enfrenten kicillofistas y kirchneristas a pedido de Milei y Espert, o que los legisladores peronistas no vuelvan a aprobarle un proyecto al Ejecutivo en la Legislatura y el Gobierno bonaerense se quede sin leyes fundamentales, como por ejemplo el Presupuesto 2025.

El desdoblamiento de las elecciones bonaerenses desnuda y acelera una discusión vertebral del peronismo: quién está habilitado y quién no para tomar definiciones estratégicas cuando no hay acuerdos. Dicho de otra manera, qué porción de liderazgo le corresponde a cada actor. Como espectadores desencantados con una película que no emociona, millones de bonaerenses y argentinos agredidos por las políticas del Gobierno nacional asisten a un capítulo más de las discusiones de palacio que cuesta ver como una solución a los problemas de la calle.