“Hoy cenamos superávit”. La tragicómica ocurrencia le pertenece a un dirigente del peronismo bonaerense, y fue enunciada a Diagonales en una ronda de consultas minutos después de la cadena nacional en la que Javier Milei anunció un superávit financiero del 0,2% en el primer trimestre del año. La distancia entre el enfoque del presidente para mirar la realidad y el de la sociedad para quien tiene que gobernar quedó plasmado a la perfección. Mientras el Ejecutivo sigue empecinado en que los números le cierren como sea en su planilla de Excel, la economía argentina cruje y la ciudadanía paga el ajuste en pérdida de poder adquisitivo, caída del consumo, despidos y desplome de la actividad.

Ayer el Indec dio a conocer el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), que registra el pulso de la economía mes a mes. El dato corresponde al mes de febrero, y mostró una caída del 3,2% interanual y de 0,2% con respecto al mes anterior. Ocho de los sectores de la economía relevados marcaron caídas, destacándose la Construcción (-19,1%), la Intermediación financiera (-12,1%), la Industria manufacturera (-8,4% ) y Comercio mayorista, minorista y reparaciones (-5,5%).

El “rebote en V” de la economía que el Gobierno viene prometiendo asociado a la desaceleración inflacionaria no se verifica en ningún número de la economía nacional, que más bien se asemeja en su situación actual a la paz de los cementerios. El Índice de Producción Industrial Manufacturero (IPI) del Indec volvió a reflejar para el mes de febrero caídas en la actividad de 15 de las 16 divisiones de la industria relevadas por el organismo, con un desplome general del 9,9% respecto al mismo mes del año anterior y de 11,1% interanual.

Entre las caídas más preocupantes se encuentran la de la fabricación de maquinaria y equipo, que registró una baja interanual de 33,6% en febrero con un pico en la maquinaria agropecuaria, uno de los sectores fundamentales de agregado de valor en el país, que se desplomó un 48,3%. El patentamiento de maquinarias agrícolas cayó en marzo un 84,1%, mostrando un preocupante nivel de desinversión por parte del sector del agro. A su vez, la división de vehículos automotores, carrocerías, remolques y autopartes mostró una baja interanual de 12,2%, que se profundiza si sólo se considera la producción automotriz, que retrocedió 17,7%.

El Indec informó que “según datos de la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA), en febrero de 2024 se registra una baja interanual en la cantidad de unidades producidas de utilitarios y de automóviles, de 21,6% y 16,1% respectivamente”, así como también que “las ventas a concesionarios de automóviles y utilitarios nacionales registran, en febrero, una caída interanual de 21,3%, acumulando una baja interanual de 30,2% en el primer bimestre del año”.

Otro indicador preocupante conocido en los últimos días es el del uso de la capacidad instalada, que mide cuánto del potencial productivo industrial del país está en funcionamiento y cuánto está parado. La capacidad productiva argentina estuvo en febrero al 57,6% de sus posibilidades, cayendo 7,4 puntos interanuales con respecto a 2023. Entre los 12 sectores relevados, solamente los productos del tabaco crecieron un 0,5% y papel y cartón un 3,2%. El resto de los sectores presentaron caídas y algunos de ellos se encuentran en niveles, como la industria automotriz, que cayó del 60,5% al 47,3%, o la metalmecánica que cayó del 52,2% al 37,3%.

El Indec releva, junto a los indicadores de actividad, las expectativas de los distintos sectores de la industria manufacturera. Las respuestas de los empresarios argentinos dan cuenta de la fragilidad actual en la que se encuentra la economía real y productiva, y las serias posibilidades de que el cuadro siga empeorando en los próximos meses.

Un 50,6% del empresariado consultado por el Indec respondió que la demanda del mercado interno disminuirá en el período marzo-mayo con respecto al mismo período del año pasado. A su vez, un 48,2% opinó que su capacidad instalada disminuirá, el 21,3% se inclinó por una reducción de su dotación de personal y un 29% dijo creer que la cantidad de horas trabajadas también disminuirá.

Esta posición empresarial se vio reflejada en un reciente informe del Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina, que expresó que “en lo que va del primer bimestre de 2024 se acumula una caída interanual de 8,3%. En este contexto, los datos anticipados de marzo reflejan una mayor caída por parte de la industria”. La central industrial presidida por Daniel Funes de Rioja explicó en ese sentido que “el sector industrial enfrenta ciertas dificultades en el marco de la suba de costos (energía, insumos importados) y la disminución en los niveles de demanda, tanto de los hogares como de otras industrias y de la construcción”.

En la misma dirección recesiva apunta el dato difundido por Cámara Argentina del Acero, que reflejó un interanual en marzo del 41,5% en la producción de acero crudo, insumo fundamental de la industria y la construcción. Justamente la cámara de la construcción comunicó también para el mes de marzo un desplome interanual del 42,9% en los despachos de cemento, termómetro central del movimiento de la economía argentina.

El otro síntoma de la crisis que atraviesa la economía, y que acompaña a la caída de la actividad productiva, es la retracción del consumo. La Cámara Argentina de Comercio (CAC) informó una baja del consumo en marzo del 3,8% con respecto al mes anterior. Esto se suma a los retrocesos de 3,5% en febrero y de 1,7% en enero.

A contramano del Gobierno, que festeja un “colapso” de la inflación cuando el IPC mensual en marzo llegó al 11% y se ubicó apenas por debajo de los peores registros de la gestión anterior en sus cuatro años, para la CAC el aumento imparable de los precios sigue siendo un factor de preocupación.

“Al igual que en febrero, las elevadas tasas de inflación continuaron impactando en el poder de compra de las personas, profundizando la caída del consumo por la pérdida real de poder adquisitivo” sostuvieron desde la CAC, al tiempo que advirtieron: “El uso del ahorro en una parte de la sociedad podría estar llegando a su fin, como método para paliar la situación”. A pesar de resaltar que la desaceleración inflacionaria podría ser una buena noticia en los próximos meses, desde la CAC sostuvieron “no obstante, la recuperación de la capacidad de consumo llevará un tiempo aún cuando la inflación mensual continúe desacelerándose”.

Este es el preocupante cuadro de la economía real, la que el oficialismo evita en sus análisis o que directamente parece no formar parte de sus enfoques a la hora de tomar decisiones. Los datos e indicadores se acumulan mes a mes, semana a semana, y a esta altura ya podrían escribirse libros enteros relatando el desplome del aparato productivo del país, de la productividad del trabajo nacional y del ingreso y el consumo de los argentinos.

La pregunta que surge ante esta situación es cuánto tiempo podrá sostener su relato el Gobierno, cuánto más logrará convencer a la sociedad que por este camino, en algún momento milagroso y a contramano de todos los indicadores de la economía, volverá el crecimiento, la actividad, se recuperarán los puestos de trabajo que hoy se pierden y aumentarán los salarios. Tal vez Milei y los suyos simplemente crean realmente que la sociedad argentina podrá exportar superávit, comprar superávit en el supermercado o cenar superávit en cualquier mesa familiar. Porque esa parece ser su única preocupación política real, mientras el resultado de sus decisiones es la destrucción de la economía nacional.