“¿Quieren saber cómo va a crecer la economía? Va a subir como pedo de buzo”. El poema, de extraordinaria abstracción con la realidad nacional, fue pronunciado por el presidente Javier Milei hace casi cuatro meses, el pasado 25 de abril. El escenario era más que propicio para las bravuconadas que por entonces lanzaba a diestra y siniestra Milei. Los asistentes de aquel día a la Fundación Libertad escucharon a Milei tildar de soviético a Axel Kicillof, burlarse de Carlos Melconian, y pronosticar un rebote de la actividad económica a raíz de las inversiones que llegarían gracias la reducción del déficit en las cuentas públicas que el Gobierno forzaba a toda máquina, sin importar sus consecuencias recesivas. Lo cierto es que, pese a las risas y los festejos de la injustificada soberbia presidencial, los dueños del capital no pusieron hasta ahora de “la suya” para bancar el modelo económico de Milei, y más que un pedo de buzo la economía Argentina sigue atada al ancla libertaria, que la hunde cada vez más.

No solo la famosa V nunca llegó ni se avizora en el horizonte, sino que las metáforas con letras y figuras van quedando obsoletas, una tras otra, a la hora de explicar el descalabro al que la desregulación improvisada y sin fundamentos de Milei condenó a la actividad económica. Los datos concretos sólo reflejan una caída que no parece tener piso, que se corrobora mes a mes y para la cual el Gobierno no parece tener solución alguna más que prender velas para que algún financista externo venga a profundizar el ya insostenible nivel de endeudamiento argentino.

El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) del Indec reveló que en junio la actividad cayó un 3,9% interanual y un 0,3% con respecto a mayo. De esa manera, el primer semestre de la administración libertaria cerró con una contracción acumulada del 3,2%

La caída habría sido muchísimo mayor de no ser por el crecimiento del 82,4% del sector Agricultura, Ganadería, Caza y Silvicultura, que se explica por el contraste con la brutal sequía que castigó al país el año pasado. Explotación de minas y canteras es el otro rubro que marcó un crecimiento considerable y rescató en algo el nivel de actividad, con un alza del 4,6%. La mala noticia para Milei en este sentido es que, tal como informó la Bolsa de Comercio de Rosario, la siembra de maíz para la campaña 2024/2025 será la primera con una contracción con respecto al año anterior en casi una década, con dos millones menos de hectáreas sembradas que representarían -21%.

Del otro lado, las mayores caídas del EMAE se registraron en los sectores que reflejan con mayor fidelidad el nivel de actividad por su propia naturaleza. La construcción, primera destinataria de todo excedente económico, se derrumbó un 23,6%. La industria manufacturera, núcleo del empleo formal en el país, cayó un 20,4%. El comercio mayorista, minorista y reparaciones tuvo una contracción del 18,6%.

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X de INDEC Argentina

Por su parte, la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) publicó su Índice de Producción Industrial (IPI), con el que mes a mes registran la evolución del nivel de actividad de ese sector. Para julio, la caída de la industria fue del 5,2%, acumulando un retroceso de 10,9% en los primeros siete meses del año. La producción automotriz, que acumula una caída del 24.4%, las industrias metálicas básicas (‐19.5%) y la metalmecánica (‐15.1%) fueron de las industrias que más se contrajeron en el período enero-julio. 

La caída en la producción tiene su espejo en la caída del consumo. Y dentro del consumo masivo, los supermercados son un sector que refleja con crudeza el nivel de empobrecimiento de la sociedad argentina en los últimos meses. La consultora SCENTIA releva mes a mes las compras en supermercados a partir del monto de los tickets de las operaciones. Diciembre marcó el registro más bajo del año pasado, con una suba del 1,4%. De ahí en más y con el nuevo Gobierno, todos los meses arrojan caídas en las ventas, entre los que se destacan abril con -13,7%, y junio con -12,4%. Julio no fue la excepción, y reflejó una retracción aún peor de las ventas de los supermercados del 16,1%.

Otros datos que se conocieron recientemente y refuerzan la tendencia son, por ejemplo, las caídas del 33% en la compra de electrodomésticos en comercios minoristas en lo que va del año, según marcó un relevamiento de NielsenIQ. Por su parte, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), informó que la industria pyme cayó un 20,4% anual en junio, acumulando una retracción de 19,2% en el primer semestre y una caída de 3,1% con respecto al mes anterior marcando que, más que una recuperación incipiente, lo que está atravesando la economía argentina es una profundización de la recesión. Así lo expresaron las ventas minoristas pymes de julio medidas por la CAME, que reflejaron una caída interanual del 15,7%, un desplome acumulado del 17% en los primeros siete meses del año, y una retracción con respecto a las ventas de junio del 1,6%.

Consumos básicos como la carne vacuna o la leche en sus mínimos históricos dan cuenta de una realidad: por más que el Gobierno festeje una inflación clavada en el 4% mensual, lo cierto es que la destrucción del poder adquisitivo de los salarios y jubilaciones en los primeros meses del año hace que los bolsillos argentinos no sientan esa “desaceleración”, y que todas las encuestas ya marquen a la pobreza y el desempleo como las principales preocupaciones de la población por encima del aumento de los precios. 

La explicación está en que la liberación alocada y sin fundamentos de los precios desde la asunción del nuevo Gobierno no sólo disparó la inflación a puntos insostenibles, sino que consolidó niveles de precios que ubican a la Argentina como el país más caro de la región, incluso por encima de países europeos. Así lo determinó un estudio del Centro RA, de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, que comparó los ingresos mínimos de las poblaciones versus el precio de los bienes y servicios que componen una canasta básica. En Argentina, una familia necesita 14 sueldos básicos para vivir, mientras que en Brasil necesita 9, en Chile 6 y en Alemania 3. La trampa del Gobierno a la hora de hablar de desaceleración inflacionaria es esconder el empobrecimiento al que sometió a la población a través de la destrucción de sus ingresos.

Ni pedo de buzo ni V, la economía argentina enfrenta una debacle de alcances aún desconocidos, con el 55,5% de la población debajo de la línea de pobreza y el 17,5% en la indigencia sólo en el primer trimestre de un año que continuó y continúa de mal en peor, un preocupante aumento del desempleo como correlato de la crisis, y un Gobierno enredado en su relato y su visión de una realidad paralela en la que todo marcha mejor que nunca.