Así sigue el mapa del “loteo” de ministerios en el tembladeral del internismo
La interna del Gobierno deja sin conducción política a un gabinete partido, “loteado” desde el día uno del Frente de Todos en el poder, mientras la gestión se resquebraja
Moderados o no tanto, cristinistas pura cepa, camporistas, nestoristas, albertistas, peronistas reconvertidos, ex intendentes, intelectuales del “Grupo Callao”, progresistas, evitistas, mediadores, interlocutores, massistas: el Frente de Todos es un gran zoológico de identidades y trayectorias políticas reunidas en lo que al menos hasta ahora constituye una experiencia fallida de gobierno y cuya traducción en la gestión, desde el día uno en el poder, fue bautizada como un “loteo” de cargos, por su semejanza con la repartija de las porciones de un terreno. Esa amplitud horizontal en la asignación de funcionarios es, para muchos analistas y como varios dirigentes dejaron traslucir más de una vez fuera de los micrófonos, una de las principales razones que propician las diferencias internas que salen a flote casi todos los días y que dificultan por momentos hasta el paroxismo el funcionamiento de los ministerios, que en su mayoría no funcionan.
Algunos ejemplos de esas batallas intestinas tuvieron momentos de máxima tensión durante el año pasado, como la disputa entre el ministro de Economía, Martín Guzmán, de pureza albertista, con el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo, del riñón de Cristina Kirchner. Incluso se rumoreó con la sustitución del segundo, una versión que circuló un sector de la Rosada pero que a las pocas horas fue desmentida, situación que se pareció muchísimo a los rumores de salida del Gobierno del ministro de Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, la semana posterior a la derrota del oficialismo en las PASO del año pasado.
La amenaza de que Alberto Fernández apriete el botón rojo y haga estallar el gabinete por los aires y termine con la cultura del loteo de un frente en crisis sigue latente, pese a los mensajes contradictorios –para variar– de las últimas horas. "Uno tiene que conocer sus límites y hasta cuándo permanecer o no", dijo este martes temprano la vocera presidencial, Gabriela Cerruti. “De mí no esperen un solo gesto que rompa la unidad”, rectificó más tarde el propio Fernández.
Diagonales realizó un mapa del loteo de los ministerios y ministros de cada facción.
“Albertismo”
Si es que existe algo como el “albertismo”, al que más bien habría que llamar “peronismo en el Ejecutivo” según el caso, empezó a verse con fuerza a partir de la pronunciada cuesta de la división interna. Así, un jugador histórico del cristinismo como Aníbal Fernández, el ex candidato a la gobernación bonaerense de Cristina en 2015, terminó esta semana siendo muy duro con las internas y de la no votación del acuerdo con el FMI de un sector del Frente. "Es imprescindible la unidad del Frente de Todos para enfrentar los problemas de la Argentina y evitar que vuelva la derecha", disparó. Desde que dejó de ser un outsider para convertirse en ministro de Seguridad, se lo cuenta como más cercano al presidente.
Algo parecido sucede con el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi. Histórico cristinista, el ex intendente de Avellaneda hoy cultiva un perfil bajo pero está más cerca de la gestión del Ejecutivo que de tener un rol más centrado en la discusión. Otros ex intendentes que juegan de lleno en el proyecto albertista son Gabriel Katopodis (Ministerio de Obras Públicas) y Juanchi Zabaleta (Ministerio de Desarrollo Social).
Caso aparte es del Ministerio de Salud, conducido por Carla Vizzotti: si bien la ministra puede contarse dentro de los que bancan al presidente, su gestión tiene varios militantes del área que provienen del Instituto Patria, como el ex ministro bonaerense y actual diputado nacional, Daniel Gollán.
Matías Lammens (Turismo) fue una apuesta política de Alberto en la Ciudad para enfrentar a Rodríguez Larreta en 2019 y desde entonces juega en ese equipo. Matías Kulfas (Producción) y Santiago Cafiero (Relaciones Exteriores) son del albertismo puro, que lo acompaña desde el llano y los tiempos del Grupo Callao, como Sabrina Frederic, ex ministra de Seguridad, hoy a cargo de Cascos Blancos.
Claudio Moroni, de Trabajo, es un hombre de la CGT, que al igual que los Movimientos Sociales apuestan fuerte al albertismo y movilizaron más de una vez en apoyo al Presidente. Los movimientos sociales, en especial el Evita, manejan buena parte de Desarrollo Social a través de Emilio Pérsico y también tienen un asesor muy cerca del despacho presidencial, con Fernando el “Chino” Navarro.
El equipo titular del albertismo lo completan Cecilia Todesca secretaria de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería; Vilma Ibarra, secretaria de Legal y Técnica, y Juan Manuel Olmos, asesor presidencial
El enigma es Juan Manzur, ex gobernador de Tucumán y actual Jefe de Gabinete: el enamoramiento mutuo con Alberto duró unas pocas semanas y pasó al ostracismo.
Cristinismo y camporismo
Es el sector que tambaleó el día que Eduardo Wado De Pedro presentó su carta ofreciendo su cargo a disposición tras la derrota en las PASO de 2021. Pican en punta Tristán Bauer, ministro de Cultura y del círculo íntimo de Cristina y de figuras como Carlos Zaninni, aunque mantenía un vínculo aceitado con el Presidente, al que incluso asesoraba en diversos temas. Le sigue el titular de la cartera de Justicia y Derechos Humanos, Martín Soria, un batallador contra el poder judicial, es más reactivo al kirchnerismo. El ministro de Defensa y ex compañero de fórmula en la provincia en 2017 de Cristina, Jorge Taina. También puede anotarse en el tándem a Jaime Perczyk, ministro de Educación y ex número 2 de Alberto Sileoni, que fue ministro en la misma área durante el primer mandato de CFK.
Y poco más. El peso fundamental del kirchnerismo duro está en los organismos clave del Estado por los recursos que maneja, como la Anses (Fernanda Raverta, La Cámpora, reconocida como una gran gestora) y el PAMI (Luana Volnovich). Otras secretarías estratégicas para el kirchnerismo también fueron identificadas como propios, como el caso de Federico Basualdo en Energía o de Roberto Feletti en Comercio.
Dialogadores y puentes
En este rubro entran de lleno Wado de Pedro y Juan Cabandié. El primero sigue siendo parte de La Cámpora, el segundo rompió. De Pedro tiene un rol institucional central en el manejo diario del gobierno por su relación política con gobernadores, empresarios y dirigentes a ambos lados de la interna y también del otro lado de la grieta. Un hombre para el Frente y para el gobierno. Leal a Cristina, pero sobre todo leal al proyecto nacional y popular. Desde España, pidió votar a favor del acuerdo con el FMI e hizo públicas sus diferencias con Máximo Kirchner cuando decidió renunciar a la presidencia del bloque oficialista en Diputados.
Cabandié tuvo un rol central como componedor de las relaciones entre Alberto y CFK en la previa a la conformación de la fórmula. Tuvo conversaciones en ese sentido con la vice y antes con Máximo, y más tarde con todos. Puede decirse que “la vio”. Hoy está lejos de tener una gestión brillante, en un área que literalmente se quema.
Julián Domínguez es otro jugador intermedio, con línea abierta en ambos sectores. Hoy tiene una función clave en medio de la interna y la complicada conducción política: atemperar el precio del pan y los alimentos y, a la vez, contener el malestar de los productores. Puede llegar a ser un ejemplo válido de cómo ordenar el timón en medio de la tempestad.
Lejos de la disputa de la gestión queda el massismo, con Malena Galmarini (Aysa) y Alexis Guerrera (ministro de Transporte). Sergio Massa, fortalecido tras el acuerdo con el FMI, juega a fondo en el centro político, esperando su oportunidad, y con diálogo abierto con todos los sectores.