Biografía de una reconciliación
Sergio Massa y un giro que lo dejará de vuelta en el punto de partida de su alejamiento de 2013
Si finalmente Sergio Massa termina cerrando con el kirchnerismo, habrá completado un giro que lo dejará de vuelta en algo parecido al punto de partida de su independización de 2013. Más allá de CFK en particular, los intendentes peronistas bonaerenses son muy importantes en el armado de unidad que se viene tejiendo entre el Partido Justicialista, el Instituto Patria, Puerto Madero (donde vive el pre-candidato presidencial Alberto Fernández) y casi todas las provincias en que gobiernan compañeros. Y el Frente Renovador fue, en su origen (y su mejor y única versión exitosa), una arquitectura basada esencialmente en alcaldes del movimiento (mayormente del conurbano) disconformes con la conducción de la ex presidenta, que aprovecharon el descontento que creció en el segundo mandato de ella para colar sus enojos.
Aquella fue una fractura que dejó al peronismo de la provincia dividido en partes casi iguales: de algún modo, fue la primera sección electoral, a la que pertenecía Massa como jefe comunal de Tigre, contra la tercera. El segundo ministro coordinador de Cristina sintetizó a caballo de la imagen nacional construida desde aquel cargo y, más, su previa titularidad de ANSeS durante los gobiernos de Eduardo Duhalde y de Néstor Kirchner. Tema no menor, el del volumen para oficiar de primus inter pares: un motivo poderoso del fracaso de los intendentes en colocar a uno de los suyos en La Plata es que todos pesan parecido: ¿por qué sería uno y no otro el afortunado? La deriva de ese proceso desembocó ahora en Axel Kicillof.
Más allá de la innegable capacidad de Massa para sostenerse con cierto nivel de relevancia en el primer plano de la escena nacional (aun decreciendo sin cesar desde que emergió, o sobre todo por ello), es igualmente indiscutible la transformación del espacio, que lo dejó en poco más que el líder y su circunstancia, lo que llevaba a que, si su intención de voto caía, la subsistencia de todos quienes permanecen allí corriese riesgo. Todavía le quedan algunos intendentes, y los territorios no se defienden con una lista que se estrecha en una polarización acentuada, mientras el oficialismo aunque a los tumbos se sostiene y en el peronismo avanzan las reconciliaciones. Lo mismo con las bancadas legislativas, sobre todo las locales.
Independientemente de que lo capitaliza Alberto Fernández, el llamado de atención que disparó Massa seis años atrás, y que Florencio Randazzo resignificó hace dos, caló hondo en las estrategias de Cristina. La hizo repensar sus relaciones dirigenciales desde otro ángulo, reconociendo la complejidad del peso de otras construcciones con las que podía articular, y que le convenía hacerlo. Si el beneficiario final es el jefe de gabinete 2003/08, es debido a que, como explicó Iván Schargrodsky, el centro existe, pero se llega hacia allí desde un extremo, y no al revés. También es verdad que el desastre macrista impone resucitar entendimientos.
Luego de sobrevivir a 2015 a través de un acuerdo con el cordobesismo, de patinar feo en 2017 con el pacto un tanto extravagante con Margarita Stolbizer, ante la debacle cambiemista y con un justicialismo firme rumbo a la “unidad del 80%” que conceptualizó José Luis Gioja, una pregunta resume y clarifica todo: ¿qué más que amigarse con CFK podía hacer Massa? El documento final del congreso del FR es claro y contundente donde hacía falta que lo sea: la contradicción principal es con Mauricio Macri y la división pone en riesgo el triunfo opositor.
El ingreso de Massa al Frente Patriótico sería la frutilla del postre en la corrección de la geometría (otro término usado por los renovadores en sus conclusiones) que fue edificando la llegada de los CEOS al poder institucional, trámite que fue comenzando en el interior con buenos resultados, que tocó su climax con el corrimiento vicepresidencial cristinista y que demuestra que los Fernández apuestan con todo al mejor número posible en agosto. Se insiste en algo dicho aquí la semana pasada: lo único que puede encuestarse seriamente es la instancia PASO. Estando la economía en terapia intensiva, octubre recién podrá medirse fiablemente cuando se sepa cómo impactará en el bolsillo el resultado de las primarias.
Tras un mensaje de su arquitectura que no necesita traducción, apenas que se concrete en letra chica, Massa debe cuidarse de no deshonrar ese mandato. Con antecedentes de tropa que le escurre por abajo cuando es desoída (intendentes en 2015, Felipe Solá y compañía en 2018, Julio Zamora en su propia tierra ahora), debería prestar atención a algo que dijo Alberto apenas anunciado el Fernandazo: “Si Sergio no viene, no es fracaso: igual, está viniendo mucho massismo”. Lo peor que puede pasarle es que pronto deje de importar qué hace él.