El “sitio de la Recoleta” abrió un nuevo escenario, con saldos al interior de cada una de las dos coaliciones que dominan el mapa político argentino y una reorganización de la polarización entre ellas. Durante toda la semana pasada y lo que va de esta, la discusión estuvo marcada por un diálogo público directo entre CFK y Horacio Rodríguez Larreta, que quedaron como los dos grandes protagonistas del momento político más caliente entre oficialismo y oposición en mucho tiempo. Casualidad o estrategia, los portales, las tapas de diarios y las pantallas de TV no hicieron más que mostrar en los últimos días que el antagonismo entre el FDT y JxC encarnó en la figura de la Vicepresidente y el Jefe de Gobierno porteño.

El ping pong entre ambos comenzó a principios de la semana pasada y puede esconder una posible ganancia mutua en el largo plazo, más allá de la foto que quedó del episodio del sábado en la Recoleta. Cuando manifestantes que se acercaron a la casa de la Vicepresidenta el lunes pasado, día en que se conoció el pedido de 12 años de cárcel e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos para CFK por parte del fiscal Luciani, y fueron reprimidos por la policía de la Ciudad, CFK subió al ring al Jefe de Gobierno por primera vez. “Lo único que le faltaba a Larreta para ser Macri” tuiteó la Vicepresidenta responsabilizándolo por la represión, pero en su mensaje pudo leerse otra cosa entre líneas. Si a Larreta le faltaba algo para erigirse en líder de la oposición, para encabezar la polarización con el kirchnerismo y ser la expresión de eso para JxC en las elecciones del 2023, era recorrer efectivamente ese camino que lo llevaría al lugar hasta ahora ocupado por el ex presidente.

El Jefe de Gobierno respondió en un comunicado también a través de su cuenta de Twitter, el canal que parece haber sido elegido para el diálogo público entre ambos, en el cual intentó consolidar su perfil de moderación, algo que le resultaría difícil días después. “Señora Vicepresidenta: no engendre más violencia. Contribuya a la paz social”, fue la idea que encontró Larreta para continuar la disputa de sentido sobre quién era el responsable de los niveles de tensión que se vivían en el barrio porteño, donde los fieles a CFK comenzaban a demostrar lo que sería una semana de movilización y apoyo a la líder del peronismo.

Los días siguientes estuvieron atravesados por el alegato de la Vicepresidenta por Youtube, la polémica por la vinculación de empresarios macristas con los bolsos con 9 millones de dólares de José López, y la conversación entre CFK y Larreta quedó pausada. Sin embargo, el aumento de la militancia que se agolpaba día tras día en la esquina de Juncal y Uruguay provocó un diálogo fluido entre funcionarios kirchneristas y del Gobierno de la CABA para ir evaluando la situación a medida que avanzaba. Mientras tanto, otros referentes de la primera plana política nacional, como Mauricio Macri y Alberto Fernández, seguían el conflicto por los medios. Sergio Massa, por su parte, salió del centro de la escena en la que fue colocado hace ya casi un mes y siguió dedicándose a ejecutar un ajuste mucho más crudo que el de Martín Guzmán sin la presión de la opinión pública sobre sus tijeretazos.

El siguiente punto de clímax de la nueva polarización llegó el viernes y a través de un actor que no venía asumiendo protagonismo. Máximo Kirchner eligió romper su silencio el viernes pasado en la UOM de Avellaneda, luego de que el PJ decretara un estado de alerta y movilización en respaldo a CFK, y lo más resonante de su discurso fue justamente una referencia al Jefe de Gobierno porteño. Máximo recordó el espionaje ilegal de Macri sobre los propios, y afirmó “nosotros nos comprometemos a no usar todas esas cosas que él sabe de ellos para que se lo puedan sacar de encima, viven extorsionados por la persona que los conduce”. El Diputado del FDT fue todavía más allá, y le apuntó directamente a Larreta: “Tiene que sacarse la pata de encima, porque si aspira realmente el jefe de Gobierno de la Ciudad a gobernar el país, que se le pare de manos. Que le demuestre a los argentinos que por más de que tenga otras ideas diferentes a las nuestras, tiene el coraje para no dejarse extorsionar por quien fundió a la Argentina”. El mensaje sonó más a un pedido que a un desafío.

La cosa se empezó a recalentar más a partir de ese momento. Si bien los acampes durante las noches en la Recoleta nunca sucedieron y fueron un invento de la oposición para justificar su accionar,  la lluvia del viernes por la noche dispersó a los militantes que seguían allí y el sábado, día en que había convocadas concentraciones en todo el país para bancar a la Vicepresidenta, su casa amaneció vallada. CFK volvió a poner al Jefe de Gobierno en el centro con la nota que publicó bajo el título de “Las vallas del Sr. Larreta”, en la que criticaba el hecho que nunca hubiera intervenido la policía de la Ciudad para dispersar las múltiples manifestaciones en su contra en esa esquina desde 2015. “Las vallas colocadas por el Sr. Larreta son algo más que impedir la libre circulación. Son algo más que sitiar a la Vicepresidenta de la Nación”, escribió la Vicepresidenta iniciando la disputa de sentido por la responsabilidad del sitio de la Recoleta, guante que el Jefe de Gobierno recogería más tarde.

CFK vs. Larreta: una nueva polarización para borrar a Macri

Más abajo, CFK continuó su argumentación: “La lógica del Sr. Larreta es la misma lógica del partido judicial. Para los macristas: cuidado y protección. Para los peronistas: vallas, infantería de la policía de la ciudad y hasta palos, gas lacrimógeno y gas pimienta como la noche del lunes”. Ni una sola mención a Mauricio Macri en la misiva con la que la Vicepresidenta decidió expresarse el día que le vallaron la casa.

El resto de la historia de esa jornada es ya harto conocida. Como era lógico que sucedería, miles de personas se congregaron en repudio al accionar del Gobierno porteño y en defensa de la Vicepresidenta, cayeron las vallas, la policía reprimió y el conflicto terminó solucionándose con un stand by acordado en una reunión con representantes de las dos partes. La posterior puesta en escena de cada uno de los bandos reflejó la posibilidad de haber llegado a un acuerdo manteniendo sus posiciones de cara a su público.

Primero salió Larreta. Denunció un plan de ocupación del espacio público, afirmó que la violencia era el límite y le pidió a CFK que instara a los manifestantes a retirarse luego de que el Gobierno retirara la policía. La Vicepresidenta, fiel a su estilo y su talla de figura histórica, hizo armar un escenario en la esquina de la discordia y dejó un mensaje en el que volvió a alinear al peronismo tras suyo, bajo la idea de que es el odio a la alegría peronista lo que mueve a la oposición. Al final, en una frase de diez segundos, le entregó a Larreta lo que jamás a ningún otro referente opositor: “Quería pedirles que vayamos a descansar que ha sido un largo día”. 

Muchos leyeron en el resultado solamente la indudable victoria política de CFK, que demostró poder de fuego y alineó tras suyo a todo el peronismo todavía con más fuerza, al tiempo que reavivó una épica y una mística que venían sacudidas por el fracaso económico del Gobierno del FDT. Pero lo que se leyó como un Larreta perdedor, corrido por los sectores más extremos de JxC, desconoce el hecho de que el Jefe de Gobierno se instaló durante toda la jornada como la antítesis del kirchnerismo y obtuvo de la boca de la propia Vicepresidenta una frase que hacía minutos él le había sugerido.

Los tironeos continuaron el domingo, y en el arranque de esta semana tanto CFK como Larreta continuaron con la polarización entre ambos. La Vicepresidenta recibió el lunes a organismos de DDHH, y en la comunicación que se difundió sobre el encuentro a través de su propia página volvió a pedirle al Jefe de Gobierno que no se deje correr por los halcones de JxC, que no se demuestra autoridad mandando camiones a su casa. En relación a Patricia Bullrich, CFK le dijo directamente a Larreta: “Déjela que grite, que diga cualquier cosa. Tenemos que permitirnos disentir, estar en las antípodas pero lo único que no se puede perder es la racionalidad”. 

CFK vs. Larreta: una nueva polarización para borrar a Macri

Larreta contestó este martes a través de Twitter: “Señora vicepresidenta, está a la vista el modelo que yo defiendo y el que usted defiende. Es la búsqueda de la paz contra la profundización de la grieta y las agresiones, es la defensa de la república contra los atropellos a las instituciones”, expresó horas antes de ir a reunirse con la conducción del PRO para discutir sobre los sucesos en la Recoleta y la actitud crítica de Bullrich.

“PALOMIZAR” LA DISCUSIÓN

El cruce entre la Vicepresidenta y el Jefe de Gobierno durante todos estos días resulta tan  evidente como el hecho que ambos se eligieron como interlocutores.Esa decisión surge para ambos de distintas necesidades y el mismo obstáculo. Larreta necesita ganar la discusión interna en JxC y sobre todo en el PRO. Su candidatura depende de alinear a la mayor fracción de la coalición opositora tras la idea que expresó ante empresarios algunos meses atrás, sobre la construcción de una mayoría de un 70% para llevar adelante reformas profundas pero con niveles de consenso social aceptables.En ese objetivo choca contra la radicalización de Mauricio Macri, que se derrama a cuadros de menor peso específico como Patricia Bullrich, que se envalentonan al ver que el líder del espacio marca el camino del choque total con el kirchnerismo.

CFK vs. Larreta: una nueva polarización para borrar a Macri

CFK, por su parte, hace tiempo evalúa profundamente la posibilidad de que el oficialismo pierda las elecciones nacionales en 2023, algo que hoy por hoy cualquier encuesta reafirma. En ese caso, la Vicepresidenta y todo el peronismo necesitan que se imponga en la oposición una línea algo más racional, que no haga de la persecusión política su principal show para justificar o tapar intentos de reformas y ajustes que choquen con la resistencia de la sociedad. 

Tanto el mensaje de Máximo en la UOM como el de CFK de este lunes dejan entrever que Larreta es visto como un “mal menor”, con el que se podría convivir con mayores grados de acuerdos, lo cual no implica que no haya una disputa política profunda pero sí evitar una caza de brujas como la que el kirchnerismo ya sufrió con Macri. En el Larretismo, por su parte, no consideran que meter presa a CFK sea lo mejor para su estrategia de gobernar el país con una cierta construcción de consensos, y más bien consideran algo inviable ese escenario por el nivel de conflictividad social que generaría y que ellos deberían asumir si eventualmente fueran gobierno.

Desde esta perspectiva puede entenderse quizás el diálogo directo que comenzó la semana pasada y continúa esta, entre la Vicepresidenta y el Jefe de Gobierno. Ambos tienen un punto en común en la necesidad de aislar políticamente a Macri y sus posiciones extremistas. Quizás, lo que se leyó como el triunfo de los extremos durante el sitio de la Recoleta, sea un primer capítulo de un proceso más largo en el que lo que ambos protagonistas busquen sea bajar un poco los decibeles y que la discusión tenga más plumas de palomas que de halcones.