Dólares M, el respirador artificial del FdT
Massa rasca el fondo de todas las ollas para conseguir un salvoconducto hacia las elecciones en forma de divisas. Incumplimientos con el FMI y renegociación permanente como la “respuesta política” a la crisis. China y yuanes para sostener importaciones. Fragilidad extrema y muchos meses por delante
La semana de furia que comenzó con la renuncia de Antonio Aracre, tras los rumores de una devaluación y la salida de Sergio Massa de Economía, expuso la extrema fragilidad de la economía argentina y el Gobierno del FdT. La corrida cambiaria que presionó los tipos de cambio paralelos durante una serie de jornadas y llevó el dólar ilegal casi a los $500, generó un clima de crisis y puso contra las cuerdas al oficialismo, evidenciando el cóctel explosivo de la falta de dólares, la inflación ya bien por encima del 100% y los meses que quedan por delante hasta las elecciones. En esa clave, la tarea primordial hoy por hoy para el FdT, si pretende llegar a agosto, es hacerse de un colchón de divisas que tape el agujero de US$ 20.000 millones que provocó la sequía y permita evitar una devaluación del oficial, uno de los pocos consensos que existen hoy entre todos los campamentos oficialistas. El encargado de esa tarea de supervivencia para el FdT es el ministro de Economía, Sergio Massa.
La situación es realmente muy compleja para el Gobierno. La falta de reservas en BCRA lo pone a tiro de una corrida que, como quedó evidenciado en estas semanas, puede generarse muy fácilmente a partir de operaciones políticas y mediáticas y a sabiendas de la poca espalda oficialista para poder contenerla. El impacto inflacionario del descalabro cambiario de estos días aún está por verse, pero si el 7,7% de la inflación de marzo ya situaba las expectativas en no menos de un 7% mensual para los próximos meses, los aumentos en las listas de precios y la cadena de pagos de esta semana complican mucho más el horizonte. Con este panorama, se acentúa la necesidad de engrosar las reservas para calmar las expectativas y presiones devaluatorias, o de lo contrario el Gobierno podrá recibir varios golpes como el de estos días en los cuatro meses que quedan hasta las PASO, caminando al filo del estallido.
Terminada la temporada alta de exportaciones agropecuarias y con el fracaso de la última edición del dólar soja, la entrada de divisas a las arcas del BCRA estará exclusivamente ligada al éxito de las gestiones con organismos multilaterales de crédito y los desembolsos del FMI. En esa línea se mueve Massa, que las últimas horas concretó algunos anuncios y espera que su vínculo con los EEUU sirva salvavidas al FdT en el camino a las PASO. Ayer, el titular de Economía firmó en el Palacio de Hacienda un contrato con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por el cual ese organismo prestará 75 millones de dólares a la Argentina para la mejora en la provisión de servicios de agua potable en distintas localidades de la Provincia de Buenos Aires.
El lunes, el ministro se reunió representantes del China Gezhouba Group y anunció que los inversores desembolsarán otro US$ 500 millones antes del 30 de junio para financiar un proyecto de construcción de represas en Santa Cruz. El grupo ya entregó unos 480 millones de dólares a fin del mes pasado, monto que resultó determinante para que la Argentina se arrimara a la meta de acumulación de reservas en permanente negociación con el FMI.
En un intento de alejar fantasmas sobre su posible salida de Economía, Massa difundió este domingo lo que sería su agenda de toda la semana. Allí figuraban otros desembolsos, aún pendientes y en vías de negociación. Para el martes, se hablaba de unos 380 millones de dólares de organismos multilaterales. Mañana, Massa viajará a Uruguay para firmar acuerdos con el CAF por US$ 680 millones al 30 de junio. Montos pequeños en relación a la necesidad del país frente al drama de reservas que significa la sequía, pero que funcionan como un respirador artificial con el que el Gobierno va llevando el día a día en el camino hacia las elecciones.
En ese contexto, la jugada principal del titular de Economía pasa por las gestiones con el FMI para lograr una renegociación de todo el acuerdo, que implique ya no sólo ajustar metas sino adelantar desembolsos previstos para los próximos meses. El objetivo de Massa es conseguir unos 10.000 millones de dólares, con los cuales resistir los embates cambiarios que volverán a aparecer como en toda previa electoral. Ya hubo algunas señales en ese sentido, como las declaraciones del asesor especial del presidente Joe Biden para América Latina, Juan González, quien en medio del escándalo Aracre la semana pasada, elogió a Massa y afirmó que EEUU está dispuesto a “jugar un papel constructivo” para “ayudar a la Argentina”.
El lunes, el propio FMI divulgó a través de sus voceros que “el staff técnico continúa trabajando con las autoridades argentinas para fortalecer el programa económico acordado con el país en el contexto de la sequía muy severa. Los intercambios entre las autoridades y el equipo del Fondo Monetario Internacional avanzan de manera constructiva”. Ese trabajo tendrá como punto cumbre los encuentros en Washington hacia los que partirá un equipo de Massa, liderado por Gabriel Rubinstein. Partirán este jueves, en paralelo a la firma con la CAF que encabezará Massa en Montevideo por US$ 680 millones y a la reaparición pública de CFK.
Justamente, la líder del espacio más crítico del oficialismo con el FMI y el acuerdo suscripto con la Argentina, brindará una clase magistral en La Plata titulada “La Argentina circular. El FMI y su receta de inflación y recesión. Fragmentación política y concentración económica”. Massa enviará una delegación de emisarios al evento, en el cual se especula que la Vicepresidenta respaldará el rol que viene cumpliendo el ministro como sostén de la precaria situación económica y, quizás, emitir algún guiño electoral en ese sentido. Los encuentros entre Massa y CFK son permanentes y, hoy por hoy, el tigrense pareciera ser una opción fuerte del kirchnerismo para encabezar la lista nacional.
De ese extraño rompecabezas parece emerger un trabajo de pinzas, en el cual el kirchnerismo presiona políticamente al Fondo y Massa gestiona con el organismo para obtener las decisiones que el Gobierno necesita para sobrevivir. Esto se ve no sólo en un plano discursivo sino también en los hechos. En concreto, la Argentina ya incumplió el acuerdo firmado a principios del año pasado en lo concerniente a las metas de acumulación de reservas y la fiscal. La sequía funciona como justificación, pero terminaron siendo las negociaciones encabezadas por Massa con el FMI las que consiguieron las flexibilizaciones necesarias para que el acuerdo no se caiga y el país entre en default, algo que representaría un golpe de muerte para el oficialismo y una crisis de dimensiones difíciles de calcular.
Pero ayer, en el pico de la corrida cambiaria, el Gobierno incumplió en otro aspecto el acuerdo sin que ello generara reacciones en el FMI. Para frenar la escalada del dólar ilegal, el BCRA intervino con reservas en el mercado cambiario para intentar bajar la cotización cerca del cierre de la ronda cambiaria. Esto está expresamente prohibido en el acuerdo de facilidades extendidas, y la aceptación por parte del Fondo debe interpretarse como un aval a la intervención del Gobierno para evitar un estallido.
Descartada desde los inicios del Gobierno del FdT la opción de desconocer el acuerdo que contrajo Macri con el FMI, el discurso del kirchnerismo siempre fue el de “negociar con dureza” con el organismo, sin que quedara demasiado especificado qué significaría aquello o cuáles serían los resultados aceptables. Allí estuvo el principal foco de conflicto con Martín Guzmán, y la banca para con los movimientos de Massa sugiere que estos resultados que el tigrense consigue con el organismo de crédito están dentro de los parámetros que la tropa de CFK considera, al menos, como los necesarios para la supervivencia en una situación límite.
En paralelo a esta estrategia de incumplimientos y negociación permanente con el Fondo que por ahora sostiene, Massa comenzó a mandar señales a Washington en un sentido contrapuesto. Si el principal interés de EEUU con la Argentina es frenar el avance de China en la región, motivo de las ya recurrentes visitas de funcionarios de alto rango como la Comandante del Comando Sur, Laura Richardson, el anuncio de hoy sobre la activación del swap con la potencia oriental para pagar importaciones no debe haber caído muy bien en la Casa Blanca. En una reunión con el embajador chino, Zou Xiaoli, Massa anunció hoy que se pagarán en yuanes unos 1040 millones de dólares en importaciones provenientes de China. A partir de mayo esas operaciones significarán alrededor de 790 millones de dólares mensuales pagados en moneda china, con la consecuente descompresión de las reservas en dólares.
Esto, sumado a las inversiones chinas en represas en el sur, muestra que se aceitan las relaciones con el gigante asiático, de fuerte vínculo con Brasil y en abierto enfrentamiento mundial con EEUU. En el encuentro de hoy, como parte de la delegación argentina, estuvo Claudio Ambrosini, presidente de ENACOM. Una presencia relevante si se pone en la balanza que otra de las discusiones estratégicas para los EEUU es que el país no avance en el desarrollo del 5G con tecnología China.
La falta de reservas, en un contexto de altísima inflación, mantiene a la Argentina en terapia intensiva. A ello se le suma el contexto de fragmentación política, que decanta en una oposición que se corre por derecha y, para eso, juega a dinamitar la economía argentina para hacerle pagar el costo político al oficialismo y generar una crisis que legitime las duras medidas con las que ya se proyectan como próximo gobierno. Todo muy lejos de la responsabilidad que mostró Alberto Fernández en 2019 cuando, entre las PASO y las generales, aportó a frenar la escalada del dólar y la profundización de la crisis terminal del gobierno de Macri.
En ese estado de terapia intensiva, en el que cualquier resfrío (corrida) puede resultar letal, los dólares M aparecen como un respirador artificial con el que el oficialismo va de a un día a la vez en el camino a las urnas. Cada billete de la moneda estadounidense que se consigue hacer entrar a las reservas significa una bocanada de aire. Atada a esa supervivencia va la candidatura presidencial de Massa, que en unas semanas recibirá otro golpazo inflacionario. En esa supervivencia nada la estrategia electoral y política de CFK, que mañana volverá a estar en el centro, por primera vez desde el renunciamiento de Alberto Fernández y tras la corrida cambiaria de estos días. Quizás la accionista mayoritaria del FdT interprete que es momento para una jugada que, aunque no sea la definitiva, sí vaya con fuerza a intentar generar otras expectativas.