Termina una semana caliente y empieza otra. El loop interminable de la Argentina de Milei no da respiros, en una sucesión infinita de conflictos donde prácticamente no queda sector sin afectar por el plan motosierra y licuadora. Pero las resistencias de los agredidos tienen formas y tiempos diferenciales. Con las movilizaciones espontáneas de la sociedad civil lógicamente apagadas tras un diciembre caliente y cargado de represión, y la representación política opositora al Gobierno buscando hacer pie en un terreno desconocido de arenas movedizas, la punta de lanza de la resistencia al Gobierno radica hoy en el tantas veces denostado movimiento obrero organizado.

Empujada por muchos sectores a radicalizar aún más sus medidas de fuerza, enfrentada al desafío de contener y conducir a sus propias bases en un contexto muy regresivo, la dirigencia sindical a la que tantas veces se le reclamó un mayor protagonismo hoy ocupa el centro de la escena y las expectativas de buena parte de la sociedad en torno a las posibilidades de ponerle frenos a la avanzada del modelo de Milei y Caputo.

La semana que se va dejó paros y movilizaciones de estatales y docentes. La que arranca tiene en vilo una medida de fuerza de camioneros, ante la falta de homologación de su acuerdo paritario, y de la UOM, que viene con medidas de fuerza durante todo marzo. El impulso por una reforma laboral incluida en la nueva ley bases podría, incluso, decantar en el anuncio de un nuevo paro general por parte de la CGT, que se reúne el próximo jueves. Los ojos de los trabajadores, de la política y del Gobierno se posan en el movimiento obrero organizado.

Diagonales propuso un diálogo con referentes del mundo sindical para profundizar en este contexto que los encuentra como protagonistas. Cómo se gestiona una resistencia en un momento de mucha incertidumbre y desconcierto; cómo se articulan las urgencias de los trabajadores con los tiempos de la política; cómo se observan desde la primera línea de la resistencia las actitudes de una dirigencia política que aún no aflora con toda su potencialidad en los conflictos en curso. Algunos interrogantes que atraviesan a buena parte de la sociedad y la militancia, en un momento donde nadie termina de tener del todo claro cómo pararse ante el terremoto libertario y cuánto se puede retroceder.

SIN TIEMPO PARA PEINARSE

María Laura Torre es Secretaria General Adjunta de SUTEBA, representante de los y las docentes que el jueves pasado pararon en todo el país por un amplio pliego de reivindicaciones, que fue desde el reclamo por la paritaria nacional y la restauración del fondo de incentivo docente al cuestionamiento de los vouchers educativos y la denuncia de la pérdida de poder adquisitivo de los salarios en plena dispara inflacionaria y los tarifazos. “Salimos a la calle porque tenemos una responsabilidad histórica y la asumimos, los y las dirigentes sindicales no tenemos tiempo para pensar si nos despeinamos o no nos despeinamos” le dice a Diagonales justo después de recordar el escenario similar de fines de 2015 y principios de 2016, en el cual salieron a resistir los despidos del macrismo a su autodenominada “grasa militante”. “Hoy hay una brutalidad mucho mayor incluso a la de aquel momento” describe Torre.

La dirigente de SUTEBA piensa que “las organizaciones sindicales no tenemos en general los tiempos de la política”, y analiza que “hay una necesidad de mayor presencia y sobre todo de conducción política”. En ese aspecto se verifica una diferencia sustancial con el movimiento obrero, que funciona como una explicación al protagonismo que hoy asume en la resistencia: “Con o sin tensiones, el movimiento obrero tiene su conducción, la unidad no es fácil. No fue sencillo el paro del 24 de enero, pero salió y se llenaron las calles. Lo mismo el 8 y el 24 de marzo. El pueblo se irá juntando en la medida en que vaya habiendo un proyecto, con liderazgo, con conducción política” sentencia.

También marcando una distancia con la actitud pasiva que se observa en muchos sectores de la dirigencia opositora, Torre afirma que “los dirigentes sindicales no podemos delegar en los compañeros trabajadores el conflicto, tenemos que conducirlo nosotros”. Sin embargo, también resalta que “hay muchas cosas que se hacen y no se ven, hay debates, hay tensiones” refiriéndose a la esfera de la política, y tampoco duda poner nombres propios a la hora de definir a quiénes ve moviéndose en el sentido correcto y quienes no: “En lo legislativo se despeinan y salen a la calle más tarde, nosotros no tenemos tanto tiempo. Lo ejecutivo es diferente. En la PBA estamos convencidos de que Axel Kicillof es uno de los que está en el lugar de una posible conducción política. Tiene la dificultad de gestionar la provincia del 40% de la población en este contexto difícil. Creo que hoy no tenemos conducción política pero que va a surgir, y Axel tiene que estar en esos lugares, porque además ganó la PBA de una forma importantísima”.

Los docentes se sumaron a una multisectorial que se movilizó y fue reprimida por las fuerzas de Patricia Bullrich frente al Congreso el jueves pasado. Sin embargo, el saldo de la jornada fue positivo para la dirigencia sindical: “Fue muy fuerte el paro en todo el país así como también la recolección de firmas. Nos sorprendió la voluntad de la sociedad para acercarse a los actos que realizamos y firmar los petitorios. Hay un sector importante que está convencido de que la defensa de la educación pública es ahora", concluye.

Convencida de que el propio contexto económico con “salarios que pierden con la inflación” será el freno a Milei, Torre explica que “estamos trabajando para un paro general y una gran movilización” y es taxativa en su rechazo a la reforma laboral, el gran tema de las próximas semanas para sindicalismo: “En otro contexto, con otro gobierno, habría cosas que podríamos discutir. Pero con este no, porque ya dan muestra de hacia dónde van, porque ¿qué sería la reforma? Seguir echando trabajadores porque sobran?” sentencia.

ESTRATEGIAS DE LUCHA, CON O SIN LOS POLÍTICOS

Pedro Lynn es trabajador del Ministerio de Salud de la nación, Secretario Gremial de ATE Capital y delegado general de ATE Salud. Los estatales fueron protagonistas de la semana, con el ingreso masivo a edificios públicos tras el fin de semana de feriados y el paro del viernes, que se orquestaron como respuesta a los 15 mil despidos de los últimos días en la administración nacional, que el Gobierno promete multiplicar con el paso de los meses. “Fue una jornada muy importante y gratamente sorprendidos por la masividad, el paro se sintió fuerte y llegamos con una columna enorme a Plaza de Mayo que obligó a cambiar los planes de ir frente a Economía para terminar haciendo el acto frente a la Rosada” relata a Diagonales.

Lynn resalta el resultado de la jornada en medio de “un fuerte proceso de amedrentamiento y amenaza” contra la movilización social, algo que hizo notar “que los compañeros y compañeras son conscientes de la situación y están dispuestos a pelear para defender tanto sus puestos de trabajo como las políticas públicas”. En ese sentido y ante la falta de interlocución con el Gobierno, destaca que el objetivo hoy por hoy es lograr “las medidas más contundentes posibles que permitan a cada junta interna reincorporar a los despedidos y despedidas”.

Al igual que Torre, para el delegado de ATE la responsabilidad de la dirigencia sindical trasciende a lo que hagan los políticos: “Creemos que nosotros tenemos que hacernos cargo de nuestra propia responsabilidad como dirigentes sindicales. Fuimos elegidos para esto, este es nuestro rol y tenemos que estar siempre, nos acompañen o no desde la política” explica. Sin embargo, expresa su juicio sobre lo que ve en la esfera de representación política por parte de la dirigencia: “En general se están quedando cortos y tienen que ser más firmes, se nota con el DNU que no termina de caer y con las señales sobre la nueva ley bases”.

Para Lynn “todos los diputados, senadores, etc., todos tendrían que estar haciendo más. Quedarse callados y no estar a la altura es lo que los llevó a los resultados electorales que ya todos conocemos”. El dirigente va más allá con su visión: “quisiéramos que en el Congreso haya una arena de discusión sobre las políticas que van desapareciendo a medida que van cerrando los organismos y despidiendo estatales. Deberían estar presentando proyectos de ley para defender políticas que hasta hoy son un derecho y  que con despedir a los trabajadores dejan de existir. De mínima tendrían que estar haciendo eso. Al Inadi lo quieren cerrar y todavía no pueden porque está protegido por ley, necesitamos que hagan eso con todas las políticas públicas esenciales que no tienen que ver con colores políticos, sino que toda la sociedad las va a sentir el día que no están. No se pueden borrar derechos que costaron mucho conseguir de un plumazo”.

En el mismo sentido opina sobre la reforma laboral, expresando que “al ver quién lo hace y la necesidad de este gobierno de sacarlo por supuesto que nos genera preocupación. Hay un montón de cuestiones a discutir sobre los derechos de los trabajadores, cómo mejorar la soberanía  y la productividad de este país, pero no estamos siendo parte de ninguna de esas discusiones y lo vemos con peligro. Cada vez que quisieron cambiar esas cosas fue en desmedro de nuestros derechos. No podemos permitir eso, y esperemos que los políticos, diputados, senadores y gobernadores estén a la altura de esta instancia”.

Las estrategias son múltiples en el movimiento obrero, ante un contexto de mucha inestabilidad. Un delegado de UPCN que prefirió no revelar su nombre afirmó a Diagonales “venimos agotando todas las instancias de reunión, diálogo institucionales para evitar el conflicto, no gastar porque sí una bala como un paro general y sectorial o una metodología de conflicto más intenso”. En su argumentación explica que “Milei ganó con el 56% de los votos, significa que hay compañeros y laburantes que lo votaron. Nos piden hace un paro general contra Milei y hay muchos afiliados que lo votaron, no le podés regalar una épica así nomás”.

En su perspectiva, “hay que agotar las instancias, abrazar a cada afiliado, contener. La CGT está cumpliendo el rol de evitar que el DNU se imponga en el ámbito laboral, frenar la reforma, y ahora necesitamos que la secretaría de trabajo firme las homologaciones. La lucha continúa, es un contexto complicadísimo”. A la hora de describir el accionar de la política, afirma sin pelos en la lengua que “los dirigentes se olvidaron de los trabajadores, nos pidieron que estuviéramos en la campaña, estuvimos soportando un gobierno que no dio respuesta a las necesidades populares y fue la CGT la que se puso a la cabeza, la que acusan de burócrata, los que le pusimos el freno al DNU a través de una medida en la justicia. Nuestros métodos de lucha han sido con la mayor responsabilidad”.

Mirando hacia lo que viene el dirigente de UPCN también pone nombres propios y traza la responsabilidad del movimiento obrero en la defensa de los trabajadores: “la dirigencia CFK, Massa, etc., no han salido a hablar por los trabajadores. Dirigentes que llenaron el Estado, pusieron un montón de gente y después se van, dejan el cargo y dejan un montón de gente a la deriva. Desde UPCN salimos a contener a los compañeros, han echado a muchos que no han votado nunca al peronismo, son profesionales y trabajaban normalmente, los echaron sin criterio. Estamos en estado de alerta y movilización y vamos a continuar utilizando todas las instancias posibles para reincorporar a la mayor cantidad de compañeros”.

 A LA CABEZA DEL PROCESO Y SIN ERRAR LAS PIÑAS

Ernesto Bardos es parte de la Comisión Ejecutiva de la Unión Ferroviaria, Seccional Oeste y comienza la charla con Diagonales con lo que fue el primer freno Gobierno: “En estos casi cuatro meses sin dudas el movimiento obrero tuvo la centralidad en la confrontación con este modelo. El mismo 27 de diciembre la CGT y la CTA se movilizaron a Tribunales logrando un amparo a la reforma judicial que planteaba el DNU. Fue la primera derrota para el Gobierno”. Trazando una continuidad, afirma que “después, el 24 de enero se mete el primer paro nacional con una movilización histórica en todo el país, haciendo tambalear la ley ómnibus, que finalmente caería. Las derrotas que viene sufriendo el Gobierno empezaron en el movimiento obrero organizado”.

Para llegar a esa situación, Bardos cuenta la experiencia de los trabajadores organizados del Ferrocarril Sarmiento: “venimos sufriendo en estos meses es una desinversión muy fuerte, pero desde el día uno entendimos que íbamos a ser víctimas de este modelo y empezamos a activar los mecanismos propios que tenemos, asambleas, charlas, discusiones, pintadas, volanteadas para construir consensos al interior del ferrocarril con los compañeros para resistir cualquier tipo de embate”.

Describiendo el momento del movimiento obrero, el dirigente ferroviario comenta que “lo que estamos viviendo es una combinación de una pelea sectorial por paritarias y la resistencia para impedir despidos, tanto en el Estado como en el sector privado. La perspectiva es poder cobijar a distintos sectores del pueblo que no tienen los niveles de organización del movimiento obrero para poder defender las causas populares. Por eso es importante el proceso que se está dando en todo el país, donde el movimiento obrero está discutiendo política mano a mano con los vecinos. La perspectiva es una gran movilización popular, que canalice la bronca y pueda aunar los niveles de descontento y los distintos conflictos. Estamos yendo sin lugar a dudas a un segundo paro nacional, con distintos compañeros como Pablo Moyano, Sergio Palazzo o el “Pollo” Sobrero que están entendiendo la importancia de la unidad”.

En ese proceso para el cual “se están generando las condiciones”, Ernesto Bardos también identifica que “hay diferentes sectores de la política, que no tienen una gran inserción en el movimiento obrero, que nos empujan al paro nacional como si fuese un juego de niños. Los paros se construyen, no se decretan, la dirigencia solo les pone una fecha, pero el movimiento obrero lo tiene que tomar como propio. No podemos errar la piña”.

Con los trabajadores encabezando la resistencia, la mirada sobre la dirigencia política del militante ferroviario no difiere de la generalidad expresada por los otros referentes consultados y la de buena parte de la militancia: “Veo a la política timorata, desubicada. No hay dirigentes nacionales del peronismo o del campo popular que tengan la capacidad de confrontar abiertamente con este modelo. Todavía no se asimiló el golpe y la dinámica que viene teniendo el movimiento obrero es muy superior a la que viene teniendo la política. La noto dispersa, perdida, con miedo”. Bardos concluye con una perspectiva largamente discutida por el movimiento obrero, y que nunca terminó de encontrar un lugar relevante en el ámbito de la política. “Quizás sea momento de que la dirigencia política surja del seno del movimiento obrero, es una buena discusión para dar” sentencia.

Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes. Aquella frase que tantas veces se utilizó para criticar la inacción de las conducciones sindicales, hoy parece calzarle al dedillo a un contexto donde el movimiento obrero resiste al Gobierno más antipopular en largas décadas, pero esta vez con el foco puesto en una dirigencia política de la que espera mucho, y que todavía no parece romper el letargo del golpazo electoral que encumbró al outsider que la señaló como “casta” y frente al cual aún se encuentran descolocada.