Termina otra semana de furia para el Gobierno nacional, tras lo que fuera la anteúltima de mayo, en la que el dólar paralelo despertó y pegó un repunte del 20%, acompañado por la suba de los tipos de cambio financieros y el riesgo país, mientras el presidente daba un panic show de rock en el Luna Park. Esta vez, la crisis pasó más por lo político que por lo económico, con el descabezamiento del gabinete de ministros y la eyección del secretario de Niñez y Familia del Ministerio de Capital Humano como las dos puntas del ovillo, pero con un mismo rasgo común: un presidente desconectado de la realidad, de gira personal por los EEUU y más preocupado por la construcción de su marca como líder de la ultra derecha internacional que por solucionar los acuciantes problemas que atraviesa la población argentina.

El despido de Pablo De la Torre del Ministerio de Capital Humano suma una nueva baja a un Gobierno que en menos de seis meses ya cuenta con más de una treintena de caídos, entre renuncias y despidos, todo un récord que ya de por sí marca las inconsistencias de la gestión. A la cabeza de ese funcionamiento fallido de la administración central, por debajo del presidente y su hermana, Karina Milei, se encuentran los ministros y ministras encargadas de comandar cada una de las carteras. Un breve repaso por estos meses de cada una de las áreas muestra a las claras el nivel de improvisación y poca pericia  con el que el Gobierno de la Libertad Avanza comanda un país en llamas.

JEFATURA DE GABINETE

Con la tarea de asegurar el funcionamiento político del Gobierno, la jefatura de gabinete de ministros es la locomotora del Poder Ejecutivo. Nicolás Posse fue designado al frente de esa importante tarea a partir de su amistad y camino recorrido junto a Milei en el grupo Eurnekian, pero la confianza parece haberse roto definitivamente por supuestos casos de espionaje contra otras figuras del oficialismo, al punto tal que el Gobierno se abrirá una investigación contra el ex funcionario y hasta amenaza con una denuncia en la justicia.

Posse fue señalado durante todo su período al frente del gabinete como un funcionario al que no se le conocía la voz, justamente cuando una de sus principales funciones debía ser la de comunicar el rumbo de la gestión. Lejos quedaron los jefes de gabinete al estilo Aníbal Fernández, Jorge Capitanich o el propio Marcos Peña, figuras determinantes de los gobiernos de CFK y Mauricio Macri, o incluso los que le pusieron la cara al gabinete del FdT, como Cafiero, Manzur o Rossi.

A esa falta de gestión política hacia afuera, a Posse le cabe también la falta de dinámica de un Gobierno en el que ningún área está funcionando al 100% ya con 6 meses de asumido. Por otro lado, la incapacidad para tejer acuerdos políticos con otros sectores políticos también se cuenta entre los debes de Posse, situación que redunda, entre otras cosas, en que el oficialismo no haya logrado sancionar en todo este tiempo una sola ley propia en el Congreso. Todo este combo llevó a que el ¿ex? amigo de Milei se convierta en el jefe de gabinete que menos duró en el cargo desde su creación en la reforma constitucional de 1994. Fueron tan solo 169 días, y lo sigue en ese ranking el primer jefe de gabinete desde esa reforma, Eduardo Bauzá, que duró 275 días.

MINISTERIO DE DESCAPITALIZACIÓN  HUMANA

Sandra Pettovello fue desde el arranque del Gobierno una de las designaciones más polémicas de Milei. Licenciada en Periodismo (Universidad de Belgrano) y Ciencias de la Familia (Universidad Austral), no aparecía ni con la formación ni con experiencia previa (no había tenido ningún cargo público antes) que la ubicara con la pericia necesaria para asumir el súper ministerio de Capital Humano diseñado por la nueva gestión, bajo cuya órbita quedaron las áreas de educación, trabajo y desarrollo social, entre otras. Su mayor (y quizás único) activo era ser amiga personal del presidente, y la persona que se encarga de tranquilizarlo cuando se sale de sus cabales.

El reciente estallido del escándalo por los 6 millones de kilos de comida almacenada y no repartida a los comedores sociales donde la gente pasa hambre no es el primer episodio de la saga. A principios de febrero, cuando las protestas ya se multiplicaban, la ministra la jugó de valiente y bajó a las puertas del edificio del ex ministerio de Desarrollo Social a decir para las cámaras y frente a los manifestantes que ella misma atendería personalmente uno por uno a quienes dijeran tener hambre, con el objetivo de eliminar la intermediación de las organizaciones. Días después se juntó la famosa “fila del hambre”, miles y miles de personas que formaron una fila desde las puertas de Capital Humano hasta casi la estación de Constitución, más de 20 cuadras, esperando ser recibidos por la ministra. Obviamente, Pettovello no dio la cara ese día, aduciendo una actividad en el conurbano.

El ridículo de la ministra se vivió también en el campo de la educación. Tras la eliminación del Fondo Educativo y otras transferencias para los sistemas provinciales, que le valieron varias protestas y paros nacionales al Gobierno, el gran hito de la protesta social en estos meses fue la descomunal marcha universitaria del 23 de abril, a raíz del congelamiento de los fondos para las universidades. La sociedad le torció finalmente el brazo al Gobierno, que tuvo que actualizar el presupuesto para las universidades públicas, retrocediendo de su discurso así como tuvo que hacerlo con el tema de los alimentos esta semana.

Trabajo es otra de las áreas en las que Pettovello hizo agua. Dos subsecretarios de Trabajo ya renunciaron en estos meses,  Horacio Pitrau y Omar Yasin, este último señalado como responsable del aumento de sueldos del presidente y los ministros con el que el Gobierno también tuvo que dar marcha atrás. La relación con el sindicalismo es pésima y ya se desarrollaron dos paros generales en lo que va de la gestión. Con los sueldos por el piso, el desempleo crece y empieza a ser un problema prioritario en la consideración de los argentinos en todas las encuestas.

Con todo este panorama, Milei salió a sostener a Pettovello pura y exclusivamente por su relación personal. A pesar que el presidente la llamara “la mejor ministra”, queda a las claras no solo que no aportó una solución para el oficialismo en lo que va de su mandato, sino todo lo contrario, llenó de problemas al Gobierno. Dato ejemplificador de esto es que Capital Humano es el Ministerio que más bajas lleva desde diciembre, con 15 caídos contando a De la Torre.

MINISTERIO DE DESTRUCCIÓN ECONÓMICA

Luis “Toto” Caputo puede anotarse dos hitos en su historia personal tras estos meses al frente del Ministerio de Economía: haber sido calificado como un “rockstar” por Milei, y ser el comandante de una de las caídas más estrepitosas de la economía argentina en toda su historia. A la depresión de los salarios, que según el sector puede ir desde un 15% en los registrados, un 21% en el empleo público a un 34% en el salario mínimo, se le suma un desplome fenomenal de la actividad económica y el consumo.

Recientemente el Banco de la Provincia de Buenos Aires informó una caída del 35% del consumo en el conurbano en abril, mientras que el último informe del INDEC mostró una retracción del 9,3% de las compras en supermercados en marzo. Datos en la misma tendencia se registran en todas las áreas del comercio y la producción. El último informe de estimación de actividad económica del INDEC marcó una caída del 8,4% en marzo. La recesión pega con fuerza en todos los sectores, con especial énfasis en la construcción y los industriales, donde se registran retrocesos de más del 40%. El uso de la capacidad industrial instalada cayó según el propio INDEC al 53,4% en marzo, lo que equivale a decir que la producción de las industrias argentinas funciona hoy a la mitad de su capacidad.

Todos estos resultados se dan a la par de una inflación récord. Más allá de que el Gobierno festeje una “desaceleración” inflacionaria, lo cierto es que el aumento de precios comienza a bajar desde el Aconcagua al que lo subió el propio oficialismo y el ministro Caputo con su devaluación de diciembre y la desregulación total de la economía que implementaron. El último IPC marcó en abril una suba de 8,8% en promedio, totalizando un 90% de inflación desde diciembre, mes de asunción del nuevo Gobierno y su decisión de devaluar la moneda. El registro mensual de abril sigue bien por encima de las marcas del gobierno anterior, que solamente en 3 de sus 48 meses en el poder superó esa marca.

Por otro lado, las tarifas siguen con aumentos a cuenta gotas y el superávit fiscal que Caputo festeja como un logro tiene enormes agujeros negros como el corte de transferencias a las provincias, la colocación de deuda para financiar los gastos corrientes, como en el caso de las energéticas, y la transferencia de deuda del Banco Central al Tesoro. El reciente escándalo por la falta de gas es un ejemplo clarísimo de la ineficiencia de Economía: por no invertir 40 millones de dólares para terminar las válvulas compresoras que hubieran permitido transportar el doble de gas en el gasoducto Néstor Kirchner, hubo que importar gas licuado por 500 millones de dólares. Es un problema que recién comienza y que desafiará tanto las cuentas fiscales a medida que avance el invierno, como la desaceleración inflacionaria cuando se sigan actualizando las tarifas que Caputo mantiene pisadas. Con la recuperación económica ni siquiera apareciendo en el horizonte, el ministro sigue aportando mucho rock y pocos resultados.

MINISTERIO DE PAPELONES CON EL MUNDO

El reciente episodio del gas reveló otra faceta de las ineficiencias del oficialismo. El gas licuado tardó un día más de lo previsto en ser descargado del buque brasilero en el que llegó a Escobar producto de una irregularidad en la nota de compra. Lo que en otros tiempos se hubiera destrabado con un contacto diplomático con Brasil, demandó mucho más de lo necesario a raíz de la mala relación actual con el país presidido por un líder histórico de Latinoamérica al que Milei ofendió cada vez que tuvo la oportunidad.

Ese modus operandi en materia internacional se repitió más de lo imaginable en estos seis meses de gestión, y más allá de que el propio presidente encabezó la mayoría de esos papelones, como los recientes insultos al presidente español, lo cierto también es que la Canciller Diana Mondino poco y nada ha hecho para mejorar las posiciones argentinas en el mundo en general, y particularmente con nuestros principales socios comerciales. Otro ejemplo de esto fueron sus declaraciones en las que afirmó “son chinos, son todos iguales” en relación a la población del país oriental. En breve vence un tramo del swap con China por 5 mil millones de dólares, y habrá que ver la voluntad del aquel país en renovarlo. La sustitución que están implementando de compras argentinas con productos de Brasil no es una buena señal.

Estos movimientos son parte de un realineamiento internacional ridículo por parte del Gobierno nacional. La obsesión de Milei con Israel desentona con las críticas de buena parte del globo para con el genocidio llevado a cabo en Gaza. Su dogmatismo ideológico lo hizo abrazarse a un Trump condenado por la justicia norteamericana, a la par que recibir a la generala Laura Richardson en Ushuaia. A este peligroso gesto para con las necesidades argentinas sobre el Atlántico Sur hay que sumar la visita de David Cameron a Malvinas, pasada por alto por el Gobierno y su Canciller. Los gestos internacionales en materia de soberanía y comercio exterior marcan graves retrocesos para el país, y desnudan una falta de conocimiento de las reglas del juego por parte de un oficialismo solamente orientado por posiciones sobre ideologizadas más propias de una facción política que de un gobierno.

(EX) MINISTERIO DE EL INTERIOR TAMBIÉN EXISTE

El flamante jefe de gabinete, Guillermo Francos, pasó primero por Interior y dejó como estela una relación detonada entre la administración central y las provincias. Está claro que no fue su responsabilidad y que fue el propio Milei quien le declaró la guerra a los gobernadores, y Caputo quien la ejecutó al cortarles las transferencias de fondos, pero lo cierto es que Francos, más allá de amortiguar un poco el impacto de las múltiples ofensas a las provincias, no pudo construir nada ni siquiera con los mandatarios más cercanos ideológicamente. Las fotos de ese fracaso fueron la caída de la primera ley bases en el Congreso, y la ausencia de gobernadores en el frustrado pacto de mayo, al que sólo asistió el cordobés Martín Llaryora y no por convicción sino por ser local. Tan infructuoso terminó siendo ese espacio institucional que con el paso de Francos a jefatura de gabinete el Ministerio quedó absorbido por esa área.

EL RESTO DE LA COMPARSA

Los demás ministros y ministra han tenido tan poca actividad en estos meses de gestión que su mención no requiere ni siquiera un subtítulo para cada uno de ellos en estas líneas. La más vistosa entre ellos es Patricia Bullrich, titular de Seguridad, pero cuya visibilidad pasa más por la interna política del PRO que por su gestión al frente de la cartera. El protocolo anti piquetes que anunció a todas pompas no tuvo un impacto real y lo concreto es que hoy casi cualquier manifestación puede desbordarlo. Más allá de eso no se le conocen hitos de gestión por fuera de sus ya cómicas quemas de pequeñas porciones de droga incautada que transmite por sus redes sociales. Bajo su gestión el narco avanza en Rosario, donde meses atrás se provocó una ola de crímenes y una crisis grave, en la cual quedó más expuesta la ayuda de la provincia de Buenos Aires a Santa Fe que la del propio Gobierno nacional.

Compañero de fórmula presidencial de Bullrich, del ministro de Defensa, Luis Petri, apenas basta decir que sus únicas intervenciones de relevancia tuvieron que ver con disfrazarse de militar y piloto de aviones. Por fuera de eso, resulta tan intrascendente como lo fue como candidato. Algo similar sucede con Mariano Cúneo Libarona, titular de Justicia, a quien no puede reconocérsele ningún hecho de gestión que haya impactado en la agenda pública en medio año de gestión.

Palabras finales para Mario Russo, ministro de Salud bajo cuya gestión los hospitales reclaman por falta de insumos, se dejaron de entregar medicamentos a pacientes con tratamientos de enfermedades crónicas graves, el precio de los medicamentos aumentó hasta 40 puntos por encima de inflación y las ventas cayeron 35% entre diciembre y abril, según datos del Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos. A su falta de capacidad política hay que facturarle también la conflictiva relación con las empresas de medicina prepaga, de final aún incierto pero que ya se llevó miles de millones de pesos de los bolsillos de la clase media a los de los empresarios.

Este es el gabinete nacional armado por Javier Milei, un presidente dedicado a la construcción de su ego más que a un abordaje serio de los serios problemas de los argentinos. La improvisación, el desconocimiento, la falta de experiencia y la impericia son la norma en un equipo de gestión que no tiene un solo resultado positivo, en ninguna de las áreas medulares de la vida social, para ofrecerle a la ciudadanía del país. Y ya va medio años de gestión.