El trabajo, la salud y la desigualdad son las prioridades
Hace falta una nueva agenda laboral con el sindicalismo como aliado principal, para dinamizar la economía interna y por la dignidad de los trabajadores
El 2020 ha sido un año en el cual la pandemia ha golpeado fuertemente a la sociedad argentina y al mundo. El gobierno con apenas tres meses de haber asumido tuvo que amoldar sus estructuras y su plan original, luego de recibir un país arrasado, para enfrentar a un enemigo invisible que deja vidas en el camino. La salud es la prioridad, como así también la asistencia económica para las empresas, los trabajadores y los sectores más vulnerables.
El movimiento obrero argentino, a partir de su modelo sindical donde ha demostrado su fortaleza, hizo posible enfrentar el desafío de la manera menos lesiva, haciendo frente a la pandemia del COVID-19 con el apoyo de los trabajadores esenciales que cumplieron su labor para salvaguardar los intereses y las necesidades indispensables de la población.
En tanto, el 2021 nos recibió con el comienzo esperanzador de la vacunación y con un sistema de mundo globalizado que evidentemente no ha aprendido la lección en materia de solidaridad y gobernanza internacional. El rol del movimiento sindical es central, reconstruir los lazos de justicia social y de solidaridad que han sostenido el estado de bienestar que hace rato el neoliberalismo se encargó de destrozar por el individualismo posesivo y la meritocracia.
En ese sentido, el modelo sociopolítico del sindicalismo es el más adecuado para salvaguardar a las personas de esta gran crisis de la humanidad, al decir del Papa Francisco “es necesario encontrar un mundo donde la fraternidad y la justicia social sean la base de la construcción de la dignidad humana”. Cómo se ha dicho, de esta pandemia no salimos iguales, sino mejores o peores.
Volviendo a Argentina, se ha hecho un esfuerzo enorme en materia de PBI para sostener las necesidades que exige la pandemia, se renegoció la sideral deuda externa con los tenedores extranjeros y se comenzó a negociar con el FMI, que junto al gobierno anterior endeudaron de manera irresponsable y dolosa al Estado argentino. Este año no será distinto, seguiremos dando pelea a la pandemia y confrontando aun más con los sectores concentrados de poder que no entiendan que somos cuarenta y cinco millones de argentinos/as y todos debemos tener un piso de derechos que hacen a la dignidad del ser humano: trabajo con recibo de sueldo, salud, educación, vivienda, seguridad y por sobre todo un futuro que devuelva a nuestra Patria al lugar que supo estar.
Mientras tanto, la agenda laboral de Argentina para este 2021 tiene una tarea trascendente, se trata de una reconstrucción nacional a la salida de pandemia, pero para que salgamos mejores deberemos revisar algunos aspectos centrales. En Argentina como en Latinoamérica el problema más grave es la desigualdad que se traduce en pobreza, falta de vivienda, discriminación por género, informalidad laboral, entre otras cuestiones. Una de las injusticias más graves y quizás la central, es la enorme distorsión entre precios y salarios. Ya ha sido puesto en la agenda pública por la Vicepresidenta, la necesidad de corregir mediante la puja distributiva, las asimetrías existentes entre los diversos sectores de la actividad económica. El Gobierno ha comenzado a convocar a mesas sectoriales con el fin último de constituir el Consejo Económico Social para el Desarrollo Argentino, donde todos los sectores debemos acordar las bases para la nueva Argentina con igualdad y justicia social.
La distribución
Como se ha dicho, se trata de un problema de distribución. El movimiento sindical tiene una herramienta histórica, que es la huelga y los diversos tipos de acción sindical, la lucha; pero esto debe acometerse de manera conjunta a través de la unidad y planteando un modelo de país, donde la desigualdad de paso a la justicia social, donde se revisen los costos y la rentabilidad de cada uno de los sectores de la actividad económica para ser una distribución más equitativa.
En ello, la negociación colectiva deberá ser el instrumento que en libertad y sin retaceos por parte de los actores sociales contribuya a equilibrar la balanza. La crisis es la mejor oportunidad para trazar las líneas directrices, para establecer la obra de ingeniería de la Argentina que viene, que debe ser productiva con trabajo decente, con un movimiento sindical que sea la herramienta central del proceso de transformación nacional.
Ha quedado demostrado en las diversas estadísticas que surgen de la Organización Internacional del Trabajo que en los países donde el movimiento sindical tiene mayor implicancia en el diseño de los sistemas de seguridad social y fundamentalmente en la opinión y distribución del ingreso, los niveles de desigualdad son los menores del mundo. Ahí debemos citar y debemos encontrar la clave de los países escandinavos donde la tributación es una de las más altas del mundo.
Obviamente debemos poner en marcha, a través de la negociación colectiva, el teletrabajo recientemente reglamentado, pese a que aún no ha entrado en vigencia, para proteger a los sectores más débiles que fueron víctima de la unilateralidad del empleador durante la pandemia y lo continuarán siendo sino acometemos la tarea de legislar, poner en marcha la ley e incorporar sus parámetros a la negociación colectiva. Otro de los elementos centrales de nuestro país pero que tiene que ver con esta consigna de mayor trabajo decente es propender a una economía sustentable y la protección del medio ambiente.
Debemos establecer un nuevo patrón de producción y consumo donde la dignidad humana sea el eje fundamental y no lo hagamos a costa de los recursos naturales. La pandemia nos ha dado un ejemplo de lo mal que le hemos hecho a nuestro planeta, esto debe ser incorporado urgentemente a la agenda del movimiento obrero. Por otra parte, la formación sindical integral, es vital para la agenda laboral que viene, una formación que debe efectuarse en pos de la nueva defensa de la clase trabajadora con su heterogeneidad, no solo representada por trabajadores en relación de dependencia a lo que debemos aspirar; pero debemos dar nota de la realidad que va constituyendo el llamado movimiento de los trabajadores y las trabajadoras. Se trata de una formación integral que no solo coloque al sindicato como elemento sociopolítico que pueda acometer con los desafíos tecnológicos y administrarlos en forma negociada con el estado y los empleadores para la dignidad de la persona, no para alienar más a quienes hoy más sufren, sino para formar parte de un proyecto nacional que comprenda al Movimiento Sindical desde una visión integral de país. Sera así que formemos nuestros cuadros integrales para la Argentina que viene.
Más sindicalismo implica más justicia social, profundizar el modelo de unidad sindical y llevarlo a la práctica será una medida indispensable para estos tiempos. Esa agenda laboral implica además para los poderes públicos y para los empleadores, comenzar a inclinar la balanza a partir de considerar al salario como se dijo anteriormente, como un elemento dinamizador de la economía, como un elemento que no solo hace a la dignidad de los trabajadores, trabajadoras y sus familias, sino que es un gran reactivador del mercado interno, de las economías regionales. El salario no es una ganancia, es de carácter alimentario y no debe estar sujeto a ningún impuesto. El proyecto presentado por el presidente de la Cámara de Diputados para elevar el piso imponible, es un avance significativo que debe continuar progresivamente hasta la eliminación del impuesto al trabajo.
*Secretario General del Sindicato de Canillitas y Senador Provincial por el Frente de Todos. Twitter: Twitter: @omarplaini53