Emilio Pérsico: “La violencia política en la Argentina siempre la ejerció el poder económico”
El líder del Movimiento Evita conversó con Diagonales con el atentado sobre CFK todavía fresco y reflexionó sobre la historia de violencia política que atravesó al país y la necesidad de la “unidad nacional” como respuesta.
Son las tres de la tarde y Emilio Pérsico mira hacia los costados antes de llegar a su oficina del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, en pleno microcentro. Ni cuando cruza la calle deja de acariciarse la barba. Pese al calor, lleva puesta una camisa de tela gruesa, y debajo una camisa térmica que compró en una feria de Villa Celina, La Matanza, donde vive. La ciudad no le gusta y se le nota. Esta vez es al revés que siempre: Diagonales llegó temprano y lo espera para la entrevista. En el ascensor habla del clima, pero son días en los que es imposible no ir al grano, mencionar cualquier otro tema que no sea la política, conmocionada después del intento de magnicidio sobre la vicepresidenta Cristina Kirchner. El líder del Movimiento Evita, sin embargo, está tranquilo. La charla fluye porque los temas habituales de conversación quedaron patas para arriba después de una semana distinta de cualquier otra. Pérsico habla de algunos hechos del pasado para explicar lo que pasó, reflexiona sobre la violencia política, los discursos de odio, la unidad nacional, pero también de sus obsesiones de siempre: la vuelta al campo, la Economía Popular, el capitalismo, los referentes políticos y los hechos que lo formaron.
Pasaron ya algunos días desde el atentado que sufrió la vicepresidenta. ¿Cuáles son tus primeras conclusiones sobre lo que pasó?
-Argentina tiene una larga historia de violencia política. Creímos que estaba cerrada, porque hacía un buen rato que no sucedía un hecho de estas características. Pero está a la vista que no, y eso no es nada bueno. Creo que la reacción enérgica de rechazo que tuvo el Frente de Todos debió haber sido de todo el sistema político, sin especulaciones. O incluso con especulaciones, todas las fuerzas políticas actúan de acuerdo a su conveniencia, pero en momentos como estos tienen que estar subordinadas a la búsqueda de la unidad nacional, de la defensa de la democracia.
“Es la primera vez que no hay una reacción unánime, o casi unánime de repudio”.
Hubo varios momentos como éste en la historia reciente democrática y es la primera vez que no hay una reacción unánime, o casi unánime. Las primeras horas sí, uno un repudio a la altura, pero luego se fue desmembrando. Lo que da cuenta de que esta es una democracia que no está encontrando puntos comunes, como digo, de unidad nacional.
¿Cuáles son esos momentos históricos a los que hacías referencia?
-Lo primero que me viene a la mente fue el levantamiento carapintada, en el 87. En ese momento, nosotros como la tendencia más de izquierda del peronismo teníamos preso a (Ricardo, ex gobernador de Córdoba) Obregón Cano, yo tenía a (Jorge, ex gobernador de Santa Cruz) Cepernic escondido en mi casa, y (Oscar, ex gobernador de la Provincia de Buenos Aires) Bidegain estaba en el exilio. Y después de muchos debates, decidimos ir igual a la plaza a apoyar a Alfonsín, pese a que el propio Alfonsín ni siquiera nos había convocado y estoy seguro de que tampoco estaba muy contento de que nosotros estuviéramos en la Plaza. Recuerdo haber escuchado el “la casa está en orden” desde Yrigoyen, donde estaba nuestra columna. La plaza llena de boinas blancas y nosotros igual, ahí. Por eso creo que la oposición no tiene derecho a decir hoy que no fue convocada por el Gobierno, la iniciativa la tendrían que haber tenido igual, aún con cara larga, debieron estar. Podrían haber estado a la altura de (Antonio) Cafiero, pero esa clase de dirigentes el sistema político hoy no los tiene.
A muchos, lo que pasó con CFK les trajo un recuerdo nada grato de la violencia política en dictadura. Esa violencia, como se sabe, tuvo un fin disciplinador. Vos mismo fuiste parte de esa historia. ¿Puede darse un efecto similar o la movilización de este viernes muestra, por suerte, otra cosa?
-Es una de las cosas que me preocupan, este tipo de actos de violencia política por lo general buscan generar un clima que desmovilice la participación popular. Con Cristina estaba pasando eso: había despertado una gran movilización en su defensa. Esto amedrenta estas cosas, por más que en un momento la enfervorizan si se quiere, siempre queda que alguien hizo una cosa así, en el recuerdo, como marca, sea un loquito suelto o no.
“Este tipo de actos de violencia política por lo general buscan generar un clima que desmovilice la participación popular”.
Por más que lo sea, no puede volver a ocurrir y por eso insisto que el repudio de todo el sistema político no es un tema menor. La democracia tiene que tener tanta potencia y superioridad que a nadie se le pase por la cabeza que puede ejercer una violencia, cuyo monopolio lo tiene el Gobierno elegido por los votos. Sino vamos camino a acostumbrarnos como en EEUU, que cada tanto matan a un presidente.
Recién hablabas del rol del peronismo durante determinados momentos críticos del gobierno de Alfonsín. ¿Creés que la oposición hoy actúa de la forma que lo hace por especulación política o por convicción ideológica?
-No, no creo que sea ideológico. Nadie discute ideología hoy en el sistema político según mi punto de vista. Nos pasó a nosotros como Gobierno, en la crisis que atravesamos. Igualmente en Argentina no paga tanto el pasado. El proceso ya quedó muy lejos para varias generaciones, aunque creo que si eso pasa en un sector de la sociedad no debería pasar lo mismo en los dirigentes políticos.
“La oposición no se sumó al repudio porque primó la especulación”.
Creo que la oposición no se sumó al repudio porque primó la especulación, insisto, pero como decía, es así. Corrés el riesgo de que el Gobierno lo utilice políticamente. Cuando Alfonsín dijo “La casa está en orden”, detrás venía el plan Austral, que nosotros obviamente no compartimos, pero estábamos en la plaza igual.
Hay un capítulo contrafáctico del atentado pero que nadie puede sacárselo de la cabeza, y es qué hubiera pasado si esas balas salían. Muchas veces se te ha preguntado qué tan cerca estamos del estallido social, pero esta vez es medio inevitable volvértelo a preguntar. ¿Qué hubiera pasado en los barrios, por ejemplo?
-No, a mi no me gusta eso. Esas cosas son muy malas. Gracias a Dios no pasó lo que podría haber pasado. Yo soy creyente, tuvimos a la virgencita al lado de Cristina. Yo soy católico y creo que la virgen de Luján la protegió. Y digo siempre que no me gustan estas cosas porque en todas las crisis los que pierden son los humildes. El resto se resguarda en su poder. Siempre digo que las crisis son como una tormenta, como un huracán: no sufre las mismas consecuencias una choza al lado de un río que un chalet de la capital.
“Yo soy creyente, tuvimos a la virgencita al lado de Cristina”.
Los sectores de la burguesía tienen suficiente margen donde guardarse. Y hasta hacen plata. Lo mismo sucede con las crisis de los gobiernos, por eso nosotros no suscribimos a eso de que cuanto peor mejor. En esta crisis que hemos pasado como Gobierno también pasó, hubo sectores que se la llevaron toda. Eso lo hemos aprendido. Yo fui un gran provocador de crisis, si tengo algún mérito (ríe). El rodrigazo, por ejemplo, fue una movilización casi espontánea que terminó con (Celestino, ex ministro de Economía de Isabel Perón) Rodrigo, y se fue todo a la mierda. Después de muchos años me crucé con él y tomamos mate. Y me dice “Emilio, vos cantabas se va acabar la burocracia sindical, pero ahí se acabó todo, todo”. Esa crisis se comió lo que quedaba de democracia.
¿Estás de acuerdo con que una de las causas del atentado, o la principal, fue la circulación de los discursos de odio?
-Es evidente que falló la dirigencia política, antes y después. Pero no me gusta nada este tipo de democracia liberal donde los politólogos hablan en lugar de los políticos, y están pagos por los políticos para decir lo que ellos no dicen, así como ahora los dueños de las empresas son CEOS, en un modelo neoliberal como el que todavía tenemos.
Te lo pregunto porque términos como “planeros”, “vagos”, y otras expresiones de odio son bastante comunes y están dirigidas mayormente a organizaciones como el Evita, la UTEP, etc.
-Sobre los humildes en general. Más allá de la “grieta” política en Argentina hay una grieta social, de clase. Los ricos le echan la culpa a los pobres de que no tienen más riqueza de la que ya tienen. Una cosa rarísima (ríe). Pero es una actitud que no es nueva, siempre existió. Desde el Viva el Cáncer. No hay expresión de odio político más grande que esa. O “cabecitas negras”. Mucho de ese odio lo dimos vuelta y lo convertimos en elogios. “Aluvión zoológico”: animales cruzando el puente, no llegaban a ser seres humanos. Hoy también hay cosas parecidas, ese discurso está metido muy fuerte en la sociedad. Incluso hay una idea de que los que aportan a la Argentina son los que tienen plata, ¡quisiera ver los números! Matemáticamente es hasta cómico.
“Los más humildes son los que proporcionalmente más pagan y sostienen a la sociedad”.
Los impuestos son al consumo, lo pagan todos, y caen sustancialmente sobre los sectores humildes. El 80 por ciento de un salario, hoy un 100 se va en consumo. Del otro se le va ¿cuánto?, nada. Los más humildes son los que proporcionalmente más pagan y sostienen a la sociedad. Hay tipos muy ilustrados que saben mucho y que no puede ser que no se den cuenta que una persona que trabaja changueando y trata de sacar su familia adelante como sea está aportando mucho más y le está pagando a él buena parte de su fortuna. Nosotros esas ideas las teníamos claras en los 70s. El rico era el que más se llevaba, no el que más ponía. Eso parece que cambió.
¿Coincidís, además, en que es el peronismo el que siempre pone el cuerpo y los muertos de la violencia política?
-¿Y el peronismo a quien involucra? Es muy difícil definir al peronismo. Prefiero sostener que la violencia siempre fue sobre los trabajadores. Eso sí lo firmo. El 70 por ciento de los desaparecidos eran trabajadores, aunque hacia afuera parece que fue una pelea de los sectores medios, de la universidad, pero no. Está claro, eso sí, que la violencia política en la argentina la ejerció siempre el poder económico. A través del partido militar, que era el partido del orden, y fue derrotado. Cuando el ejército argentino entraba a Buenos Aires desde Caseros cambiaba el gobierno. Eso no existe más. Los sectores de poder hoy buscan por otro lado.
“La violencia política en Argentina la ejerció siempre el poder económico”.
Esta violencia política de hoy no tiene mucho que ver con aquella, pero sí veo que hay una situación de condicionantes muy fuerte del poder que antes no existían. El primer condicionante de esta democracia es el capital. Al punto que Massa está yendo a EEUU a buscar mil, dos mil millones de dólares, y hubo uno que le dió a Macri 45 mil millones para sostenerse. Mirá vos si no intervienen esos capitales en el proceso político. Hay empresas que son más fuertes que algunos Estados. La corrupción nace de ahí, del poder del capital, que quiere dominar la política. Lo plantean al revés, pero es el poder del capital queriendo dominar a la política. Ejercen presión y corrompen a jueces, políticos, periodistas.
Hablaste de Massa. Ni bien asumió dijiste que iba a “tener el apoyo” del Evita. ¿Seguís sosteniendo lo mismo?
-Hasta el último día. Es el único camino que tenemos. Si pudiera poner otro pondría un compañero del Evita (ríe), pero no es el caso. Si le va bien nos va bien a todos. No se ven los resultados claros porque agarró desde muy abajo, desde una crisis, pero esperamos que se vean. Otra cosa distinta son nuestros planteos de fondo, como una reforma agraria para que la gente vuelva al campo.
“Si le va bien a Massa nos va bien a todos”.
El campo es una gran oportunidad para la argentina, pero no este campo. No el del agronegocio, sino el de la producción agropecuaria, el de los pequeños productores, el de la agricultura familiar. Mucha gente sería más feliz ahí que en las grandes ciudades. Donde además vivimos subsidiados, los planes sociales son eso, un subsidio a la pobreza que viene del Banco Mundial. Yo hasta bajaría las retenciones y para aplicarlas al desarrollo agropecuario, una asignación específica. Lo que hoy tenemos, este intento de “amansar” al capitalismo, no funciona.
¿Que sería amansar al capitalismo?
-Decirle a La Serenísima a cuánto tiene que vender el litro de leche. No funciona, hacen lo que quieren. Nuestra propuesta desde la Economía Popular siempre fue desarrollar esa otra economía, reconocerla, “blanquearla”, donde hay otros precios, es casi una economía paralela. Que además ayudaría a vender otras marcas de leche más baratas al precio que yo quiero, como Gobierno.
“Hay que construir otro modelo más solidario, con menos destrucción del medio ambiente, con muchos beneficios. Pero no hay voluntad política, el sistema político no lo entiende”.
Con pequeños productores. Nadie te lo impide: La Serenísima no te lo va a impedir. Es construir otro modelo más solidario, con menos destrucción del medio ambiente, con muchos beneficios. Pero no hay voluntad política, el sistema político no lo entiende.
¿Alberto tampoco?
-No lo ve, pero escucha.
¿Y Cristina?
-Ni lo ve ni escucha.
¿Eso forma parte de las diferencias que arrastraban con ella?
-¿Qué diferencias? (duda)... Si, son esas, pero no. Están basadas en la política, no en la ideología ni en el modelo de país. Hago ese mea culpa, me incluyo en que eso pasa en todo el sistema político, eh. Pero desde siempre nuestra intención y nuestra búsqueda es que al Gobierno le vaya bien, pese a que no elegimos nosotros ni a Alberto como candidato, ni tampoco a Guzmán o a Massa como ministros. Apostamos a eso, a que le vaya bien, con la fuerza que tenemos aportamos a eso. Además, lo que no puede pasar es que vuelva el macrismo. Fue terrorífico.
“Desde siempre nuestra intención es que al Gobierno le vaya bien. No puede pasar que vuelva el macrismo”.
En San Justo no quedó un sólo comercio en pie. No quiero que vuelva eso. Pero al mismo tiempo, creo que hay que ampliar el frente lo más posible. Como hicimos en su momento con las organizaciones sociales. Durante el gobierno de Cristina, la única organización oficialista dentro de la UTEP éramos nosotros. Hoy eso puede verse que no es así. Eso es una cosa buena, no es una cosa mala. Queremos ganar. Venimos mal, pero si perdimos la próxima elección…
Hablando de elecciones. ¿El atentado cambió el escenario?
-Creo que es una oportunidad para ampliar el espacio y aislar a los que se les vio la hilacha. Hay una oportunidad para seguir incorporando sectores, que el frente sea lo mas amplio posible para poder ganar la elección. Pero también, como decía, es importante apoyar para que le vaya bien a Massa.