Empezó el "debate de ideas" en el oficialismo
Lo pidió CFK y Alberto Fernández respondió. De los misiles K y las evasivas albertistas a una discusión con argumentos económicos que sostienen dos posturas diferentes sobre el rumbo del país.
La discusión al interior del Frente de Todos se movió un casillero y eso puede ser una buena noticia para el oficialismo. De una interna a cielo abierto, marcada por permanentes disparos del kirchnerismo sobre el equipo económico del Presidente, que a su vez eran respondidos con evasivas por el Ejecutivo, el escenario podría estar marchando hacia un debate más profundo sobre perspectivas económicas diferentes. Lo que reclamó CFK en Chaco, debate político sin que nadie se escandalice, es lo que parece haber decidido encarar la Casa Rosada entre este lunes y martes con sus principales voceros, incluido el propio Alberto Fernández.
Hasta la aparición de la Vicepresidenta el viernes pasado, no estaba claro si el escenario político oficialista era un camino hacia una ruptura inevitable o un tira y afloje para acercar posiciones en algún punto y reorientar la gestión. Cristina marcó la cancha, a su manera y con su estilo, y ordenó un panorama al que entre ayer y hoy se sumaron con sus propias cartas desde la otra vereda de la coalición. La "Jefa" salió a dejar en claro dos cosas: que debatir ideas no es romper y que su espacio no va a dejar de discutir con el rumbo económico del Presidente, Kulfas y Guzmán. A sus palabras las precedieron acciones: desde ambas Cámaras de su trinchera legislativa surgieron dos proyectos, uno para adelantar todo el aumento del salario mínimo a julio, otro con una nueva moratoria para jubilados. De las furibundas y poco propositivas críticas de Máximo o Larroque, el kirchnerismo pasó a discutir con la palabra de su líder llamando al debate y con propuestas concretas.
Algo de eso le había reclamado uno soldados de la Rosada minutos después de que CFK terminara su discurso. Fue Aníbal Fernández, quien desde los estudios de C5N afirmó que CFK no sumaba con su postura y que era injusta con la gestión del Presidente. “Estoy convencido que va a haber un momento en donde se podrá discutir de política y se unirá las ideas de todos los que participan” dijo el Ministro de Seguridad, pidiendo que el debate saliera de una dinámica de tirarse piedras y pasara un carril más propositivo.
Quizás enojado desde lo personal por cómo CFK le bajó el precio a su figura al afirmar que no tenía con él una disputa de poder porque no representaba a una organización propia, quizás decidido a que era el momento de asumir de una vez su postura y las diferencias, el que cambió más notoriamente su actitud fue Alberto Fernández. Lo que hasta esta semana habían sido respuestas tibias y sin ir al fondo de la cuestión frente a las críticas kirchneristas, entre ayer y hoy se convirtió en una serie de declaraciones que mostraron un Ejecutivo mucho más plantado en su mirada. Las evasivas del estilo “compartimos el rumbo, solo tenemos diferencias en los tiempos”, que le permitían al Presidente y su equipo eludir la discusión que proponían CFK y los suyos y seguir atando con alambres la coalición, viraron hacia una defensa explícita de las diferencias entre el planteo económico propio y la perspectiva K.
La Rosada decidió salir a la cancha, y el lunes bien temprano los dos Ministros más apuntados el kirchnerismo marcaron la agenda del día en sendas entrevistas radiofónicas. Kulfas y Guzmán defendieron en tándem el modelo económico del albertismo, pero ya no solo con la mera enunciación de las cifras de la recuperación económica que vienen repitiendo hasta el hartazgo, sino exponiendo diferencias concreta con el modelo del kirchnerismo.
El propio Ministerio de Economía publicó un hilo de tuits resumiendo los 10 conceptos principales de la entrevista de Guzmán, donde resaltaron algunos que parecen tener como destinatario directo al kirchnerismo. “Crecimiento sostenible” fue uno de los ejes, en el cual el Ministro afirmo “estamos dando pasos importantes buscando unir el corto plazo con el mediano plazo, que es algo a lo que no estamos demasiado acostumbrados en la Argentina, para que el país siga en una senda que sea de desarrollo económico de verdad”. Otros dos puntos tuvieron que ver con la inversión de los recursos, que según Guzmán deben ir a “generar trabajo, divisas y valor agregado” y no a “lo que no termina ayudando al funcionamiento de la economía como los subsidios energéticos que, no segmentados, favorecen a los ricos”.
Justamente la cuestión de las tarifas, eje vertebral de las diferencias en las perspectivas sobre lo que hay que hacer en materia económica entre el kirchnerismo y la Rosada, fue otro de los puntos resaltados por Guzmán: “Uno se pregunta en qué país ha funcionado para encauzar un sendero de desarrollo con inclusión social tener subsidios energéticos por 3 o 4 puntos del Producto. Estamos convencidos de que la segmentación tarifaria le va a hacer bien al país”. Que el titular de Economía no acuerda con la idea de pisar al extremo las tarifas como forma sostener el poder adquisitivo de los salarios no es ninguna novedad, lo que sí lo fue es que haya dicho que ese modelo, el mismo que el kirchnerismo le reclama aplicar hoy, no funcionó para hacer crecer a ningún país. Todo esto en medio de una semana clave en este tema, por las audiencias públicas que tendrán lugar hasta el jueves y que luego deberán ser convalidadas con la firma de funcionarios que responden a CFK.
Por primera vez desde que comenzaron a evidenciarse las diferencias de miradas en torno a lo económico esas diferencias quedan tan claras en el debate público. El kirchnerismo viene sosteniendo desde el año pasado que la recuperación económica está quedando en manos empresarias, y que ese modelo de salarios bajos conduce indefectiblemente a una derrota electoral en 2023. La nueva nota del mapa político es que, como nunca antes hasta ahora, el albertismo sale a responder que esas críticas K surgen de una mirada de corto plazo y que en el tiempo resulta insostenible. Lo que para el kirchnerismo es una necesidad urgente de un shock distributivo que recupere los salarios y el mercado interno, para el albertismo es una apuesta a un crecimiento más paulatino pero sostenido en el tiempo y que no choque con la restricción de la falta de dólares que le señalan al modelo K post 2011.
Pero si la decisión del Ejecutivo no había quedado suficientemente clara el lunes con las respuestas de Kulfas y Guzmán al discurso de CFK, el propio Presidente se encargó esta tarde de despejar cualquier duda. En una actitud que cuesta pensar no haya sido premeditada, habló desde lejos y con un medio muy poco amigo del universo kirchnerista. Empezando su gira europea, en la que buscará atraer inversiones sobre todo para el desarrollo energético, Alberto Fernández dio una entrevista al el diario El País de España en la que marcó con claridad sus diferencias con la Vicepresidenta.
El Presidente defendió el acuerdo con el FMI, defendió los aumentos de tarifas aduciendo que se ajustan por un coeficiente de variación salarial, sostuvo a Guzmán y se diferenció de CFK con nombre y apellido. Fernández se escudó por el difícil momento del país en el impacto de la pandemia, y dijo que CFK tiene “una mirada parcial, absolutamente económica, que desatiende todo lo que nos tocó pasar en el medio”. Por primera vez el Presidente emparentó la mirada que tiene su Vice con la que expresa la oposición, a la cual también se le reclama desconocer el escenario post pandemia.
En otro fragmento y respondiendo a una pregunta por las críticas internas, Fernández recordó que él propuso un debate interno el 17 de noviembre pasado, y que ve “con alegría ahora que ese debate es bienvenido. Tengo un enorme respeto por Cristina. Ella representa en la historia algo significativo, y en el presente es líder de un espacio importante. Pero hay cosas en las que no comparto su mirada. Además he sido públicamente crítico con su gestión de gobierno. Todo el mundo sabe que tengo una mirada diferente. Respeto lo que dice, pero pido que respeten lo que digo yo”. Por primera vez desde que es Presidente, Alberto Fernández asumió con claridad que su mirada sobre el rumbo que debe tomar el país es distinta a la de Cristina.
Hasta hoy podía decirse que Fernández intentaba el difícil equilibrio de la contención interna del frente al mismo tiempo que bancaba las decisiones económicas de su equipo. Pero con las declaraciones de estos días queda claro que la decisión es subirse al debate que pidió Cristina, pero no para darle la razón o conformarla, sino para discutir desde un planteo económico propio que tiene puntos irreconciliables en este contexto de crisis con lo que pretende el kirchnerismo.
Lo que en una lectura rápida y superficial puede ser visto como una profundización de la interna, quizás pueda resultar también en un encause de las diferencias dentro de ese debate más cargado de contenido y en el que ambas posiciones tiene argumentos para defender sus perspectivas. Si el oficialismo logra pasar de acusaciones de construir la derrota, de falta de legitimidad de funcionarios o de no atenderse el teléfono a una discusión seria de modelos económicos, tendrá una oportunidad para destrabar una gestión que no deja de ponerse palos en la rueda a sí misma.
En última instancia, las PASO del año que viene aparecen en el horizonte como la vía institucional para dirimir las cuestiones de fondo en las que no se lleguen a puntos comunes. Para eso el Frente de Todos deberá llegar competitivo al 2023, algo impensable si la interna no termina de transformarse en un verdadero debate de ideas. Ambos sectores parecen haber dado algún paso en esa dirección, pero habrá que ver si eso se sostiene.