Enteros o a pedazos: en JxC no ven un escenario de ruptura pero preocupa el fuego cruzado
Así lo indicaron a Diagonales desde el entorno de Horacio Rodríguez Larreta y de Patricia Bullrich, mientras la tensión interna crece. Larreta busca sumar a Juan Schiaretti en un armado nacional, pero la mesa de Juntos no llegó a un consenso. Macri y Bullrich lo criticaron duramente.
El terremoto de la carta que difundió Larreta el fin de semana aún permanece y no se sabe hasta qué punto escalarán las enormes diferencias entre los líderes de las “palomas” y los “halcones” del PRO. Aunque las fuentes consultadas por este medio coinciden en un escenario de llegada “todos juntos” a las PASO y a las elecciones generales de octubre, preocupa el nivel de desgaste que puede profundizarse para la vida interna de la coalición, y cómo repercutirá eso en el electorado.
El jefe de Gobierno había difundido en las redes su voluntad de crear nuevas alianzas y señaló al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti: “todos los que están comprometidos con el cambio, vengan de donde vengan, son bienvenidos”. Este pedido fue ratificado por el presidente de la UCR Gerardo Morales y apalancado mediáticamente por la líder de la Coalición Cívica Elisa Carrió. “Fijate que toda la coalición de JxC está a favor menos el PRO de Patricia”, señalaron desde el entorno de Horacio Rodríguez Larreta a Diagonales.
Esta posición del hoy jefe de Gobierno porteño y sus aliados por fuera del partido amarillo acumula una catarata de detractores, entre los que figuran su contendiente Bullrich y su padre político: el expresidente Mauricio Macri. La exministra de Seguridad se mostró furiosa por las intenciones de Larreta y Morales de ampliar aún más el espacio y busca mostrarse como la “defensora concreta del cambio”. Incluso regañó a Larreta y Morales por arrojarse capacidad de decisión unilateral en el espacio. Macri también se subió al tren de acusaciones y alertó que Larreta pone “en crisis todo el sistema de la coalición”.
Luego de la fallida reunión de JxC del lunes en la que se hizo imposible llegar a un acuerdo por la positiva o por la negativa para sumar al peronismo “de la avenida del medio” (donde danzan no solo el nombre de Schiaretti, sino también de Florencio Randazzo o el de Diego Bossio), Larreta insistirá para poder cambiar el reglamento de la coalición que le permita redefinir el marco de alianzas.
La correlación de fuerzas se traslada al aspecto partidario. Humberto Schiavoni, senador nacional por Misiones y también presidente de la Asamblea del PRO, recordó que modificar la política de alianzas requiere un voto de dos tercios del cuerpo designado. Eso hoy no es posible bajo ningún aspecto. Desde el larretismo también aquí hay cierto optimismo esperan poder revertir la situación, y contar con los votos suficientes para torcer la situación.
Muy tempranamente el jefe del espacio y mayor favorito, según las encuestas, a llegar a la presidencia se embarcó en una contienda que pueda significarle una fuerte derrota política. Y no a manos del peronismo, sino de los propios.
Hay que recordar que en las últimas semanas el abismo entre Larreta y Bullrich se evidenciaba en la contienda en el territorio “madre de todas las batallas” como es la provincia de Buenos Aires. A la imposibilidad de establecer candidatos de unidad para la gobernación, se le sumó la decisión de competir en cada uno de los 135 distritos, tirando por la borda una estrategia de “V” en aquellos municipios donde ya hay gobiernos de JxC.
Semanas antes, la crisis interna ya había tenido su primer fuerte episodio cuando Larreta anunció las elecciones concurrentes de CABA, y los “halcones” leyeron la jugada como un intento de fortalecer al radical Martin Lousteau en el patio del PRO, la capital del país que es su base de poder político.
SE DOBLA, ¿PERO NO SE ROMPE?
Con panoramas provinciales donde abundan los fraccionamientos, el primer objetivo para cierto ordenamiento nacional, que de respaldo a los intentos de armonizar JxC “hacia abajo”, es superar la inercia destructiva de las últimas horas. Llegar a las PASO de agosto, evitando que las rupturas de hecho se hagan formales, y luego arribar a las generales de octubre, cuando se definirán, además del candidato presidenciable del espacio, los lugares en el Congreso y los cargos provinciales, es la prueba de fuego.
Desde los dos espacios en pugna dentro del PROcoinciden en una sola cosa: todo el fuego cruzado no repercutirá en ninguna ruptura a pesar de la crisis. Esa fue la postura del presidente partidario y miembro de influencia en la mesa política de Patricia Bullrich, Federico Angelini, que confirmó a Diagonales que no existe posibilidad de una fractura.
Lo mismo señalan desde el entorno de Rodríguez. Larreta y completan: “Para Horacio la prioridad es la unidad. La pelea no le hace bien a nadie. La gente solo piensa ‘dejen de pelearse entre ustedes, el enemigo está afuera’”.
Aunque también se muestran desconcertados por las críticas recibidas del bando contrario. “Para el cambio necesario y profundo que necesita la Argentina se requieren leyes y por ende mayoría en el Congreso así que ampliar la representatividad es necesario para el cambio. Si no, no es posible”, destacaron para justificar el plan Schiaretti.
No dejaron pasar el recorrido previo de la política de alianzas e incorporaciones en el espacio. “JxC ya incorporó a peronistas como Miguel Pichetto y en varias provincias: Orrego (Marcelo) en San Juan, Poggi (Claudio) en San Luis, Alfaro (Germán) en Tucumán. Sumar a Patricia también fue producto de nuestra política de ampliación en 2013”, señalaron.
A pesar de este consenso mínimo de coexistencia, la búsqueda del puñado de votos que le faltan a Larreta y a Bullrich para imponerse sobre el otro promete dejar nuevos rounds. El abismo entre ambos excede ya largamente a sus estrategias electorales. Se exponen cada vez más los intereses personales y políticos de cada facción. A la luz del debate público, dos miradas de la Argentina, no antagónicas pero sí excluyentes una de la otra. Cada vez más excluyentes.
Y todo en el mismo espacio político, cuando el partido ni siquiera se empezó a jugar.