Desde el primer día asumimos el compromiso de volver a poner a la Argentina en el centro de la escena mundial, tras varios años de aislamiento. Al anuncio de grandes inversiones, anticipadas durante la campaña, se suman el reconocimiento de los principales mandatarios y funcionarios del mundo.

Esta cooperación mutua nos permite sentar las bases para el crecimiento de nuestro país; algo que se traduce en desarrollo, es decir, más empleo y mejor calidad de vida.

Somos conscientes, también, que no hay soluciones mágicas que arreglen los problemas desatendidos por más de una década, de un día para el otro. Por lo que es importante resaltar la agenda del Presidente Mauricio Macri en China durante la cumbre del G20.

Durante esta gira, el Presidente recibió elogios de su par estadounidense, Barack Obama y las felicitaciones de su homólogo chino, Xi Jinping, por haber "vuelto al mundo"; destacando la cancelación de la deuda soberana de nuestro país, además de fortalecer las relaciones bilaterales con todos los países que integran el grupo de las veinte mayores potencias desarrolladas y emergentes del planeta.

De un extremo al otro del mundo la respuesta es idéntica Argentina está en el sendero correcto.

No es casual el recibimiento de estos países hemos dejado atrás años de populismo para empezar a ocuparnos del futuro de nuestro país, haciendo cambios concretos, sosteniendo las políticas acertadas y saldando las grandes deudas pendientes que teníamos.

El futuro de nuestro país, como el de cualquier país en vías de desarrollo es la educación, una de las realidades que la democracia en Argentina ha desatendido o no ha sabido atender en sus cortos 36 años de ininterrupción. A partir del 10 de diciembre comenzamos a sentar las bases que nos devuelvan lo que por omisión, negligencia o intencionalidad maliciosa nos arrebataron un futuro promisorio con previsibilidad y seguridad. Para ello comenzaremos a hacer lo que ya hemos hecho en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, comenzaremos con mediciones que nos permitan perfeccionar nuestro nivel educativo y potenciar las capacidades individuales de nuestro futuro, nutriendo a los chicos de herramientas que potencien el desarrollo de actividades acordes al siglo XXI.

Otra gran deuda que tenemos es la obra pública, donde obligatoriamente necesitamos financiamiento a largo plazo y bajo costo para invertir. Con un estado vaciado era imposible contar con los recursos para crear infraestructura de calidad. A veces es difícil no establecer un paralelismo, pero citando al presidente en la Argentina se terminó el curro de la obra pública, los argentinos volvemos a ver hoy máquinas trabajando con nuestro dinero a lo largo y ancho de todo el país.

En estos meses hemos buscado generar las condiciones para la inversión y la generación de empleo. Sinceramos las estadísticas, levantamos el cepo cambiario y resolvimos la situación con los Holdouts generando confianza ante el mundo.

Pero esto no podemos hacerlo solos, aislados del mundo ni a contramano de los demás países. Sino que lo vamos a lograr trabajando en conjunto, aplicando políticas que trasciendan las fronteras, como la lucha contra la corrupción (donde seremos implacables y establecimos reglas de juego claras), el narcotráfico (hemos empezado una lucha frontal contra este flagelo, con narcotraficantes detenidos todos los días) y la amenaza del cambio climático (donde hemos lanzado un importante y ambicioso programa de energías renovables).

Queremos construir relaciones con todos los países y dejar esa etapa de soberbia y aislamiento frente al mundo. No creemos ser los dueños de la verdad, ni ser quienes deban esgrimir un manual de comportamiento al mundo, sino que entendemos que somos una parte importante y valiosa de él que llega para aportar lo mejor que tenemos El capital humano de los argentinos y la potencialidad natural de nuestro territorio.

Ya dimos el primer paso hicimos que se nos vuelvan a abrir todas las puertas. El sinceramiento de la economía y la apertura al diálogo generaron gran entusiasmo en los países, quienes se muestran dispuestos a invertir en nuestro país sabiendo y valorando el esfuerzo que hemos hecho y seguimos haciendo en muy poco tiempo.

Hoy los países nos sentamos a resolver los problemas en conjunto, como el subsidio de la producción agrícola, que afecta a muchos países emergentes como el nuestro, que tenemos capacidad de producción. Podemos ayudar en el abastecimiento del mundo en el tema alimentario, pero para eso necesitamos un sistema transparente de comercio. El presidente de Rusia le dijo a Macri "queremos aumentar el suministro de alimentos que llegan de Argentina" debido al bloqueo alimenticio que sufren por parte de la Unión Europea y EEUU.

El mundo da posibilidades y nosotros no podemos desaprovecharlas. En el pasado han quedado ya los reproches improductivos, los enojos sin sentidos y los retos producto de una soberbia desmedida.

Los argentinos hemos sorprendido, y así lo hacen saber los principales líderes del mundo en sus declaraciones diarias. Ni el más optimista podía predecir la naturalidad de los cambios y los efectos positivos en la economía Argentina a partir de decisiones tomadas con lógica y criterios de honestidad bruta. El presidente de la máxima economía mundial, Barack Obama, cita en su discurso a la Argentina como ejemplo del camino a seguir en el mundo, no siendo esto una casualidad y mucho menos un detalle menor.

Los ojos del mundo están en nosotros, en nuestra potencialidad, en nuestra reacción frente a la adversidad del mercado mundial para la región. El mundo confía, porque nosotros confiamos primero en que este momento de dificultad heredada está próximo a terminar.

Cambiamos y el mundo reaccionó, esto lo logramos juntos.