Lo que a priori se presenta como un fin de año “tranquilo” en la política nacional, en el que el presidente Javier Milei se aseguró una calle sin conflictividad, a pesar de su plan de motosierra, en otros estamentos del Estado se trata de días decisivos.

Todas las miradas recaen en la Corte Suprema de Justicia (CSJ), donde la incorporación o no de nuevas caras para robustecer al máximo tribunal nacional es un tema de relevancia institucional que deriva en numerosas resoluciones que afectan la vida cotidiana y tienen derivaciones políticas trascendentales.

Los días del calendario apremian: el supremo Juan Carlos Maqueda, próximo a jubilarse este domingo 29 de diciembre cuando cumpla los 75 años, se alejará de la Corte. Esto implica que el tribunal quedará conformado solo por tres miembros, y hace que deban llegar a pleno en los consensos favorables de sus resoluciones para garantizar el funcionamiento de la CSJ.

Luego de la propuesta hace más de nueve meses de parte del Poder Ejecutivo de que sean el juez de Comodoro Py Ariel Lijo y el catedrático Manuel García- Mansilla los nombres propuestos para integrarse a la CSJ, fueron numerosos los idas y vueltas en las negociaciones por estos dos pliegos, para lograr que el Senado (con mayoría peronista) les diera su aval. Pero todo quedó en la nada.

Mientras cada vez más se esfuman las chances de que esto suceda ya que la Cámara alta cerró el periodo de sesiones ordinarias, el extitular de la Corte Ricardo Lorenzetti se juega a todo o nada para la incorporación de los dos pliegos presentados por el Gobierno.

De acuerdo a cómo se presenta el panorama, esto ahora depende de un decreto de Milei, como había sucedido en 2015 con la firma del expresidente Mauricio Macri. El Poder Ejecutivo repite a los cuatro vientos que se encargará de hacerlo.

Uno de los beneficiarios de aquella jugada de Macri había sido el mismísimo Horacio Rosatti, ahora presidente del tribunal. Él, junto a su aliado cortesano Carlos Rosenkrantz, habían llegado vía DNU y luego debieron aceptar que sus pliegos llegaran al Senado.

Hoy, Rosatti se planta contra la posibilidad de incorporar nuevos jueces por este mismo mecanismo y, en una maniobra en la que intervinieron también Rozenkrantz y Maqueda, presentaron un sistema para funcionar con conjueces y bloquear la designación de nuevos ingresantes por decreto.

Desde este espacio plantean que se puede funcionar con tres miembros si se tiene esta “válvula” ante la falta de consensos. “Los conjueces, que son las personas que terminan de completar los cinco ministros de la Corte, está reglamentado en una ley. Eso no lo decidimos nosotros”, aseguró el lunes Rosatti a Carlos Pagni.  

Pero la letra de la normativa se vuelve letra muerta cuando hay discrecionalidad. Y eso podría ocurrir en este planteo de Rosatti, que por ser el titular de la Corte tiene la potestad de elegir qué expedientes se circularían y cuáles no.

Como era de esperarse, el voto en disidencia fue el de Lorenzetti, que ve en la incorporación de nuevos miembros, la posibilidad de torcer los votos del tribunal en su favor para hacerse nuevamente de la presidencia de la CSJ.

Los planteos de Lorenzetti, hábil jugador político, van en consonancia con la liturgia mileista “anticasta”: la de “transparentar” el accionar de la Corte, buscando dejar en evidencia un supuesto mal funcionamiento del tribunal encabezado por Rosatti que, enceguecido por una “ambición desmedida” de poder, estaría desfinanciando a la Corte con gastos descontrolados.  

“Es evidente que se trata no sólo de un fin de año, sino de un fin de ciclo, y es relevante que la sociedad conozca las posiciones en la Corte Suprema de Justicia de la Nación”, exclamó. “Se han dictado dos acordadas que afectan las competencias de los jueces de la Corte en materia de sentencias judiciales y de superintendencia, lo que no ha sucedido en toda la historia del Tribunal”, aseguró Lorenzetti.  

Desde que se anunció la nominación de dos nuevos jueces, se han creado cantidades increíbles de oficinas sin sentido", criticó en uno de los pasajes del documento, en el que además marcó un enorme listado de cargos que le quitarían peso al funcionamiento del tribunal.

El rafaelino despotricó contra la gestión de Rosatti señalando que de 87.218 causas que esperan un pronunciamiento del tribunal, hasta principios de diciembre, fueron resueltos 2.825 fallos y, de esa ellos, solo 53 fueron "fallos con fundamentos propios", y que no se hicieron audiencias públicas en todo el año.  

La respuesta de Rosatti fue casi inmediata. En el sitio de la CSJ, destacó que el tribunal “bate récords con la misma dotación de personal”, con más de “12.250 fallos, alcanzando más de 20.200 causas resueltas”. Alegaron que lo hicieron a pesar de ser cuatro miembros en el tribunal, en lugar de los cinco marcados por la ley, y con una dotación de personal que “se mantuvo estable”.

De fondo está la pelea política entre los supremos. Allí Lorenzetii hizo pesar el antecedente del 2015, con la gestión de Macri y su determinación para poner nuevos jueces por DNU, cuando él era presidente del tribunal y habían sido "nominados dos jueces varones para integrar la Corte Suprema". "Durante ese período, la Corte, integrada por tres miembros, no adoptó ninguna medida extraordinaria", afirmó. Y completó: "Se dictaron cientos de medidas con el objetivo de vaciar de contenido el acuerdo de ministros, y condicionar a los que ingresarán". 

A pesar de la rosca, ambos miembros de la Corte, como ratifica el propio Lorenzetti en la publicación en disidencia de la iniciativa avalada por sus otros tres colegas, tuvieron acuerdos en este 2024 sobre varias decisiones judiciales, “con mayoría de coincidencias en cuanto a las sentencias importantes”

Quizás sea por eso que en el texto crítico del expresidente del máximo tribunal del país no se haya referido a los 16 expedientes contra el megaDNU 70/2023 de hace un año, que Rosatti no tocó. Ni tampoco sobre los más de 20 de causas que las provincias iniciaron por los fondos que la Nación les quitó, y que les corresponden por ley.

En esas cuestiones “macro”, y siempre a tono con los tiempos políticos, la distancia entre los supremos no es tan sideral.