Hasta que la muerte los separe
El Presidente y el Ministro de Economía se abroquelan al mismo tiempo que alejan del resto de la coalición. Al descontento de CFK y Massa se suma el desconcierto del propio albertismo por la falta de un rumbo claro.
La renuncia de Roberto Feletti a la Secretaría de Comercio Interior vuelve a encender la interna del Frente de Todos y reaviva una pregunta que cada vez se hacen más miembros de la coalición: ¿hacia dónde va el Presidente? La única respuesta clara que parece haber hoy por hoy a esa pregunta es el empoderamiento de su núcleo económico, particularmente de Martín Guzmán, y un “a morir con las botas puestas” de un plan económico que por ahora ni siquiera está claro y funciona en las planillas de Excel pero no llega a los barrios.
El reordenamiento de áreas del gabinete de la semana pasada dio indicios en este sentido. El pase de Comercio Interior del Ministerio de Producción al de Economía significó en los hechos ubicar toda la política económica bajo la órbita de Guzmán. Resuelta la cuestión de la deuda, el Ministro parece lanzado a ganar terreno político y en las últimas semanas avanzó en dos territorios clave que tienen o tenían DNI kirchnerista: energía y precios. Guzmán logró atravesar las tensiones de las audiencias públicas sin que, al menos hasta ahora, hubiera desplantes importantes de la tropa K que lo desautorizaran una vez más. Hoy, con la renuncia de Feletti y su reemplazo por Guillermo Hang, el titular de Economía suma otro casillero importante del tablero para su control. Hang viene de ser Director del Banco Central y fue compañero de universidad de Guzmán.
Por su parte, Matías Kulfas también resultó beneficiado con el ascenso jerárquico de la subsecretaría de Economía del Conocimiento al rango de Secretaría. El área que conduce María Apólito es una de las joyitas de la cartera de Kulfas, y viene demostrando resultados que validan el modelo económico: en 2021 fue el tercer sector exportador del país, a la par que genera empleo de calidad y con altos salarios.
La decisión del Presidente es clara, apuntalar a los propios e insistir en el rumbo económico de crecimiento a la espera de que sus frutos vayan llegando al conjunto de la sociedad. Pero la idea tiene dos grandes problemas. Primero, es contradictoria con el nuevo slogan que el propio Gobierno decidió para esta nueva etapa: “primero la gente”. Justamente el hecho de que ese crecimiento no esté llegando a la gente es la fuente de las críticas K, a las que cada vez se suman más sectores. Segundo y en articulación a lo anterior, cada vez queda más claro que la Casa Rosada no está logrando ejercer una conducción política que alinee actores de la coalición y, por el contrario, el que Presidente se recluye en un círculo íntimo que se va achicando.
Hay ejemplos de esto por todo el espinel del Frente de Todos. La renuncia de Feletti lo es al nivel de una obviedad: si su permanencia significaba la posibilidad de un puente con el kirchnerismo en un tema tan sensible como los precios, su renuncia ensancha la ruptura y abona la hasta ahora no concretada idea de Alberto Fernández de gobernar sólo con quienes estén alineados a su plan económico. Pero hay otra tensión que tiene a la obviedad como protagonista.
Se trata del enojo de Sergio Massa con Guzmán por el retraso en la actualización del impuesto a las ganancias. Massa propuso elevar el piso para que el contexto inflacionario y de aumento salariales por paritarias no llevara a más contribuyentes a tener que pagarlo. Guzmán respondió venenoso que eso era una obviedad, pero al parecer estaría demorando la implementación hasta julio para que más aguinaldos queden alcanzados por el tributo. No son los primeros chispazos entre el Ministro de Economía y el Presidente de la Cámara de Diputados, que de ser necesario prepara un proyecto de ley para sacar por el Congreso la actualización que Guzmán demora desde el Ejecutivo.
Estos intentos de muestras de autoridad del Presidente y su núcleo parecen llegar un poco tarde. Cuando Alberto Fernández tenía una importante cantidad de actores del peronismo sugiriéndole que se plantase frente a CFK, el Presidente eligió mantener la unidad y es algo de lo que hoy se precia. Su problema es que, ahora que amaga en ponerse firme, lo hace sobre un contexto de confusión y desconfianza de varios de los propios para con sus decisiones luego de tantas idas y vueltas. Y en esa indefinición y lógica de conducción confusa, muchos de los que lo empujaban a afirmarse hoy ya comenzaron sus propias jugadas de supervivencia.
El caso más palpable son Ministros como Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta. Considerados desde un principio como parte del riñón albertista, los dirigentes bonaerenses empezaron a dar puntadas para tejer acercamientos con el kirchnerismo y su plan provincial. Ambos tuvieron declaraciones en las últimas semanas en las que buscaron bajar la intensidad de la interna y ofrecer algún guiño a la tropa de CFK. Las más resonantes fueron las de Katopodis, que pidió integrar a la Vicepresidenta a las decisiones de gobierno. Ambos también participaron en actos con signo kirchnerista: Zabaleta fue al Quilmes de Mayra Mendoza y Katopodis compartió una actividad con Kicillof en Saladillo.
Sus movimientos son lógicos. Ante la falta de una perspectiva clara desde lo político que emane desde la Rosada y ordene al oficialismo, cada quién cuidará lo suyo. Katopodis y Zabaleta son hombres del territorio, Intendentes en uso de licencia, y tienen mucho más para perder que una elección nacional ante un eventual fracaso del Ejecutivo. O, dicho al revés, pueden sobrevivir a una eventual derrota nacional en el gran refugio bonaerense que el kirchnerismo viene construyendo ante la deriva económica que Guzmán y el Presidente deciden y en la que no le permiten participar.
Otro sector importante que viene mostrando reflejos propios es el de los gobernadores del peronismo. Este lunes hubo una nueva reunión en la sede del Consejo Federal de Inversiones de la que participaron Sergio Uñac, el único que asistió al acto de la UOCRA el viernes pasado, Ricardo Quintela, Sergio Ziliotto, Gerardo Zamora, Raúl Jalil, Alberto Rodríguez Saá y Gustavo Melella. Los mandatarios provinciales estaría preparando una “propuesta de gobernabilidad” para acercarle al Presidente, en la que discutirán el reparto inequitativo de los recursos. Discusión caliente en un contexto en el cual desde Economía deben revisar las transferencias a las provincias para cumplir con las metas impuestas por el acuerdo con el FMI. En el mientras tanto, varios de esos gobernadores ya avisaron que evalúan despegar las elecciones provinciales de las nacionales en 2023.
La Rosada, y Guzmán particularmente, se anotaron un poroto la semana pasada cuando el Ministro visitó una cooperativa de reciclado del Movimiento Evita en donde se reunió con los principales referentes de los movimientos sociales. El ejecutivo tiene hoy por hoy el apoyo del sector, pero también corre el riesgo de que si la situación económica sigue sin mejorar eso se vaya licuando, porque la crisis pega en los barrios antes y más fuerte que en cualquier otro lado.
Juntos a la par, Alberto Fernández y Martín Guzmán se abrazan el uno al otro y parecen decididos a ir a fondo con su propuesta, que hoy parece cosechar más elogios en el empresariado que en la propia base y en los dirigentes del frente de Todos. Así lo demuestran las múltiples reuniones del Ministro con distintos sectores empresarios en las últimas semanas, y la que mantuvieron junto al propio Presidente con directivos de Arcor en los últimos días.
Pero ambos parecen estar llegando tarde con sus decisiones y sin poder lograr el consenso necesario al interior de la coalición. El Ministro de Economía llega a intentar ordenar la situación económica cuando ya parece descontrolada, y lo hace por ahora sin medidas que apunten en un rumbo claro y permitan alinear expectativas. El Presidente se decide a ponerse firme para ordenar la política cuando quienes le respondían, desencantados por su indefinición previa, ya activaron sus propios planes de supervivencia en los que suben las acciones de las propuestas enfrentadas con la Casa Rosada. Solo resultados palpables e indiscutibles de orden interno podrán volver a generar algún magnetismo en la figura presidencial y quien es hoy su principal soldado. Si el “primero la gente” no pasa de ser un slogan a una realidad en poco tiempo, el aislamiento o la claudicación frente al kirchnerismo serán los únicos dos platos posibles en el menú presidencial.