Hugo Robert: “Los británicos hace más de 500 años le sacan plata al mar, nosotros todavía no lo hemos descubierto”
El Vicepresidente del CECIM La Plata habló de todo en exclusiva con Diagonales: las torturas en las islas y la causa pendiente, las claudicaciones diplomáticas, la necesidad y oportunidad de una pesca soberana, y la tensa relación con el municipio que les debe un subsidio hace 15 meses
Nuevo 2 de abril, y los corazones argentinos miran al sur. Una vez más el país recuerda y honra a sus caídos, y revive el trauma de una guerra injusta, inconducente e innecesaria, marcada por los años más oscuros de la Argentina. Pero también se incurre, una vez más, en las simplificaciones, en las miradas superficiales y anecdóticas de la guerra, repitiendo que “las Malvinas son Argentinas” pero sin una idea demasiado clara de qué significa eso, y cómo puede ser posible.
Están también quienes fueron a esa guerra y volvieron, y que hoy piensan esas respuestas en toda su complejidad, sin subirse al caballo de ningún heroísmo, lugar sólo reservado a sus compañeros caídos. Escucharlos, conocer sus miradas profundas de la cuestión Malvinas y el Atlántico Sur, su concepto abarcativo de la soberanía, sus proyectos para que los pibes de los comedores accedan a la mejor proteína animal del mundo, su perspectiva latinoamericanista y anti colonial, no sólo es tal vez el mejor homenaje a la memoria de los caídos y el pasado. Fundamentalmente, es una mirada del presente y hacia el futuro argentino, para el cual nuestro mar y nuestras islas guardan aún enormes oportunidades que es urgente discutir.
Hugo Robert combatió en la guerra, pero casi no habla de la cuestión Malvinas en singular. Es Vicepresidente del Centro de Ex Combatientes de las Islas Malvinas de La Plata, y como sus compañeros, siente esa causa y la lucha que lleva adelante como algo colectivo. Son ellos, los soldados de Malvinas, los que construyeron una institución como el CECIM, siempre cercana a las distintas necesidades del pueblo, quienes tienen hoy las ideas más claras y contundentes para mejorar la situación del país en la negociación, y para construir otra cultura nacional alrededor de nuestro mar y su potencia. Escucharlos es siempre un honor. Y hoy, más que nunca, un deber.
En el marco de los 45 años del inicio de la dictadura, publicaste un artículo hace unos días rescatando la solidaridad entre soldados en las islas ¿cuál es tu mirada hoy sobre esos años?
-Los años previos a Malvinas fueron los peores años de la historia argentina, en todos los órdenes, en lo social, lo político, lo económico. Y sus secuelas llegan hasta nuestros días. No fue sólo la desaparición de personas, fueron el inicio de un plan económico y político nefasto desde donde dónde se lo mire, que dejó un desastre a nivel humano. Y Malvinas fue la culminación de todo ese desastre. Todos queremos unas Fuerzas Armadas que nos representen, pero la realidad es que nosotros no fuimos a las islas con las FFAA de San Martín, fuimos con las de Videla. A nivel institucional, las FFAA que fueron a Malvinas son las mismas que desaparecían gente en el continente, que torturaban embarazadas, que robaban identidades. Es imposible escindirlo, no hubo una dictadura mala y una buena, eran lo mismo.
“Nosotros no fuimos a las islas con las FFAA de San Martín, fuimos con las de Videla”.
¿Y cómo recordás vos la experiencia de la guerra?
-No me gusta hablar mucho desde lo personal, pero la pasé como la inmensa mayoría de los soldados y en particular los del Regimiento 7. Hicimos el esfuerzo máximo que nos dieron nuestros cuerpos, los que entramos en combate lo hicimos con honradez, pero la realidad es que hasta el momento del combate nosotros vivimos con un enemigo interno que eran nuestras propias FFAA, así como se vivía en el continente. Los integrantes del CECIM LA Plata no nos sentimos héroes, simplemente fuimos jóvenes de entre 18 y 25 años que cumplíamos el servicio militar obligatorio. Al regreso sentimos nuestro deber y responsabilidad para con los que habían quedado, los únicos héroes, los compañeros caídos en la guerra y la posguerra. Nosotros teníamos que ponerle voz a ellos, que habían pasado la misma guerra que nosotros pero no pudieron volver.
“Los integrantes del CECIM LA Plata no nos sentimos héroes”.
¿Cómo era convivir con ese enemigo interno?
-Uno se tenía que cuidar no solo de los bombazos británicos, sino que no te descubrieran robando algo, porque teníamos un hambre atroz, y si te descubrían te estaqueaban. Todos los soldados estaqueados lo fueron por supuestas “inconductas”, que en el 90% de los casos fue por robar comida. Los soldados lo hacíamos en forma descarada, si yo pasaba por una trinchera y sabía que había comida, no tengas dudas que me iba a meter, sin dudarlo eh, de hecho lo hice. El hambre es un animal feroz que te come por dentro, te come la cabeza. Los sub oficiales y oficiales tenían formas más sutiles de proveerse el alimento, pero también se lo estaban robando, se lo estaban robando a los soldados. ¿Cómo puede ser que ellos no perdieron peso en las islas, que sólo los soldados perdimos peso? ¿A quién le robaban la comida? Y sólo supimos de un sub oficial estaqueado, que no quiso declararlo, no sabemos ni su nombre, es algo que se dice y nunca pudimos comprobar. Soldados pudimos rastrear 120 casos, en todos los regimientos, de todas las fuerzas, y estamos seguros que hubo muchos más. Pareciera que el comportamiento de oficiales fue impecable según las estadísticas. No fueron castigos, fueron torturas.
“El hambre es un animal feroz que te come por dentro, te come la cabeza”.
Hablando de eso, recientemente falleció el ex soldado chaqueño Rubén Asencio, estaqueado en las islas por ser “indio”, según sus palabras, y murió sin justicia. ¿Cómo está actualmente la causa por torturas en las islas?
-Hoy hay cuatro procesados, entre ellos un oficial de alto rango. La jueza tomó la decisión de procesar a toda la cadena de mando de ese regimiento. Ahora han llamado a declarar a seis oficiales a partir de abril, de otra unidad militar. La causa está en el Juzgado de la Dra. Mariel Borruto, del Juzgado de Río Grande, Tierra del Fuego. Nosotros venimos solicitando que desde los órganos competentes de la justicia se le brinde mayor ayuda humana y recursos para llevarla adelante. Esta es una mega causa, tiene como 35 libros, son 120 denuncias, 95 denunciados de las tres fuerzas, entonces requiere de un andamiaje importante que la Dra. está solicitando hace un tiempo y nosotros también. La causa avanza demasiado lenta, desearíamos que vaya más rápido porque los compañeros se mueren y la justicia no llega.
¿Sentís que hay una deuda de la democracia ahí?
-Hay causas del continente que tampoco avanzan, de algunos territorios, etc. Una vez un Juez me dijo “Robert, Ud. quiere una justicia Suiza y estamos en Argentina. Acá la justicia funciona, pero hay que empujarla”. Es así, tenés que estar empujando todo el tiempo. Nosotros pudimos aportar prueba documental a partir de la desclasificación de archivos que ordenó CFK en 2015, la tortura está reconocida por ellos mismos, y esperamos que antes de fin de año pueda haber más procesados.
“En Argentina a la Justicia tenés que estar empujándola todo el tiempo”.
En otras oportunidades expresaste que Nuestros compañeros no cayeron defendiendo Las Malvinas, cayeron defendiendo la Soberanía. ¿Qué es la Soberanía para vos, y cómo sentís que tenemos que seguir transmitiendo ese concepto y sentimiento hoy?
-El tema Malvinas se tiende a simplificar, es la guerra, son las FFAA, etc. Nosotros intentamos construir junto con la sociedad un concepto abarcativo de soberanía. Cuando fuimos a Malvinas en el ‘82 la idea que tenía el pueblo argentino era de soberanía territorial, el famoso latiguillo “las Malvinas son argentinas”. Nosotros creemos que hay que construir una idea que vaya más allá de lo territorial. La ventaja que tenemos sobre los británicos es que podemos tener 45 millones de inteligencias impulsoras de una idea: la recuperación por medios pacíficos y civilizados de los territorios usurpados, que ya son cerca de 2 millones de Km cuadrados que Inglaterra se apropió ilegalmente. En esa cultura soberana que impulsamos están todas las cuestiones del Atlántico Sur como territorio productor de riqueza y llave del desarrollo argentino a futuro. Es empezar a pensarnos y entendernos como un país marítimo, dejar de pensarnos sólo como productores de granos y carnes. Todas esas ideas forman la Soberanía por la que nuestros compañeros pusieron el pecho y cayeron en Malvinas.
“Hay que construir una idea que vaya más allá de lo territorial en torno a la soberanía de Malvinas”.
¿La Argentina resignó Soberanía en los últimos tiempos?
-En el año 82 la disputa era por 15 mil km cuadrados. Argentina tenía el control del mar hasta 3 millas antes de las islas. Hoy la disputa sobrepasa los 1.7 millones de km cuadrados. El Reino Unido de la Gran Bretaña, a lo largo de este tiempo, con sus artilugios y a veces grandes contribuciones de la diplomacia argentina, fue logrando ese avance y hoy controla y usurpa esos 1.7 millones de Km cuadrados, y tiene una pretensión que abarca más de 2 millones de km que reclama como propios. Siempre hablando de territorios marítimos, porque el negocio que descubrieron ya antes de la guerra está en el mar. Por eso instalaron la base militar más poderosa del Atlántico Sur y una de las más poderosas del mundo a 500 km de la Patagonia, cuentan con submarinos nucleares patrullando la zona, etc. Ellos utilizan su única herramienta que es la fuerza, y la diplomacia argentina muchas veces contribuyó.
“El negocio que descubrieron los británicos ya antes de la guerra está en el mar”.
¿Por ejemplo?
-La primera concesión fue concederles sin costo alguno transformar la zona de exclusión militar de 150 millas alrededor de las islas que declararon durante la guerra, en una zona de exclusión pesquera. El Gobierno de Alfonsín le firma el acuerdo, una decisión que para los británicos representó la verdadera victoria. El 80% del ingreso de los isleños es la pesca. Después se firman los acuerdos de Madrid, durante el gobierno menemista, donde nos comprometíamos a entregarle la información científica alrededor de las islas. Los británicos no tienen información, un instituto de investigación pesquera como sí tenemos y pagamos todos los argentinos. Entonces, cada vez que pueden nos afanan toda la información científica, a cambio de nada. Durante el gobierno de Néstor y Cristina Kirchner se rompe con esa transferencia permanente de información que le estábamos regalando al Reino Unido de la Gran Bretaña, y además se hace un trabajo gigantesco con los países de la ONU para presionar al Reino Unido (que es un poco lo que se está haciendo ahora) como para obligarlo a sentarse a la mesa de negociaciones.
Pero en 2016 Carlos Foradori, vicecanciller de Malcorra, firmó en nombre de todos los argentinos un acuerdo por el que Argentina se compromete a levantar todos los obstáculos que impidan el crecimiento económico y sustentable de las Islas Malvinas en todo lo que tenga que ver con pesca, navegación e hidrocarburos. Le regalamos toda la información sobre la pesca que recabó el país y que durante el kirchnerismo se le había negado a Gran Bretaña. Y no solo eso. Lo peor que nos dejó el acuerdo Foradori-Duncan, que sigue vigente, es el establecimiento de una conexión aérea entre Malvinas y San Pablo, porque es la capital financiera y petrolera de Latinoamérica, y la explotación petrolífera es la próxima etapa que van a llevar adelante.
“Con el gobierno de Macri le regalamos toda la información sobre la pesca que recabó el país y que durante el kirchnerismo se le había negado a Gran Bretaña”.
Los británicos hace más de 500 años que le sacan plata al mar, y nosotros todavía no lo hemos descubierto, no nos damos cuenta del territorio riquísimo que tenemos frente a nuestras costas patagónicas, no lo entendemos como territorio productor de riquezas. Nos lleva 500 años de ventaja, y van dando pasos como este, porque ahora ¿cómo cortas esa conexión con Brasil? Estoy convencido que la recompensa por este tipo de acuerdos vino por debajo de la mesa, porque no se entiende en qué buscaron beneficiar al país, ni los acuerdos de Madrid ni el Foradori-Duncan sirvieron para que los británicos se sienten en forma pacífica y civilizada a dialogar por el diferendo que sostenemos en el Atlántico Sur.
¿Por qué cuesta o costó tanto hasta ahora tener una política de Estado planificada y constante en un tema que debería resultar de unidad, como la disputa por la soberanía?
-En la diplomacia existen distintas miradas, de acercamiento, de endurecimiento de posiciones. Argentina osciló pendularmente entre ambas, pero sin muchos resultados. Los británicos tienen un librito para cada ocasión, son los inventores de la diplomacia. Pero además, estamos convencidos que el Reino Unido, a través de su cancillería, es muy generoso con distintos espacios políticos y medios de comunicación, donde hace un trabajo secreto. Por ejemplo, cuando en 2013 la ONU le dijo a Inglaterra que el referéndum con los isleños por su autodeterminación no tenía ninguna validez legal, acá en la Argentina continental aparecieron solicitadas en diarios como La Nación y Clarín, firmadas por “intelectuales” como Lanata y Sarlo, diciendo que había que respetar la decisión de los isleños. Sin ninguna necesidad ni palabra autorizada.
“El mejor negocio para los británicos es que los argentinos sigamos hablando de la guerra mientras ellos diplomáticamente obtienen ventajas”.
Y vos decís, qué raro que mientras nosotros con mucho esfuerzo tratamos de difundir las ideas de soberanía y entendernos como un país pesquero, medios periodísticos como Infobae, que es el medio que más se ocupa de Malvinas, sólo se ocupen de anécdotas de la guerra. El mejor negocio para los británicos es que los argentinos sigamos hablando de la guerra mientras ellos diplomáticamente obtienen ventajas.
¿Y hoy cómo ves la agenda y la estrategia del actual Gobierno para la cuestión Malvinas?
-Un primer paso hacia una solución es, por ejemplo, la reciente creación del Consejo Nacional de Asuntos Relativos a las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los Espacios Marítimos e Insulares por parte del Ejecutivo Nacional. Están representados los tres partidos de mayor incidencia parlamentaria, hay científicos, estamos representados los ex combatientes, quizás no estamos de acuerdo con todos los sectores que lo integran pero es bastante amplio el espectro. Nos parece que si empieza a funcionar sí se puede orquestar una política que trascienda a los gobiernos, y que impida las concesiones sin nada a cambio. No puede ser que sigamos concediendo sólo para mejorar las relaciones con el Reino Unido. Hemos firmado leyes de protección de los negocios británicos sin nada a cambio. El Consejo arrancó con muy poco combustible, está lento como muchos estamentos del Estado, y sin dudas la pandemia influyó en esto. Pero tenemos mucha esperanza en él, no solo para este Gobierno sino para los que vengan, que se pueda avanzar en esto de seguir poniendo al desnudo que hay una situación colonial a resolver en el Atlántico Sur, que no es solamente un problema argentino sino regional. La base militar que tienen los británicos en Malvinas tiene un poder de fuego que llega hasta el sur de Perú.
“No puede ser que sigamos concediendo sólo para mejorar las relaciones con el Reino Unido”.
Te iba a preguntar qué es lo que más debería esperanzarnos y lo que más debería preocuparnos de la cuestión Malvinas hoy en día, pero creo que ya me respondiste la segunda parte.
-El Reino Unido de la Gran Bretaña se sigue comportando como si estuviéramos en guerra. Hay que escuchar los discursos de sus parlamentarios, de la derecha británica. Cada vez que arman barcos de guerra, uno es para el Atlántico Sur. Tienen uno y a veces dos submarinos con capacidad de transportar ojivas nucleares patrullando. Tienen una base, a la que pude ir dos veces, que triplica en superficie a Puerto Argentino, y la siguen agrandando permanentemente. Los vuelos llegan a las islas al aeropuerto de esa base, y para salir en vehículo de ahí tardás veinte minutos de lo extensa que es. Esa base está como de La Plata a Necochea. Lo que yo espero para este Gobierno y los que sigan es el trabajo diplomático con los países de Naciones Unidas para que se cumpla la resolución 2065 que insta a las partes a sentarse a una mesa de negociación. Ante un todopoderoso en términos armamentísticos como es Gran Bretaña, lo peor que podríamos hacer es intentar bravuconadas como ponerle barcos en la zona de exclusión pesquera o cosas así. Ellos están esperando eso para caernos con todo el peso del león, y seguir diciendo que Argentina es un país agresor. Tenemos que usar todas las herramientas diplomáticas de la democracia para desnudar esta situación colonial. Poner el tema Malvinas en agenda, y hacer un trabajo más fuerte en la región.
“Tenemos que usar todas las herramientas diplomáticas de la democracia para desnudar esta situación colonial”.
Te escuché decir “Para qué quiero recuperar las islas, si acá los pibes siguen comiendo solo harinas”. Explicame esa idea.
-La pesca es el tema clave. La Argentina tiene una posibilidad inmensa de salida de esta crisis si incorporamos al mar como un territorio productor de riquezas y trabajo. La pesca no cambia la economía de un país, pero sí genera muchísimo trabajo. Argentina está dilapidando sus recursos. Somos considerado un país pesquero, estamos en el puesto 19 de los países que más pescan en el planeta, y exportamos todo lo que pescamos, además de pescar sólo la mitad de lo que podríamos porque la otra mitad nos la están robando. Argentina pesca 900 mil toneladas, la capacidad del Atlántico Sur según las FAO es de 1.8 millones de toneladas sin entrar en un proceso predatorio y manteniendo la biomasa. Pero con las 900 mil toneladas que pescamos podríamos generar muchísimo trabajo y más entradas de divisas de lo que hoy representan. El problema es que esta actividad, que genera más ingresos que la ganadería, paga buenos sueldos y no genera conflictos con eso, está en un mismo Ministerio con agricultura y ganadería, y no se la termina abordando como se podría.
¿Y qué se podría hacer?
-La pesca debería tener un Ministerio aparte, no tiene nada que ver con la agricultura y la ganadería. Hoy la máxima autoridad para 6 millones de kilómetros cuadrados de territorio económicamente productivo es un subsecretario que nadie conoce, al que nunca ningún periodista le pone un micrófono para preguntarle por qué si Argentina es un país pesquero no podemos darle pescado a nuestros pibes en los comedores. Y no es por este subsecretario, es un problema estructural. El pescado, por Ley, es de las provincias con litoral marítimo y del Estado Nacional, es de todos los argentinos. Es el único recurso público vivo, la única carne que es toda del Estado. Las empresas pescan con permisos que les dan los Estados, y pagan un canon. Y como están dadas las cosas hoy, son las empresas las que manejan la pesca. Y no hablo de la PyMES, acá hay quince empresas que pescan la parte grosa, con capitales españoles, estadounidenses, de Israel metidos ahí. Se dice que la pesca argentina se maneja desde el puerto de Vigo, que es la capital pesquera de España. Pero no hace falta pelearse con la pesca comercial, no hace falta ni siquiera modificar ninguna ley. La máxima autoridad pesquera está autorizada por ley a destinar a fines sociales una parte de la cuota que se puede pescar. Esto pueden definirlo las diez personas que forman el Consejo Federal Pesquero, sólo decisiones políticas de los ejecutivos. Con sólo 2 mil toneladas le daríamos de comer pescado a todos los comedores de La Plata, Berisso y Ensenada, una vez por semana. Con sólo un barco de 20 metros de eslora, un capitán y ocho tripulantes se podría garantizar esa cuota en un año.
Eso es un proyecto que elaboraron en el CECIM La Plata. Contame un poco más de ese espacio que ya lleva décadas siendo una referencia de la ciudad, y la intervención que tuvieron en la crisis provocada por la pandemia.
-El CECIM es nuestra casa, el espacio donde nos contuvimos al regreso de la guerra, donde pudimos elaborar las estrategias políticas que llevamos adelante todos estos años, donde pensamos las leyes reparatorias para soldados, desde donde las seguimos militando y sosteniendo. Y siempre tratando de vincularnos de la manera más solidaria posible con la comunidad platense. En cada tragedia que sucedió en esta ciudad hemos tratado de estar, y el año pasado hemos llevado adelante una campaña de donaciones de pescado a los comedores, gracias a la buena voluntad de las empresas, pero que no consideramos que sea el camino definitivo. Sirvió para paliar una situación dificilísima, terminamos distribuyendo casi 16 toneladas de pescado, de la mejor proteína animal que existe sobre el planeta. Y nos puso muy felices, porque al menos algunas noches en más de 80 comedores platenses pudieron llevarse proteínas, no harinas que engordan pero no alimentan a nuestros pibes. Estamos sosteniendo esta lucha. Ahora estamos empezando de a poco a re abrir por la pandemia, tratamos de cuidarnos. Hicimos una actividad el 24 que fue plantar memoria en el bosque de los caídos.
¿Cómo es su relación con el municipio?
-Estamos medio a las patadas, no porque queramos nosotros. Con Garro no tenemos contacto, y los contactos que tuvimos con el número dos, Oscar Negrelli, la verdad que dejan mucho que desear por lo poco democrático que es. Un energúmeno político está en el número dos de la ciudad de La Plata, y no tengo problema en decirlo porque se lo dije en la cara.
“Con Garro no tenemos contactos y los contactos que tuvimos, la verdad que dejan mucho que desear”.
En febrero Garro recibió al embajador británico y ustedes repudiaron el encuentro. ¿Por qué?
L-a presencia del embajador británico en la Municipalidad fue para hablar de vaguedades, y acogerse a los designios de la embajada británica de no hablar de Malvinas. La embajada dice “de esto no tenemos que hablar”, y obedientemente el Intendente Garro agacha la cabeza como buen súbdito de la corona y acata. No hubo ninguna referencia a Malvinas en ese encuentro. Sabemos que la embajada establece pautas para esas instancias, pero uno está en potestad de decir sí o no. Y el Municipio, en cabeza del Dr. Garro dijo obedientemente “de Malvinas no hablamos”. Se llena la boca los 2 de abril diciendo que es un Intendente Malvinero, pero ese verso ya lo conocemos. El 2 de abril es muy fácil poner una flor y decirse malvinero, después reciben al embajador y hablan de los jacarandá de la diagonal 73. Allá ellos con su conciencia. Hay que mirar quienes van al cumpleaños de la Reina en la embajada.
“El Intendente Garro agacha la cabeza como buen súbdito de la corona y acata”.
También reclaman un atraso importante en el pago del subsidio que debe recibir el CECIM. ¿Qué me podés decir de eso?
-Si el Municipio piensa que por qué no nos paga el subsidio el CECIM va a dejar de realizar las actividades que realizamos en forma cotidiana, se equivoca muy feo. Porque al CECIM lo hemos mantenido siempre los soldados ex combatientes, además del subsidio municipal. Ahora hace 15 meses ya que no recibimos ese subsidio, desde antes de la pandemia. Además, ¿sabés cuánto es el subsidio municipal? 30 mil pesos mensuales. Tal vez fue un visionario Garro, que supo que iba a necesitar dinero, como si lo pusiera en salud o en los comedores. Lo gasta en publicidad y plata en los medios, lo sabe toda la ciudad de La Plata. Nosotros somos una organización que tiene 39 años de inclaudicable lucha en favor de la causa Malvinas, y vamos a seguir así.
“Hace 15 meses ya que no recibimos ese subsidio, desde antes de la pandemia”.
¿Sienten que esa hostilidad es por sus posicionamientos políticos?
-Absolutamente, no hay dudas. En la primera gestión de Garro tuvimos un buen diálogo, con diferencias que siempre los planteamos y hablamos personalmente. Pero a partir que nombró a Negrelli como su segundo político empezaron los problemas. Es un tipo que se piensa que es el dueño de un cargo.
Hoy piden también que el ex Regimiento 7 se convierta en un sitio de la memoria. ¿Por qué no sucede?
-Hay una ordenanza sancionada por unanimidad de todos los bloques en 2016, en la que los 24 concejales votaron la creación en todo el espacio de la plaza Islas Malvinas del sitio de la Memoria y Malvinas, un sitio que conjuga Malvinas y Derechos Humanos. Para poner en funcionamiento esa ordenanza, se necesita el cargo de un director a propuesta de los organismos de DDHH. Nosotros en 2018 le acercamos al Municipio un nombre, después de consensuarlo con todos los organismos, y que ni siquiera era un ex combatiente, porque no era eso lo que buscábamos. Era un periodista. Y esa fue la última vez que nos recibió Garro, nunca lo quiso poner en funcionamiento. Y después, lo peor, fue que quiso poner un director del espacio por arriba. Diciendo que cumplía con la ordenanza quiso poner a un ex combatiente que de DDHH no tenía ningún antecedente. Tuvimos que salir a frenar ese nombramiento, y a partir de ahí quedó paralizado el tema. Como tampoco se pusieron en funcionamiento los viajes a Malvinas de ex combatientes.
¿Qué concepto elegirías para cerrar la entrevista, pensando en Malvinas hacia adelante?
-La frase original del CECIM La Plata: “Volveremos a Malvinas de la mano de América Latina”. Sentimos que resume lo pasado y lo que va a venir. Porque sin el apoyo regional y sin el crecimiento económico regional cualquier avance es muy difícil. Somos el tercer mercado del mundo, necesitamos que ese mercado crezca y nos permita ponernos más fuertes en el concierto de países. Si pudiéramos generar una gran nación latinoamericana con ideas conjuntas, dentro de eso estaría el tema Malvinas, por lo mismo que decíamos antes, esa base militar, que es de la OTAN realmente, es atentatoria contra toda América Latina, no solo contra Argentina. Yo recuerdo esa frase en las banderas de las primeras marchas, yo la llevaba pero no entendía del todo de qué se trataba. Por suerte hubo compañeros que pensaron así el CECIM, desde el inicio, y hoy esa bandera es nuestra frase de cabecera.